P. Villa
Camaradas y amigos,
Hace un año nos faltó el camarada Raúl Marco, dejando tras de sí un silencio atronador para los comunistas de nuestro país, y de todo el mundo.
Raúl Marco fue uno de esos pocos hombres genuinamente imprescindibles, como dijo el poeta. Dedicó su vida a nuestra clase, a la lucha, al Partido, convirtiendo en hechos las consignas y contribuyendo, como uno más, a la causa gloriosa de la revolución.
Ya antes de la fundación de nuestro partido, en la lucha ideológica contra los revisionistas, el camarada Raúl demostró una rectitud en los principios, una defensa férrea del marxismo-leninismo que nunca fue fácil llevar hasta sus últimas consecuencias, pero menos aún en el contexto de la clandestinidad y el exilio. Una vez fundado el Partido Comunista de España (marxista-leninista), Raúl se convirtió en un elemento clave para el movimiento comunista español e internacional, y volcándose posteriormente en el desarrollo de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxistas Leninistas. No voy a hacer un repaso de todos sus logros (de hecho, creo que no le haría ninguna gracia). Que hoy, ante su tumba, nos reunamos tantos camaradas, amigos y compañeros, dice más de este hombre que toda biografía que pueda ser escrita.
Raúl era más que un camarada. Los que tuvimos la suerte de ser invitados a su casa, entrábamos a contemplar una vida de recuerdos, de conocimientos, de objetos, fotografías que el camarada acumulaba después de décadas de lucha. Su biblioteca, el cuadro de Elena, su foto en la guerrilla del Tigré y todo lo demás nos daba testimonio de la grandeza silenciosa de un comunista íntegro que nunca abandonó sus principios ni se apartó de la lucha. El camarada sabía transmitirnos en sus intervenciones la experiencia y el saber obtenido durante toda una vida. Cuando él hablaba, y cuánto daríamos hoy por escucharle una vez más, todos callábamos no por una cuestión de rango o disciplina, sino porque en sus discursos no había gota de pedantería o excesos, si no océanos de conocimiento, altura de miras y didáctica. Raúl era así porque, humildemente, escuchó con hambre hasta el final de sus días. Se interesaba por la juventud, por lo que pensábamos de una u otra cuestión, nunca se desconectó, ni un minuto, de la actualidad mundial, las viejas convenciones nunca las daba por definitivas.
Detrás del hecho de que Raúl se empeñase tanto en recordarnos que solo era un hombre más, un comunista más, no solo estaba su humildad y su lucha contra el culto al líder, si no que constituía el mejor recordatorio de que nosotros, como comunistas y como seres humanos, podemos ser mejores. Podemos y es nuestro deber seguir su ejemplo y el de todos los otros camaradas que nos han precedido, alzar bien altas sus banderas, rojas y republicanas, y enfrentarnos a nuestra tarea militante con un espíritu de abnegación y convicción. Sin miedo, sin prisa, pero, sobre todo, sin pausa. Somos militantes comunistas. Dedicamos nuestro tiempo, nuestra energía, nuestra vida, hasta sus últimas consecuencias, al futuro. Porque sabemos que el comunismo no es la mejor opción, si no la única, para la supervivencia y la dignidad de nuestra clase. Nuestros principios son inamovibles no por dogma o mandato divino, sino por justicia, por respeto a nuestra clase y a la humanidad. Jamás renunciaremos al internacionalismo. Jamás daremos un paso atrás en la lucha por la autodeterminación de los pueblos. Nunca abandonaremos la lucha por la consecución y la defensa de la república popular, el socialismo y el comunismo. Por muy complicado que nos lo pongan, aunque paguemos con la pobreza, el exilio, o la vida. Estaremos y nos mantendremos, sin dar un paso atrás. Se lo debemos a los camaradas que pusieron el cuerpo para que hoy estemos, todos, aquí.
El camarada Raúl bien insistió en que sin Juventud no hay Partido. Los militantes de la Juventud Comunista de España (marxista-leninista) afrontamos a finales de este año un proceso congresual que marca un momento clave para nuestra organización. Necesitamos poner a punto organizativamente a la Juventud del Partido, para cumplir las tareas que nos son encomendadas. Somos la escuela de militantes, tenemos que formarnos, en la teoría y en la práctica, para ser, camaradas, quienes dirijamos el Partido en el futuro. Nunca se sabe suficiente. Nunca se ha leído todo ni se ha dicho la última palabra. Formémonos como comunistas, y como humanos. Y no solo en teoría marxista. Escuchemos música, leamos poesía, empapémonos de todas las artes y conocimientos humanos para ser mejores personas y mejores camaradas. Este año lo vamos a cerrar con la ilusión de haber conseguido reconstruir nuestra organización en un contexto en el que no era ni mucho menos fácil. Tenemos que estar especialmente agradecidos a los camaradas del Partido que siempre nos guiaron y acompañaron. Es un momento ideal para dar una vuelta de tuerca en nuestro nivel de implicación en la lucha, que nos permita dar un salto cualitativo como comunistas. Nunca nos sirvieron de nada los militantes de biblioteca. Leamos, sí, leamos mucho y discutamos lo leído con los nuestros, pero mientras estamos en el fango de la realidad. Manchémonos de errores, pues el único perfecto es el que nunca intenta nada. Aprendamos de ellos y aprovechemos el saber colectivo y el intercambio de experiencias con nuestros camaradas. Aprendamos a mantenernos, pase lo que pase, en la línea de fuego. El capitalismo con el activismo nos impone unos ritmos y unas expectativas irreales que buscar cumplir solo puede generar frustración. Camaradas de la juventud, olvidemos la inmediatez. Olvidemos las dinámicas de esfuerzo y recompensa capitalistas. Rechacemos las formas de pensar y actuar que venden un pan mañana por tener una migaja hoy. No se trata de ser más, sino de ser mejores, y de serlo, siempre. Trabajemos hoy por el mañana. Si lo hacemos firmemente, sin perezas, sin doblegarnos, pronto veremos la revolución como una posibilidad, como una necesidad, y no como una quimera. Quitémonos las anteojeras, tenemos todo por ganar, y depende de nosotros mismos.
El camarada Raúl Marco fue un ejemplo a seguir. Mientras unos seguían el camino de la traición, el fraccionalismo y el abandono de la lucha, él siempre se mantuvo inflexible en los principios. Aquellos que se han atrevido a lanzar sobre él las más viles calumnias y mentiras, han sido sistemáticamente, por suerte para ellos, olvidados. Raúl en cambio, vive en los corazones de aquellos comunistas de todo el mundo que tuvimos el honor de conocerle. Y vivirá siempre, como lo que fue: un comunista honesto, inflexible en los principios y un ser humano admirable, que amaba la vida y hizo todo lo humanamente posible para hacer de este mundo un lugar mejor.
Lo dijo Bertolt Brecht:
«Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.
Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles».
¡Viva el Camarada Raúl Marco!
¡Viva el Partido Comunista de España (marxista-leninista)!
¡Por la República y el Socialismo, hasta el final!