Comité Territorial del PCE (m-l) en Castilla y León
16 de febrero de 2022
Aunque lejos de la mayoría de la cámara, ganó las elecciones el PP, con el 31,4 % de los votos y 31 escaños. Mas, a nadie se le escapa que quién triunfó fue, lamentablemente, Vox, que pasa del 5.5 % al 17,6 %, y de 1 a 13 escaños. No obstante, también triunfaron la abstención (36,6 %), que expresa el desencanto y hartazgo de determinados sectores populares, sobre todo de aquellos que viven en los barrios más deprimidos de las ciudades, por las políticas de los partidos burgueses, y la candidatura Soria ¡Ya!, con más de un 42 % del voto en la provincia y más del 50 % en la capital, también reflejo del mismo hartazgo, del abandono por parte de esos partidos y las instituciones y de la necesidad de dar solución a problemas estructurales enquistados durante décadas (falta de industria, servicios públicos, transporte, infraestructuras,…), proyecto al que los sorianos (equivocados o no) ven como ilusionante. En este sentido, A. Ceña (procurador electo de esa formación) declaraba: «Es para reflexionar porque el 42,05 % del electorado ha confiado en nosotros y creo que es un aviso para navegantes por el tipo de política que estaban haciendo los partidos mayoritarios«.
Por su lado, el PSOE obtiene el 30 % de los votos y 28 procuradores: pierde 7, respecto a 2019, y no logra su objetivo: desbancar de la Junta al PP. Quienes sufren el mayor varapalo son Ciudadanos, que pasa de 12 a 1 escaño, y Unidas Podemos, de 2 a 1, con poco más del 5 % de los votos.
Así las cosas, salen reforzadas las fuerzas de la reacción. El PP lleva gobernando 35 años en esta comunidad. Las elecciones consolidan una legislatura aún más escorada a la derecha, con la posibilidad de que Vox forme parte de la Junta: Abascal insiste en que su “partido tiene el derecho y el deber de formar parte del gobierno de Castilla y León”, y que “si ese derecho no se respeta, votaremos en contra de cualquier investidura”. Esto abriría una vía de agua al PP, que viene posicionándose como de derecha centrista y antipopulista, tanto en el plano interno como de cara a las elecciones generales.
Destaca que, en líneas generales, en las provincias con grandes núcleos urbanos, como Valladolid, León y Burgos hay un mayor voto a las formaciones autodenominadas de izquierdas. Además este voto se concentra en las grandes ciudades y capitales de provincia así como núcleos poblacionales mayores. Es en ellos donde hay una mayor proporción de clase trabajadora. Dentro de la ciudad, son los barrios obreros y populares, muchos en la periferia de las ciudades, donde PSOE y Unidas Podemos obtienen mejores resultados, por delante del PP y Vox. Y es aquí donde éste pincha, lo que nos habla de la clase obrera como principal sector social que pone freno a la reacción y al fascismo.
A nuestro partido en modo alguno le es ajeno las elecciones ni la correlación de fuerzas en las instituciones, pero también tenemos claro que las conquistas sociales, económicas y políticas no se logran exclusiva ni fundamentalmente en el seno de las mismas; que aunque hubiera sido mayoría las fuerzas de “izquierda” no se hubieran resuelto los principales problemas de la mayoría trabajadora; y que en el momento presente la clase obrera está huérfana políticamente: no tiene representación política ni en las Cortes de Castilla y León ni en las de España, ni existe ninguna fuerza, con implantación social, que exprese y defienda sus intereses vitales e históricos.
Tampoco Unidas Podemos, cuya naturaleza pequeña burguesa se pone en evidencia un día sí y otro también, como quedó patente con su proyecto estrella: la Reforma laboral, que no es otra cosa que un blindaje de la pérdida de derechos de los trabajadores, una reforma al servicio de la patronal. Esto ayuda a explicar el batacazo que lleva sufriendo Podemos desde, prácticamente, que se presentara a sus primeros comicios (La operación Yolanda Díaz responde a eso), siendo el resultado del domingo continuación del mismo.
Por otro lado, esa línea política de Unidas Podemos, Podemos e IU, nos da algunas claves de la debilidad, dispersión y confusión del campo popular y del desenvolvimiento de la extrema derecha y del fascismo. Su política centrada casi en exclusiva en las instituciones; su cada vez mayor alejamiento de los problemas de las amplias masas trabajadoras; su abandono de un discurso de clase centrando su eje de acción y discurso en las políticas de identidad (feminismo, ecologismo, animalismo,…), mientras Vox habla de clase obrera; ir de la mano de la patronal y de unas cúpulas sindicales que traicionan a su clase; su apetencia por los sillones ministeriales y, en general, institucionales (sin perfil propio, es normal que el voto útil tenga más fuerza); sus políticas reformistas, estériles para solucionar los problemas del país y de las clases trabajadoras, que se agudizan, y su integración plena en el sistema, mientras Vox se muestra como referencia antisistema, antistablishment; todo ello hace aumentar el abismo entre esta opción política y las clases populares así como el caldo gordo a Vox y al fascismo. No queremos decir que el avance de la reacción es debido solo a esta política (obedece a múltiples factores como su patrocinio y apoyo por grandes empresas, su blanqueo por los medios, etc.), pero es necesario señalar, si queremos ver y forjar una alternativa, que es un factor que coadyuva a ello: La ideología y la política, como la naturaleza, rehuyen el vacío.
Por otro lado, no podemos perder de vista que estamos ante una comunidad con un fuerte peso del mundo rural, de la agricultura y la ganadería. El peso de la industria, en relación con otros territorios y el conjunto del país, es pequeño. Una de sus consecuencias es la emigración forzosa de miles de nuestros jóvenes. Los problemas y dificultades económicas que tiene el agro y las movilizaciones que se vienen desarrollando han sido explotados hábilmente por la derecha y, sobre todo, la extrema derecha que tiene una fuerte implantación en “sindicatos” agrarios como Asaja. La política agraria de esta izquierda revisionista y postmoderna no va más allá, la mayoría de las veces (y no en pocas ocasiones da armas a la extrema derecha), del simple ecologismo sin perspectiva de clase, cuando, como señalábamos en relación con un interesante artículo de Pedro Lópeh (“Sobre el hundimiento de la izquierda en el campo”), “Es urgente dar forma a una política de carácter popular dirigida a amplios sectores de trabajadores del campo y que atienda a sus intereses materiales y circunstancias culturales, de manera que podamos disputar la hegemonía a la derecha y al fascismo y señalar a los verdaderos enemigos del campesinado”.
Nos llama la atención, que en la misma noche de las elecciones se “movieran”, por parte de gentes de “izquierdas”, mensajes que retrataban a Castilla y León, a modo de metáfora (o no), con una imagen de la película “Los Santos Inocentes”: harapientos, atrasados y retrasados, serviles. ¿Qué ciudadano de nuestra comunidad no se sentiría ofendido por ello? ¿No se les está empujando, así, a los brazos del fascismo?
No, ese no es el camino. Tampoco el que recorre la izquierda reformista que, por lo dicho, es peligroso. Hay que andar, y con paso firme, en otra dirección. Es perentorio reforzar a la clase obrera, el movimiento obrero, el campo popular; es necesario estar allí donde esta nuestra clase, con sus problemas, inquietudes, conflictos y luchas, aunando voluntades, agrupando fuerzas pero con el objetivo claro de romper con el régimen, de combatir con firmeza, desde todos los espacios posibles, a la oligarquía. Solo ligados a las clases trabajadoras, impulsando su movilización, organización y lucha podremos hacer frente al fascismo. Los lloriqueos y quejas poselectorales de nada sirven; las teatrales soflamas del tipo “Alerta antifascista” solo son palabras vacías que nos distraen y se las lleva el viento.
¡Hay alternativa, que pasa por la lucha popular organizada!; no podemos caer en la desesperanza, la apatía; no puede haber espacio para el derrotismo, que actúa como un caballo de Troya. El PCE (m-l) no nos resignamos. Tenemos claro el camino a recorrer, tenemos claro quién es el enemigo de clase y quiénes son los amigos y la vanguardia de esa lucha, la clase obrera; solo combatiendo, firmes, unidos, organizados, venceremos.
¡Combate sin cuartel al fascismo, combate a la oligarquía y su régimen!