Cte de Euskadi del PCE(m-l)
Este 21 de abril los ciudadanos vascos están convocados nuevamente a las urnas, en este caso para elegir un nuevo Parlamento y con ello un nuevo Lehendakari, dado que Iñigo Urkullu, en el cargo desde 2012, ha sido apartado por su partido, apostando por un nuevo candidato surgido de su aparato como es Imanol Pradales con la clara intención de intentar frenar el ascenso que las encuestas otorgan a Bildu y su candidato Pello Otxandiano.
Por su parte el PSE, presenta a Eneko Andueza, su actual Secretario General, en sustitución de Idoia Mendia. El resto de candidaturas no parecen contar nada en esta cita electoral, ni el binomio reaccionario PP-VOX, ni la izquierda reformista con Miren Gorrotxategi que repite candidatura por Elkarrekin Podemos, o con Alba Garcia que es la nueva apuesta de Yolanda Diaz y Sumar para Euskadi.
La división producida dentro de esta izquierda reformista, que contaba con seis parlamentarios, cuatro de Podemos y dos de IU-PCE, puede dejarlos sin representación parlamentaria, lo que equivale a quitar el oxígeno a unas organizaciones que solo viven de la actividad institucional, sin ningún tipo de presencia real en los conflictos sociales del pueblo trabajador vasco y más preocupada por su luchas internas.
La cuestión es que, en Euskal Herría sufrimos el descenso del sector industrial, con la precariedad que ello conlleva para la clase trabajadora: sueldos mas bajos y exentos, en realidad, de derechos laborales.
En Euskadi estamos sufriendo, también, el deterioro constante, cuando no la liquidación, de nuestro sistema público de salud (Osakidetza), en beneficio del sector privado.
En Euskadi, el Gobierno potencia descaradamente la enseñanza privada elitista, tanto religiosa como del sistema de Ikastolas, frente a una enseñanza pública, laica y gratuita que permita integrar además a las nuevas migraciones.
En Euskadi los pensionistas se siguen manifestando todos los lunes en defensa de un sistema público de pensiones, ante la apuesta clara del Gobierno Vasco por los planes privados de pensiones y las EPSV.
En Euskadi el Gobierno subvenciona a las empresas armamentísticas que producen sufrimiento a los pueblos de Palestina, Yemen, Sahara, etc.
En Euskadi padecemos los precios de vivienda más elevados del Estado, que impiden a la clase trabajadora y a la juventud el acceso a una vivienda digna. En Euskadi carecemos prácticamente de una política de vivienda social y de alquiler que ponga límites a la carestía del mercado capitalista de un bien tan necesario como la vivienda, que permita a nuestra juventud emanciparse.
En Euskadi, también padecemos la carestía de los alimentos, que no se ve compensada con el consiguiente aumento en los salarios que pagan las empresas, que cada vez obtienen más beneficios.
En definitiva, los trabajadores y el pueblo vascos, sabemos que, con independencia de qué fuerza obtenga más votos (PNV o Bildu) y de a quien dé finalmente su apoyo el PSE (con toda probabilidad al PNV), ninguna de las fuerzas que se presentan a las elecciones pone en cuestión el régimen monárquico que condiciona de una forma determinante la solución a los principales problemas que afronta nuestra clase.
En el conjunto del Estado la derecha reaccionaria del PP y Vox pisotea a diario las conquistas de nuestra clase; en Euskadi ese papel lo ejerce el PNV, una fuerza política de derecha que no ha dudado tampoco en apoyar con su voto gobiernos reaccionarios del PP en el Estado.
En estas elecciones es posible un cambio en el Gobierno Vasco, pero los dirigentes de Bildu saben también que dentro del marco constitucional monárquico no es posible avanzar de verdad, ni tampoco ejercer el derecho a la autodeterminación; por lo que, sin abandonar su creciente institucionalización, sin salir del marco del régimen monárquico, solo podrá ejercer una política reformista que, como ha demostrado el gobierno de coalición en el Estado, no evitará la constante pérdida de derechos democráticos, sociales y políticos.
De modo que para los trabajadores y las clases populares, frente al ascenso del fascismo y el envalentonamiento del gran capital, la cuestión está planteada en estos términos: o avanzamos hacia la unidad popular republicana para romper con el régimen, o no habrá una solución a los problemas reales de los trabajadores.
Necesitamos por tanto la unidad de los trabajadores en un único bloque popular que aglutine todas las luchas obreras y democráticas, actualmente dispersas, y haga frente a una burguesía, tanto nacional como vasca, cuyo objetivo es la perpetuación de la monarquía y, por tanto de sus privilegios. Un bloque republicano que recoja y resuelva favorablemente las necesidades, laborales, sociales, políticas e históricas de la clase trabajadora vasca. La alternativa pasa ineludiblemente por una ruptura con el régimen monárquico y por una acumulación de fuerzas por la III República y el Socialismo.