Por Aníbal Bagauda | Octubre nº 88
El pasado 13 de noviembre, los salvajes atentados de Paris segaron la vida de 130 personas, entre ellas cuatro compatriotas nuestros, y dejaron más de 300 heridos.
Toda la caterva guerrerista cínicamente vertía lágrimas de cocodrilo y condenaban el atentado. Los grandes medios de comunicación, al unísono, machaconamente mostraban (y muestran) las consecuencias, pero no las motivaciones, las causas, los factores que las alimentan y explican (1), que son velados.
Rajoy se declaraba «Conmocionado por la noticias que nos llegan de París. Francia tiene a su lado al pueblo español en estos momentos difíciles»; “Hoy todos somos París”. Es el mismo Rajoy que estuvo presente en el G-20 en Turquía, dos días después de los terribles atentados, hermanándose con el señor Recep Tayyip Erdogán, que está al frente de un gobierno que ha alimentado y apoyado a ISIS, amén de la criminal represión a que está sometiendo a su propio pueblo (2). En un artículo de Theguardian (ligado a los laboristas), de 18 de noviembre, podíamos leer este titular: “Turquía podría cortar las líneas de suministro del Estado islámico.
¿Por qué no lo hace?”. Y afirmaba que “Han tenido en sus manos (los líderes del G-20) los medios para desarraigar y destruir el Estado Islámico durante más de un año”; y que “mientras el mundo observaba a los líderes hacer declaraciones de voluntad implacable en la cumbre del G20 en Antalaya , estos mismos líderes están codeándose con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan , un hombre cuya tácita política, económica , militar y apoyo incluso contribuyó a la capacidad de Isis para perpetrar las atrocidades en París…”. Estos son los amigos del “conmocionado” Rajoy.
Un Rajoy que preside un partido con la guerra de Irak (2003) en su haber, y como Presidente Honorífico a uno del trío de las Azores, el señor Aznar (que sigue defendiendo la invasión de Irak y dice que España “salió ganando”); el partido cuyo gobierno, después del 11-M, negaba y trataba de ocultar (e inventó y promovió la abyecta teoría de la conspiración, que ahora se vuelve a revivir) que los atentados habían sido obra de terroristas yihadistas, para evitar que el pueblo español establecería la lógica relación (como así lo hizo) entre la guerra de Irak y los bárbaros atentados, y los desalojara del gobierno el 14-M (como así hizo).
Hoy también quieren ir a la guerra, pero tienen que embridar su instinto guerrerista para no verse perjudicados en las elecciones del 20-D. El Gobierno, por boca del Ministro de Exteriores, declaraba, en relación con la apelación que Francia hizo al artículo 42.7 del Tratado de la UE y una semana después de los atentados: «Nosotros podemos colaborar y cumplir con ese mandato de muchas maneras»; «Desde el intercambio de información, apoyo logístico, sustitución de tropas francesas en algunos escenarios donde estamos juntos, Mali y Centroáfrica, para que ellos pudieran liberar tropas y enviarlas a Siria. O una intervención española». Rápidamente tuvieron que recular porque, en primer lugar, al poco de estas declaraciones asistimos a otros atentados, esta vez en Mali, y, en segundo lugar, porque una “intervención española” tendría muy mala prensa de cara a las elecciones, sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes de 2003 y 2004.
Pocos años después, en concreto el 19 de marzo de 2011, comenzaba la guerra de Libia con la intervención de una coalición imperialista, de la que formaba parte España, que se lanzó a la agresión incluso antes de la OTAN tomara las riendas. En esos momentos gobernaba el PSOE. Fue Zapatero quien nos metió de cabeza en esa guerra que causó decenas de miles de víctimas civiles y dejó a Libia desgarrada y dividida por la violencia. Un PSOE social-guerrerista que se hizo abiertamente social-liberal en 2010. Es el PSOE de Felipe González y la “OTAN de entrada, no”, el que nos introdujo y mantuvo en ese instrumento de “continuación de la política (del capital) por otros medios”, esa Organización Terrorista del Atlántico Norte cuyas víctimas (que se cuentan por docenas de miles), a tenor de las declaraciones de los voceros políticos y mediáticos de aquél, parecen ser de otra categoría, inferior a las occidentales. Este es el partido liderado por Pedro Sánchez, que solemnemente dijo estar “Conmocionado ante el ataque terrorista en París” y que “Hoy es un día para llorar a las víctimas y para unirnos en el dolor”, pero no ha puesto en cuestión en ningún momento nada de lo anterior, va de la mano del belicista PP en “nuestra unidad frente a la barbaría” y declaró, siempre muy legalista y precavido ante el 20-D, que “Nosotros hemos dicho claramente que vamos a solidarizarnos y a apoyar a Francia” (ya sabemos lo que está haciendo el Estado francés desde el minuto uno), bajo los criterios: “unidad de las democracias” (es cosa hecha), “legalidad internacional” (¡también la hubo en Libia!) y “no hablemos de guerra sino de combate integral contra el terrorismo” (lo que no la excluye).
Tenemos también a ese novísimo producto bancario (que como tal, es una bomba de relojería), Albert Rivera. Este lobo con piel de cordero, que pierde el culo (con perdón) por formar parte del pacto antiyihadista, declaraba que me “Me duele tanto lo que pasa allí (Francia) como lo que pasa en Barcelona”. Al tiempo que muestra ese dolor manifiesta que sí enviaría tropas españolas a Siria “Si es dentro de la OTAN, para eso estamos en la OTAN. Si hay un recuerdo que respete la ONU, sí”. Con esa perspectiva guerrera presiona a Rajoy al recordarle que “si estamos en Europa y la OTAN es para lo bueno y para lo malo”. Un novísimo guerrerista más. Y este individuo tiene la desfachatez de aconsejar seriedad al Presidente del Gobierno y pedir “al Gobierno de España que no juegue con la táctica electoral, porque es muy serio»; «Ya jugaron con eso en 2004, en ese caso mintiendo», así que «vaya con cuidado».
¿Y qué decir de “nuestro” Rey, sucesor exprés del sucesor del felón y genocida Francisco Franco? El Rey exprés se sentía «consternado y horrorizado» por los ataques terroristas, mostraba su solidaridad «con Francia, sus autoridades y el pueblo francés» y protocolaria y ceremoniosamente declaraba que “El dolor de Francia, es el dolor de España”. Esto decía el vástago de aquel que sancionó la participación de España en la invasión de Irak (“La Corona” “Respaldará en todo momento a las distintas instituciones del Estado -es decir, al Gobierno de Aznar- en el ejercicio de las competencias que les atribuye nuestro ordenamiento jurídico”) y que tan buenas relaciones tenía con Arabia Saudí, que financia y apoya a ISIS. Tampoco olvidemos su papel con el pueblo saharaui y ante la Marcha Verde. Pero el vástago no hace otra cosa que alabar los 40 años de reinado de su padre.
Teniendo en cuenta esto, así como sus recientes declaraciones en Alemania, que suponen un elemento de presionan para Rajoy (subrayó que «apoyando a Francia -para combatir el terrorismo- no hacemos sino impulsar la convivencia civilizada”); teniendo en cuenta a quién sirve y que “de casta le viene al galgo”, Felipe VI seguro que no dudará, si es el caso, en sancionar la unción de nuestro país al carro de la Guerra de Siria.
Esta es “nuestra” Majestad; estos “nuestros” dirigentes o futuros dirigentes del país. Unos y otros, cínicamente, vierten lágrimas de cocodrilo por París. Son los siervos de una clase dominante, la oligarquía financiera, que financia a la industria armamentística de países que tiran sus bombas sobre la población civil (3).
Bien dice el llamamiento “No En Nuestro Nombre”: “Aquí, en París, en Iraq o en Siria, son los pueblos los que ponen las muertes mientras unos y otros trafican con influencias, armas e intereses geoestratégicos”.
¡Vuestras guerras, nuestros muertos!
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(1) Es esa etiología que despreciaba Pablo Casado, declarando, sin vergüenza y con buenas dosis de estulticia, aludiendo al manifiesto “No En Nuestro Nombre”: “Ese complejo de la izquierda europea de intentar buscar causalidad al terrorismo es algo que se tiene que hacer mirar». Claro, ellos, muy creyentes, saben que el terrorismo desciende, cual Espíritu Santo, sobre la cabeza de las personas.
(2) “Los 15-16 de noviembre, la conferencia del G-20 será presidida por el gobierno de Turquía en Antalya, mientras que ese mismo gobierno masacra indiscriminadamente a sus propios ciudadanos civiles. Estos ataques han tenido lugar durante la campaña para las recientes elecciones, y continúan todavía. El objetivo son las zonas donde el HDP tuvo un elevado número votos” (Llamamiento urgente del Bloque por la Paz, de 12 de noviembre). Se refiere al asedio de la ciudad de Silvan, en la provincia de Diyarbakir, iniciado el 2 de noviembre, como parte de un proceso de represión creciente del gobierno turco que “ha abandonado el proceso de paz que se llevaba a cabo desde hace al menos dos años”.
(3)Según el informe “Don’t Bank on the bomb” (2015) que lleva a cabo Pax, el “BBVA, Banco Santander, Banco Sabadell, Acciona financian con aproximadamente 4.651 millones de euros a 26 compañías productoras de armas nucleares” (Centre Delàs). “Desde el años 2012 hasta la actualidad, BBVA ha dado créditos a empresas de armamento nuclear por un valor aproximado de 2.776 millones de dólares”, financiando a empresas como Boeing, Finmeccanica, Jacobs Engineering, etc. “El Banco Santander mantiene préstamos desde el año 2012 hasta la actualidad por un total aproximado de 1.441 millones de dólares”. Algunos de sus clientes son la francesa Safran o la estadounidense Fluor. “El Banco Sabadell se suma también al negocio de la financiación a empresas de armamento nuclear con una financiación aproximada de 29 millones de dólares”. Entre sus clientes está la empresa estadounidense Orbital ATK. Acciona “también contribuye activamente en la proliferación del arsenal nuclear con 354 millones de dólares”; es coopropietaria de “Thales, una de las principales empresas armamentísticas que abastecen, entre otros, al ejército francés”.