Un enfoque comunista sobre la cuestión del derecho de las naciones a la autodeterminación en la época del imperialismo
Sobre la teoría:
En su análisis sobre el derecho a la autodeterminación de las naciones en la época del antiguo sistema colonial, Lenin se enfrentó duramente a los nacional-chovinistas de la Segunda Internacional. Estos defendían el derecho del imperialismo europeo sobre sus colonias. Pensaban que la colonización de otras naciones como un derecho natural de sus países y, generalmente, no estaban dispuestos a reconocer el derecho a la autodeterminación de otras naciones. Este derecho comprende elementos burgueses e implica una expresión de la realización de la realización de la democracia o el reconocimiento de la democracia burguesa en el país en cuestión. Para los comunistas, sin embargo, la democracia no es un principio puro, absoluto, irrefutable, sagrado o sin implicación de clase. La democracia siempre ha tenido un componente social y de clase, y este concepto debe enfocarse irremediablemente desde el punto de vista de la lucha de clases.
Así, la dictadura del proletariado es la forma más democrática de gobierno para la mayoría de la población; es decir, para la clase trabajadora. Lenin plantea dos ideas fundamentales a propósito de los debates sobre el derecho a la autodeterminación de las naciones, que tuvo lugar en diferentes momentos y escenarios.
1. El primer tema que trata Lenin en su obra El derecho de las naciones a la autodeterminación versa sobre aquellos que no reconocen este derecho por principio. Tiene lugar en una época en que los estados-nación modernos emergían y comenzaban a luchar por su independencia. En el debate sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación, que se retrotrae a los tiempos de las revoluciones democráticas burguesas, Lenin sostiene que quienes no reconocen este derecho, sino que defienden los intereses de las naciones opresoras, no son socialdemócratas. Se trata de colonialistas que se oponen a la democracia en realidad. El reconocimiento de este derecho, así como de que todas las naciones del mundo deben tener los mismos derechos y el reconocimiento sincero del derecho de las naciones a la secesión es la línea de demarcación que debe trazarse entre demócratas y socialistas por un lado y los antidemócratas y colonialistas por otro. De la misma manera se distinguen los intereses de las naciones opresoras y oprimidas. Sin embargo, también existían quienes no estaban en principio en contra del derecho a la autodeterminación de las naciones, pero no reconocían el derecho a la secesión. Evidentemente, esto resulta contradictorio. No obstante, Lenin, contrario a los argumentos de sus oponentes, fijó su atención sobre el hecho de que el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de las naciones no necesariamente supone el apoyo a la secesión. Aunque los comunistas reconocen estos derechos, pueden apoyar o no la secesión de un pueblo u otro después de escudriñar las circunstancias en cuestión y los intereses de clase en cada caso.
Aquellos que no reconocen los derechos de las naciones necesariamente apoyarán el principio de la dominación nacional.
Este análisis de Lenin hace referencia a la disputa con los dirigentes de la Segunda Internacional antes de la Primera Guerra Mundial y la gloriosa Revolución de Octubre. Dichos dirigentes no reconocían el derecho a la autodeterminación de las naciones colonizadas. No opinaban que el destino de la lucha proletaria en los estados colonizados estuviese ligado al de los movimientos de liberación en los países colonizados. Por ello, el leninismo desarrolló la consigna: “¡TRABAJADORES Y NACIONES OPRIMIDAS, UNÍOS!”.