Comité de Madrid del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Es el momento de pasar de la indignación a la organización para dejar de ser vasallos de un Régimen que nos quiere callados, ciegos y mudos ante los abusos y privilegios de la oligarquía.
Como si de un patético “Míster Marshall” se tratara, la visita de Juan Carlos el Fugado ha obligado a Gobierno y oposición a pronunciarse ante la gira relámpago que el “emérito” se ha montado para este fin de semana. No se trata de si ha dado o piensa dar “explicaciones” por sus trapicheos, negocios e infidelidades (políticas y personales), como pretende la moderada izquierda institucional; mucho menos de que “su majestad” no tenga ninguna cuenta pendiente con la justicia, como dicen los “patriotas” de la derecha, pues todos sabemos que son precisamente su justicia y su constitución las que blindan sus andanzas e impiden investigarle. El problema está al fondo de la cuestión, en la impunidad que de hecho disfruta el jefe del Estado en España, y que lo asemeja a sus queridos amigos de las teocracias absolutas de Oriente Medio.
Mientras los trabajadores, los jóvenes estudiantes, los agricultores y pequeños empresarios, la mayoría trabajadora en definitiva, afronta un futuro cada vez más incierto y lleno de amenazas; los grandes empresarios, los servidores de un régimen agotado, lleno de basura de la cabeza a los pies, y las altas señorías que deciden qué medidas se aplican y a quien, para cumplir los compromisos adquiridos y salvar el culo a la oligarquía del país, campan libremente pisoteando los derechos de la mayoría; la ley y la justicia se achican o se estiran según sea la riqueza y el nombre del interesado. La ley del embudo es, en fin, la única vigente en España.
Los mismos tribunales que desahucian a familias trabajadoras o condenan por injurias a quien pone en duda la honorabilidad de “sus majestades”, agachan la cerviz ante un corrupto impenitente. Las mismas instituciones que hacen la vista gorda ante las tropelías de una oligarquía empresarial y financiera que impone su interés particular sobre el general, y recurre siempre al estado para imponer los recortes que sean necesarios, privatizando ganancias y socializando pérdidas, reclaman ahora un “pacto de rentas” y hablan de compromiso con el futuro. La misma calaña fascista que exige el cierre de nuestras fronteras a los trabajadores extranjeros e insulta a quienes se organizan para defender sus derechos, corre a tender una alfombra roja a los pies de caudillos y oligarcas de cualquier país cuando hacen sonar el bolsillo.
No se trata, pues, de que Juan Carlos el Fugado dé explicaciones, o Felipe el Preparado tenga a bien contarnos cómo están sus cuentas corrientes (si nos queremos tragar el cuento ya es cosa nuestra), sino de terminar por fin con la anomalía democrática de una jefatura del Estado fuera de la ley. No caben reformas ni maquillajes; la única salida posible es una ruptura democrática en forma de Tercera República.
La “escapada de fin de semana” de Juan Carlos el Fugado y la cobarde postura de Felipe el Preparado (escondido como está agasajando al tirano de Qatar para que nos deje alguna propina manchada con sangre), son una provocación contra nuestra dignidad como presuntos ciudadanos y no vasallos. La indignación que provocan debe ser el motor de nuestra organización popular, el argumento para reunirnos con nuestros vecinos y nuestros compañeros de trabajo y estudio, y organizar asambleas populares republicanas que preparen la ruptura con esta anomalía democrática.
NO HAY CAMBIO SIN RUPTURA
VIVA LA TERCERA REPÚBLICA
Comité de Madrid del Partido Comunista de España (marxista-leninista)