Por el fin del apartheid, el colonialismo y el terrorismo de estado contra los palestinos
Desde que el pasado 7 de octubre las guerrillas palestinas rompieron el cerco en Gaza, sorprendiendo al ejército israelí con diversas operaciones junto a la frontera, de nuevo se ha desatado la maquinaria militar, diplomática y propagandística del estado racista. Las víctimas mortales de los bombardeos sobre Gaza (unos 6.000 y más de 16.000 heridos en estas dos semanas) casi quintuplican los producidos por el ataque palestino, y los niños asesinados ascienden ya a unos 2.400. A estas horas, el número de desplazados en Gaza asciende a 1,4 millones: casi dos tercios de la población gazatí moviéndose en el interior de un inmenso campo de concentración, en el que un 25% de las viviendas han sido destruidas y donde no hay lugar seguro bajo las bombas de los sionistas, que arrasan sin piedad incluso lugares protegidos por las leyes internacionales.
Junto a ello, asistimos a la acostumbrada campaña de intoxicación y desinformación desde Israel, como en cada una de las matanzas que ha venido ejecutando en los setenta y cinco años que dura ya la ocupación de Palestina, y que aún resuenan dolorosamente en la memoria de los pueblos: Sabra, Chatila, Yenín, «Operación plomo fundido»… Maniobras y mentiras secundadas desde la extrema derecha, pero también por la equidistancia cobarde de quienes no se atreven a mirar de frente a la barbarie del «civilizado» Occidente y su complicidad con la masacre.
En este sentido, el caso del hospital al-Ahli al-Arabi ha puesto al desnudo el doble rasero que la mayoría de las empresas de comunicación aplican al conflicto, mientras el ejército israelí sigue asesinando a los periodistas que tratan de dar a conocer sus atrocidades. Un amordazamiento al que los gobiernos de la Europa del capital y la guerra contribuyen gustosamente, persiguiendo e intentando acallar a la resistencia palestina y al movimiento de solidaridad en diferentes países, en línea con la deriva autoritaria que vive la Unión Europea, con su execrable representante Ursula von der Leyen a la cabeza. En este contexto, cualquiera que se salga del guion, denunciando el genocidio y la ocupación por Israel, es inmediatamente acusado de complicidad con Hamás. Esa es la «democracia» que defienden los aliados del sionismo: los mismos que, como PP-Vox, claman por los derechos de las mujeres y del colectivo LGTB en el Próximo Oriente, agitando el espantajo de la «amenaza islámica», mientras intentan destruir sus conquistas en los países europeos.
La propaganda proisraelí pretende, asimismo, que el conflicto en Palestina comenzó el 7 de octubre, convirtiendo así a las víctimas en las culpables de lo sucedido. Sin embargo, los palestinos llevan décadas sufriendo las políticas genocidas de Israel, cuyos líderes han declarado abiertamente su intención de completar la limpieza étnica iniciada en 1948 a base de aparheid, asesinatos selectivos, matanzas periódicas, ocupación de tierras, detenciones ilegales, el bloqueo de Gaza y las constantes humillaciones de todo tipo. No, no se trata de una guerra entre Israel y Hamás, sino de una nueva agresión genocida contra el pueblo palestino.
Probablemente por razones de política interna, tanto Sánchez como el ministro Albares y Borrell, máximo representante de la política exterior de la Unión Europea, se han mostrado desacostumbradamente «firmes» frente a la barbarie israelí. Sin embargo, el propio Sánchez asumió la definición de «antisemitismo» de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, que incluye «establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los nazis», con el fin de acallar las denuncias contra los crímenes de Israel, y sigue limitándose a las buenas palabras. Un gobierno realmente progresista debería:
- reconocer el Estado Palestino;
- encabezar la exigencia de responsabilidades y juicio a los responsables israelíes por sus crímenes de guerra;
- además de llevar a cabo sanciones contra Israel por su apartheid genocida, como ya se hizo con la Sudáfrica racista.
No, el Gobierno de Sánchez no será creíble mientras no pase de las palabras a los hechos. Y ello incluye, para ser coherentes en la defensa de los derechos humanos y de los pueblos ocupados, su política hacia el pueblo hermano del Sáhara Occidental: otro lento genocidio en el que Israel tiene un papel muy relevante junto al ocupante marroquí.
Los comunistas seguiremos reivindicando el derecho de los pueblos a su libre autodeterminación, y apoyando incondicionalmente el derecho del pueblo hermano palestino a defenderse del ocupante por todos los medios a su alcance. Esa es la historia y la lucha de Vietnam, de Argelia y de tantos otros pueblos que se liberaron del yugo imperialista. Y, en ella, seguirán teniendo el apoyo y la solidaridad activa de los comunistas, de la clase obrera y de los pueblos del mundo.
¡Reconocimiento del Estado Palestino!
¡Acabemos con el colonialismo genocida israelí!
¡Sanciones contra Israel y juicio a sus dirigentes criminales!
¡Viva la lucha del pueblo palestino!
Partido Comunista de España (marxista-leninista)