Comunicado del CC del PCE(m-l)
Abril de 2023. Estamos inmersos en una crisis económica que se vislumbraba ya antes de la pandemia del Covid-19. Se viene desarrollando y expresión de la misma es el colapso de los bancos SVB, Credit Suisse y, hace pocos días, Deutsch Bank, que ya han contagiado a la banca europea y española, sin menoscabo de futuras y sucesivas quiebras y que se extienda a otros sectores de la economía.
Llueve sobre mojado, la crisis se ha trasladado a la sociedad y se ceba sobre la clase obrera: la pobreza se extiende, hay una depreciación de salarios y pensiones, una alta precariedad, una escalada de la inflación subyacente, de la carestía de la vida. Al tiempo, un deterioro programado y privatización de los servicios públicos. El golpe recae también sobre el resto de clases populares, incluida una pequeña burguesía agobiada por las deudas, los precios de los alquileres, de la electricidad,…, que es empujada a abrazar propuestas reaccionarias y fascistas.
Mientras, las grandes corporaciones empresariales, los oligopolios de la energía y la banca obtienen beneficios escandalosos. La clase trabajadora, que es quien crea la riqueza social, ve cómo la clase capitalista se apropia de ella, resultado de la lógica del capital y de la aplicación de determinadas políticas por parte del Estado.
El “Gobierno más progresista de la historia” ha incumplido sistemáticamente sus promesas: derogación de la reforma laboral, de la reforma de las pensiones, de la Ley Mordaza, la aprobación de una nueva Ley de Vivienda,… Un gobierno que no ha hecho nada efectivo para que la banca devolviese los miles de millones de euros que en su día les prestó el estado; que nos ha embarcado en una guerra de imprevisibles consecuencias, encadenado aún más al carro del imperialismo otanista y traicionado al hermano pueblo saharaui.
Las políticas y medidas que ha desplegado han sido incapaces de revertir el aumento de la desigualdad, el enriquecimiento masivo de los capitalistas y el empobrecimiento de las clases populares porque “… chocan contra una estructura empresarial dominada por oligopolios que controlan todos los sectores económicos, (…). (Informe aprobado por nuestro CC, marzo de 23).
El Gobierno de coalición, por su naturaleza de clase, no se ha enfrentado en ningún momento a esa “estructura empresarial”, a la banca, al sector energético, a la industria de la alimentación,…, por lo que ha sido incapaz de dar solución a los agudos problemas de la mayoría social. En esencia, este gobierno ha sido un gestor de las cosas del capital, intentando, por la intervención del yermo reformismo, limar los aspectos más agresivos y sangrantes de su ofensiva.
UP se ha mostrado como lo que es, representante de una pequeña burguesía timorata que prefieren ponerse del lado de la oligarquía que (y en contra) del pueblo; adalides de un parlamentarismo estéril, al servicio, en última instancia, del neoliberalismo, de la democracia liberal, que hace política entre bambalinas y tiene miedo a que la política salga de las angostas instituciones a las que sacralizan; de un reformismo que huye de y ahuyenta todo movimiento obrero y popular que ponga mínimamente en cuestión el statu quo, como vimos recientemente con el movimiento de pensionistas. Al ir en coalición en el gobierno ha ligado su destino a un partido abiertamente neoliberal (si bien con ciertos tintes sociales), pilar del régimen y embarcado como el que más en guerras de rapiña y bloques imperialistas. Su actitud y línea políticas han creado frustración y desencanto en quienes confiaron en ellos; desafección política de amplias masas, sectores de las cuales viven una situación desesperada que las puede echar en brazos de la extrema derecha; da munición a ésta; e indispone a la población contra todo lo que sea izquierda.
En este contexto, el fascismo, siempre latente, al amparo de un régimen que lo mantuvo vivo, de unos medios de comunicación que lo blanquean y alimentado por los errores del reformismo y unos problemas sociales que el gobierno ha sido incapaz de solucionar, saca cabeza, se desarrolla, crece y está instalado en prácticamente todas las instituciones del Estado (poder judicial, Congreso, parlamentos, policía, ejército). Junto al PP, van haciéndose fuertes para asaltar el último bastión: el gobierno central. Con ese objetivo preparan las próximas elecciones municipales y autonómicas, y las generales de noviembre. Serán éstas fuerzas las que apliquen a rajatabla el programa máximo del capital y nos condenen a la clase obrera y clases trabajadoras a mayores cuotas de esclavitud y explotación, a la pérdida de derechos y conquistas laborales, sociales y políticas, a una mayor represión del movimiento obrero y popular.
En esta situación, la abstención en las próximas elecciones es un craso error; no es otra cosa, se quiera ver o no, que dar votos a los peores enemigos del proletariado y los pueblos de España: la reacción y el fascismo; sería fortalecerlos institucional, política y socialmente, y dificultar la labor de lucha, organización y fortalecimiento del movimiento obrero y popular. La clase obrera, los trabajadores, tenemos que votar, y ni un solo voto que salga de nuestras filas debe ir a la derecha y extrema derecha franquistas.
Somos conscientes, como hemos dicho, de que el reformismo (más allá de los nombres que se ponga) ha traicionado las expectativas de miles de personas; no es la alternativa al paro, a la precariedad, a los graves problemas que enfrenta nuestra sociedad; porque acepta y defiende las “reglas de juego” de la Constitución y Régimen del 78, desfavorables para la clase obrera y sectores populares; plantea medidas y propuestas, pequeñas reformas, que no lo cuestionan y que pudiendo suponer algún avance (a veces ninguno), al no romper con aquellos, serán echadas abajo a la primera de cambio. Somos conscientes de todo ello… pero necesitamos tiempo; tiempo para organizarnos, para ayudar a organizar a nuestra clase, a los sectores populares. Necesitamos tiempo para acumular fuerzas sociales, sindicales, políticas, con el fin de parar las agresiones del capital, de impedir la realización del programa de la oligarquía y de la reacción contra las clases trabajadoras y pueblos de España, para avanzar en la construcción de la unidad popular, de una alternativa política organizada que plante cara al gran capital y al régimen del 78 con la perspectiva de su superación, la instauración de una república y dotarnos de una constitución republicana, que sean fieles representantes y reflejo de las clases populares y sus intereses, ponga todos los resortes del Estado a su servicio, barra las bases del fascismo, consolide conquistas y garantice el avance social y económico.
Y es que la Constitución del 78 ha demostrado ser papel mojado (derecho al trabajo, a la vivienda, a la sanidad,…), ampara un régimen heredero del franquismo y trufado de franquistas, carcomido de pies a cabeza por la corrupción, donde los elementos y derechos democráticos van siendo cercenados; un régimen cuyo entramado legal-administrativo está al servicio de los poderes económicos, donde las leyes privilegian a los intereses privados en contra de los colectivos e imposibilitan la justicia en beneficio de especuladores y delincuentes de guante blanco. Es un régimen que santifica el “mercado” y, por tanto, repudia la necesaria intervención estatal para, por ejemplo, controlar los precios, acabar con la especulación inmobiliaria o desarrollar una sanidad pública de calidad; constriñe, por tanto, cualquier avance significativo en favor del proletariado y sectores populares.
Mas para torcer el brazo a la poderosa clase dominante y avanzar en esos objetivos necesitamos acumular fuerzas, un potente movimiento social. Y para ello, como decimos, necesitamos tiempo. Por esta razón, el PCE (m-l) hace un llamamiento a los destacamentos y fuerzas de la izquierda rupturista, a los desilusionados por el reformismo, a los trabajadores y pueblos, en general, a la movilización, la organización y la lucha; a la unidad contra la ofensiva del capital y sus esbirros; a dar pasos serios en la construcción de la unidad popular en torno a un programa antioligárquico, de superación del régimen del 78, de nacionalización de los sectores estratégicos del país, de creación de una banca pública, de enérgico desarrollo del tejido industrial y de los servicios públicos, de reversión a manos públicas de los servicios privatizados, de aplicación de una fiscalidad fuertemente progresiva y ejecución urgente de un paquete anticrisis.
Camaradas, compañeros, trabajadores, ¡adelante!
¡No a la abstención! ¡Ni un voto a la derecha! ¡Ni un voto al fascismo!
¡Por la organización y unidad de la izquierda y popular, hacia la ruptura!