Secretariado del PCE(m-l)
A la espera del voto de los residentes en el extranjero, el resultado de las elecciones del 23 de Julio confirma que las dos fuerzas que hasta ahora han encabezado los sucesivos gobiernos que se han sucedido en la administración de los asuntos del régimen: PSOE y PP salen reforzados. Ciudadanos ha desaparecido del mapa político, Vox ha perdido 19 diputados y Sumar, a pesar de haber logrado “unir” coyunturalmente a toda la izquierda institucional en sus listas, ha perdido 7 escaños, respecto de las últimas elecciones Generales de 2019. Esto no quiere decir que el régimen se haya recuperado de la crisis política que arrastra desde la crisis de 2007.
La convocatoria de las elecciones en pleno verano no era solo la apuesta electoral del PSOE para evitar un castigo mucho mayor si se hubieran celebrado a finales de año como tocaba; lo que se buscaba era preparar el campo para la aplicación del programa de recortes que necesita la oligarquía y que se anticipa brutal1.La oligarquía y sus valedores no están para juegos y necesitaban el terreno político “ordenado” para el combate de clases. Estas elecciones simplemente han determinado el final de las veleidades de los sectores de la burguesía “díscolos” con el sistema.
Pero no se ha puesto fin a la tensión. Si finalmente no se tienen que convocar nuevas elecciones para finales de año (algo que ahora mismo parece improbable, aunque no imposible) y sea cual sea el gobierno que se constituya, nacerá débil al estar en minoría; y necesitará realizar difíciles equilibrios entre las diversas fuerzas burguesas que están lejos de hacer concesiones sin contrapartidas a cambio.
Los portavoces de SUMAR en sus primeras declaraciones valoran su resultado como un apoyo explícito a la política de pactos y paz social que han venido haciendo. Los datos objetivos sin embargo prueban que ese es un sueño más de los oportunistas: a pesar de que han recibido muchos votos prestados de quienes intentaban con ello parar a la derecha neofranquista, a pesar también de que la abstención ha bajado cuatro puntos, los partidos integrados en SUMAR han perdido cerca de 600.000 votos respecto a las últimas Elecciones Generales.
A pesar de todo, a tenor de las declaraciones de sus dirigentes, SUMAR se sigue ofreciendo para apoyar la política del social liberalismo. Yolanda Díaz, el aparato del PCE, IU, Más Madrid y Podemos se proponen para continuar en coalición con el PSOE la política de pactos y paz social que estos cuatro años ha cerrado en falso los compromisos adquiridos en 2019 al constituir el Gobierno de coalición, una política que ha colado de rondón medidas como la Ley de 9 de junio de 2022 “Para el impulso de los planes de pensiones de empleo”que supone un paso de gigante hacia la privatización de las pensiones.
Muchas veces hemos dicho que las clases populares no pueden esperar una ayuda efectiva de fuerzas como estas que aceptan plenamente el marco de la Constitución monárquica y consideran que la única manera de avanzar es pactar con los enemigos de clase que por su parte quieren zanjar cuentas con los derechos sociales que quedan para convertirlos en negocio.
A estas alturas todos sabemos que ninguno de los principales derechos políticos tampoco están plenamente garantizados por el régimen. Pero la izquierda reformista que ha aceptado los márgenes establecidos en 1978 cierra los ojos ante esta evidencia; incluso los independentistas más radicales saben y aceptan que el libre ejercicio del derecho de autodeterminación es una quimera en el marco actual y su actitud ha pasado a ser la de acompañar al gobierno esperando que al menos no se vaya más allá como pretende la derecha más reaccionaria.
Para el proletariado la pelea continúa. Es el momento de avanzar hacia una unidad consciente para conquistar un futuro democrático y popular. Únicamente se ha evitado que la constitución de un Gobierno reaccionario PP-VOX acelerara aún más la aplicación de los recortes sociales en marcha y fuera aún más allá en los recortes de derechos políticos. Únicamente se ha ganado tiempo.
Pero ahora es preciso saber qué nos estamos jugando. La Unión Europea ya ha advertido de la inminente aplicación de programas de “disciplina fiscal” que traerán como consecuencia una reducción del gasto público y consecuentemente un agravamiento de la crisis social; por eso, sean cuales sean los pactos que lleven a la formación del nuevo gobierno, probablemente del PSOE (solo, o en coalición, con más o menos apoyos explícitos) empieza un periodo de lucha en el que debemos ser capaces entre todos de alcanzar acuerdos, organizar a las masas y enfrentar en la calle las políticas que buscan avanzar en la privatización de la sanidad, la educación, las pensiones y otros servicios públicos; las políticas de recortes laborales, políticos y sociales tantas veces encubiertos como “mal menor”, la implicación en el militarismo y la guerra, etc.
En nuestro anterior llamamiento decíamos que esta tarea: no va a ser fácil porque enfrente tenemos un Estado que se prepara para endurecer su política y seguir avanzando en la liquidación de los derechos que hemos conquistado…Pero se ha avanzado mucho en esa dirección y esta cita electoral, si todos estamos a la altura de nuestra responsabilidad, no va a pararnos.
A partir del otoño, los trabajadores no debemos seguir consintiendo más el silencio cómplice de los dirigentes sindicales, ni el ensimismamiento de su “izquierda amiga”; en ello nos va buena parte del futuro inmediato. Ellos empezarán la aritmética parlamentaria, la política de pactos. Nuestra tarea es otra: unir a todos los sectores populares junto a la clase obrera, movilizar a las mujeres, los barrios, el mundo de la cultura en la defensa de los derechos económicos, políticos y sociales de la mayoría, gobierne quien gobierne,
Hay fuerza para empezar el camino y se ha demostrado también en estas elecciones. No caben más esperas porque el enemigo de clase no va a tardar en volver a golpear.
1-La Unión Europea, cuyo Banco Central viene subiendo los tipos de interés desde hace un año, ya ha advertido de que a partir de este otoño va a aplicar un duro programa de “ajuste fiscal” que conllevará recortes en los servicios públicos, refuerzo de las privatizaciones y límites estrictos al gasto público”