Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Hace 110 años, la competencia entre las grandes potencias imperialistas europeas provocó una guerra que causó millones de muertes, destrucción y ruina para los pueblos que se vieron involucrados en ella. Hoy, como entonces, los intereses de las grandes potencias nos acercan, de nuevo, al abismo de la guerra, arramblando con los derechos económicos y sociales conquistados por la lucha de los trabajadores; y, como entonces, la socialdemocracia, ahora reconvertida en social liberal, se apresta a colaborar en el sacrificio de las clases populares, adornandolo con palabras grandilocuentes pero vacías sobre la libertad y la paz.
La hipocresía del imperialismo ha quedado vergonzosamente al descubierto con el genocidio palestino a manos del ejército nazisionista de Israel: no existe derecho a la defensa para aquellos que luchan contra la ocupación de sus tierras, si los ocupantes sirven los intereses del imperialismo. Y el horror ante esta brutal práctica ha movilizado a millones de personas en todo el mundo a lo largo de los últimos meses y a miles de trabajadores que han sido ejemplo de solidaridad, al boicotear el transportes de las armas que sirven para asesinar al pueblo palestino.
El capitalismo se acerca a pasos agigantados al colapso económico, social y medio ambiental y su último cartucho es la guerra. Una guerra en la que los trabajadores y nuestras familias, como siempre, somos la carne de cañon para evitar el hundimiento de este sistema moribundo.
En nuestro país, la descomposición de las fuerzas a la izquierda del PSOE se ha acelerado en los últimos meses: concentradas en peleas intestinas, alejadas de los problemas reales de nuestra clase, poco o nada se puede esperar de ellas para articular alguna respuesta. Sus dirigentes están colaborando con el social liberanismo del PSOE para garantizar la paz social, en unos momentos en los que la ofensiva general del capitalismo contra nuestros derechos, exige una respuesta contundente y organizada de los trabajadores y sus organizaciones.
El movimiento sindical no puede mantenerse al margen de esta situación y aceptar una postura contemplativa. Son muchas las reivindicaciones urgentes que el sindicalismo de clase debe encabezar: Recuperar las garantías del empleo frente al despido improcedente; enfrentar el paro y el trabajo sin derechos que se enseñorea de nuestro mercado laboral; poner fín a la constante pérdida de salario para que las familias trabajadoras podamos hacer frente a una carestía que nos ahoga, forzando a la patronal a desbloquear la negociación de los convenios; acabar con la privatización del sistema público de pensiones, en lugar de favorecerla a costa de nuestro salario como hace el infame VII Convenio General de la Construccción y hacer cumplir las demandas del movimiento de pensionistas: auditoría independiente de la Seguridad Social, acabar con la brecha de género, pensión mínima de 1080 euros, etc; garantizar una vivienda digna y accesible para todos, expropiando a los grandes tenedores y a los fondos buitre, acabando con la especulación y creando un parque público de vivienda social en alquiler (en nuestro país, ante la indiferencia real de todas las administraciones públicas, sólo el 2,5% de las viviendas son de alquiler social, frente a casi el 30% en Paises Bajos, por ejemplo); acabar con la silenciosa explotación de los trabajadores en prácticas y becarios con la aprobación del Estatuto del Becario, que aún sigue pendiente; poner fín a la privatización de los servicios públicos (sanidad y educación) derogando las normas (art 90 de la Ley General de Sanidad, 47 de la LODE, etc) que la permiten; defender la paz, exigir un alto el fuego que pare la matanza en Gaza y Ucrania, y garantizar una política exterior de nuestro país que nos aparte de las guerras que el imperialismo azuza, etc.
El movimiento sindical, pese a la crudeza del momento, sigue desunido, ensimismado, en silencio, buscando la “paz social” y la concertación con una patronal salvaje e insaciable, cuyos beneficios aumentaron más de un 25% en 2023. La campaña “salario o conflicto” de 2022, ha quedado en nada, lo mismo que el V AENC, firmado en 2023 que preveía subidas del 4% frente a una subida de los alimentos del 11.8%, para ese año.
Así no podemos seguir. Es preciso que las organizaciones sindicales asuman su obligación para organizar una respuesta contundente de nuestra clase a este estado de guerra social. Este Primero de Mayo debemos exigir de los dirigentes sindicales una actitud responsable. No es con “diálogo social” con nuestros enemigos de clase, no es con paz social, como vamos a lograr avanzar en derechos, sino con la lucha, unidos y firmes. La consigna que se repite en las manifestaciones: “gobierne quien gobierne, lo público, lo de todos, se defiende” resume una evidencia que se abre paso en el movimiento obrero y popular: el único gobierno “amigo” es el que defiende nuestros derechos; la única garantía de avance democrático, es la lucha.
Este primero de Mayo el PCE (m-l) llama a la unidad de nuestra clase, a la Unidad Popular frente al capital y frente a la monarquía, el Estado impuesto por el franquismo, que ataca nuestros derechos y amenaza nuestra seguridad y la de nuestras familias.
VIVA EL PRIMERO DE MAYO