J. Romero
“En tiempo de guerra reaccionaria, una clase revolucionaria no puede dejar de desear la derrota de su gobierno, no puede por menos de ver que los fracasos militares de este gobierno pueden facilitar su derrocamiento. Entre los socialchovinistas figuran tanto los que justifican y exaltan a los gobiernos y a la burguesía de uno de los grupos de potencias beligerantes como los que… reconocen a los socialistas de todas las potencias beligerantes el mismo derecho a «defender la patria». El socialchovinismo, que defiende de hecho los privilegios, las ventajas, el saqueo y la violencia de «su» burguesía imperialista (o de toda burguesía en general), constituye una traición absoluta a todas las ideas socialistas...” V.I.Lenin “El socialismo y la guerra” 1915
Las partes enfrentadas en la guerra de Ucrania justifican la matanza recurriendo a la “defensa de la patria”, al nacionalismo: los ucranianos, el del nazi Stepán Bandera; el régimen de Putin, el de la Gran Rusia zarista que, en su momento, Lenin definía como el régimen más reaccionario de Europa. En ambos casos, la nación es concebida como un ente que auna a todas las clases: explotadoras y explotadas, como si fuera el mismo interés el de los pueblos ucraniano y ruso que el de la oligarquía capitalista de ambos países.
En un artículo anterior traté sobre la implicación del revisionismo y del populismo reformista en apoyo de la política del imperialismo occidental. Pero, esta guerra no solo tiene valedores en la burguesía institucional que sustenta al bandido viejo y harto del que hablaba Lenin (EEUU, UE, GB, etc), sino también entre los radical oportunistas que apuestan por que el bandido joven (China, Rusia, etc) despoje al viejo y harto para ocupar su lugar en la explotación de los pueblos.
Reformistas y radical oportunistas, ambos surgidos del revisionismo carrillista, dicen defender la paz, pero apoyan sin ningun pudor a uno u otro de los bandidos imperialistas, incluso a los dos al tiempo; unos, los reformistas, porque dicen que, aunque ellos son los primeros defensores de la paz, deben tener en cuenta “las prioridades de la acción de gobierno, que les obliga a cumplir con lealtad los compromisos contraidos por el Estado”; los otros, los radical oportunistas, porque afirman que lo consecuente es apoyar a las potencias que disputan el reparto del mundo a las que hasta ahora imponían su ley.
Unos y otros, consideran que nuestro partido, contrario a la guerra inter imperialista, es “equidistante” por no tomar partido por uno u otro contendiente en la guerra de Ucrania. Unos y otros, consideran que el no apoyar a ninguno de ellos es igualar a ambas partes. Y, en efecto, los comunistas considermos que todas las potencias en liza defienden intereses contrarios a los del proletariado y los pueblos, incluídos los de sus propias naciones; y, porque somos comunistas, tenemos la obligación de defender el internacionalismo proletario y la solidararidad entre los pueblos, denunciando a quienes siguen embelleciendo al imperialismo .
¿Qué es para el radical oportunismo la equidistancia? La respuesta es sencilla: todo aquello que no sea optar por los nuevos esclavistas en la confrontación interimperialista. Veamos un ejemplo: en Galicia, la autodenominada Promotora del Comité Nacional Galego da Confluência Comunista, anunciaba recientemente su abandono del Encuentro Galego contra la OTAN en el que participa nuestro partido junto a otras organizaciones. En su comunicado, hacía un cínico y teatral canto a la unidad: “de cara a la inminente escalada bélica en el este de Europa y la ulterior Guerra Mundial a gran escala, y la amenazante pesadilla de una guerra termonuclear, son horas de amplios y grandes acuerdos en defensa de la Paz y contra la escalada bélica de la OTAN y de la UE”.
Sin embargo, a pesar de su pretendido espíritu unitario, abandonaban de la forma más sectaria el Encuentro, cuya finalidad es, precisamente, luchar contra la OTAN y las bases y en defensa de la paz; decían en su escrito: “…Denunciamos la negativa al consenso y la imposición de una línea claramente funcional con el imperialismo de una constelación de grupos españolistas situados en el trostkismo, en el post-hoxhaismo residual y en las posiciones possmos y ninistas (sic)”.
Resulta sorprendente que gente tan “sensible” a los matices políticos, iguale a todo el que no coincida con su “abierta” visión de la unidad, de forma tan poco meditada. Pero, ¿cual es el pecado cometido por el resto de fuerzas que participamos en las actividades del Encuentro?, ¿cual la diferencia política que explica la salida de esta autodenominada Confluencia? Simplemente, dicen, que el resto de grupos, “no asumen que la guerra de la OTAN contra Rusia es una agresión del imperialismo anglo-yanqui-sionista. Que frente a la crisis estructural del capitalismo senil y agónico, las fuerzas políticas y sociales de caracter obrero y popular debemos apoyar el eje de resistencia contra el fascismo y el Frente Multipolar”. Es decir, que denunciamos el carácter depredador de esta guerra y no compartimos su apoyo al régimen de Putin, una de las cabezas de lo que ellos llaman “eje de resistencia”.
Estas corrientes ignoran deliberadamente la naturaleza profundamente reaccionaria de los Estados que combaten en la guerra de Ucrania y pasan por alto el carácter de clase de las guerras entre estados en la época del imperialismo: por eso, objetivamente, contribuyen a embellecerlo y adormecer la conciencia de las masas con monsergas “geoestratégicas” propias de un tertuliano burgués.
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La política de Putin no tiene nada que ver con una política de progreso. Al anunciar el inicio de su “operación especial” ordenando a su ejército la invasión de Ucrania, Putin recurría al más rancio nacionalismo, a la “Gran Rusia” zarista, como patria común de explotadores y explotados, en estos términos: “No tengo ninguna duda de que todos los niveles de gobierno, los especialistas responsables de la estabilidad de nuestra economía, el sistema financiero, la esfera social, los jefes de nuestras empresas y todos los negocios rusos actuarán de manera coordinada y eficiente. Cuento con la posición patriótica de los partidos parlamentarios y de las fuerzas sociales…”
¿A qué Rusia se refería Putin: la de los trabajadores o la de los gansteres que se apropiaron de los bienes públicos para crear sus emporios capitalistas? ¿a qué valores?, los del pueblo ruso o los de los orondos popes que bendicen los tanques y sermonean a los fieles para que vayan mansamente al matadero?
¿No suena esto a las proclamas y arengas burguesas de los “padres de la patria” que predican apretarse el cinturón para acabar con la crisis, aceptar los recortes salariales y de derechos para salvar la economía nacional, o incrementar el presupuesto militar para defender “la democracia”? No, el interés de los explotadores, no se parece en nada al de los trabajadores y el pueblo rusos.
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Quien no quiere ver, desde luego, no necesita gafas; pero, Putin nunca ha ocultado cuales son sus referencias ideológicas: rodeado de curas, cruces y águilas bicéfalas, siempre ha tenido muy claro que su clase la forman los jefes de las empresas y de los negocios, los popes y los nostálgicos de la Rusia zarista. Que utilice en su favor elementos formales de la gloriosa experiencia de la URSS (que, por cierto igualó a rusos y ucranianos) tiene el objeto de intentar identificar la patria del patrón con la del pueblo.
Meses despues, iniciada ya la guerra, en febrero de 2023, Putin recurría de nuevo al nacionalismo “gran ruso”, en un solemne discurso ante la Asamble Federal, del que entresacamos dos párrafos que ilustran la ideología de uno de los lideres del “eje de resistencia” de los social chovinistas: “…La base esencial de la soberanía económica es la libertad de emprender. Repito: las empresas privadas son, precisamente, las que, en un contexto de fuerte presión extranjera hostil hacia el poder ruso, han demostrado ser capaces de adaptarse a la situación económica más inestable y de garantizar el crecimiento de la economía en las condiciones más difíciles. Recordamos los problemas y desequilibrios de la economía soviética en sus últimos años. Por eso, tras el colapso de la Unión Soviética y de su sistema de planificación, en el caótico contexto de los años 90, el país entró en una nueva fase económica basada en las relaciones de mercado y la propiedad privada, y con razón”.
En este mismo discurso, Putin se refería a una figura del zarismo a quien admira y con la que se identifica, en estos términos: “Me gustaría…recordarles las palabras pronunciadas, en la Duma, hace más de cien años, por el patriota y estadista Pyotr Arkadevič Stolypin: «Para defender a Rusia, todos debemos unirnos y coordinar nuestros esfuerzos, deberes y derechos, para defender nuestro supremo derecho histórico: el derecho de Rusia a ser fuerte…Rusia superará todos los retos porque juntos somos un solo país, un gran pueblo. Estamos seguros de nosotros mismos, seguros de nuestras fuerzas. La verdad está con nosotros»(1) (subrayado y negrita son míos)
La falta de una ideología revolucionaria lleva a los radical oportunistas a buscar referencias en las poses formales de las fuerzas que intervienen en las luchas políticas. Para gente como ellos utiliza Putin sus referencias a la URSS que él y gente como él contribuyó a liquidar. Los oportunistas son incapaces de ver que, por encima de las formas, existe una lógica dialéctica en los procesos históricos.
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Guerra, nacionalismo y nazi fascismo
Los radical oportunistas sostienen la tesis de Putin según la cual, la guerra tiene por objeto “desnazificar Ucrania”; pero lo cierto y constatable es que en esa guerra chocan dos concepciones igualmente nacionalistas y reaccionarias: Zelensky y su régimen, de la misma forma que Putin, recurren al nacionalismo para justificar la política que conviene a su burguesía; y el nacionalismo burgués es el substrato del que se alimentan las organizaciones nazi fascistas.
Que el régimen de Zelensky está trufado de fuerzas y elementos nazis, es, desde luego, una evidencia: Batallón Azov, Partido Svoboda, Pravyi Sektor (sector derecha) etc, son otras tantas organizaciones de la ultraderecha más feroz e irracional, que combaten integradas en el ejército ucraniano y están siendo potenciadas por el régimen de Kiev.
En junio de 2022, el medio digital, “El Salto”, publicaba un artículo sobre la presencia de grupos nazis en la guerra ucraniana, en el que se decía: “La presencia de la extrema derecha en la guerra no se limita al bando ucraniano.. El centro de la extrema derecha en el bando ruso se sitúa en el grupo Rusich, liderado por el reconocido neonazi Alexey ‘Serb’ Milchakov…Una de las acciones más conocidas del grupo Rusich fue la destrucción de una columna del Batallón Aidar, paradójicamente también de extrema derecha, pero del bando contrario, en septiembre de 2014…”
Por su parte, el sitio web vasco, Naiz, publicaba otro artículo en agosto del año pasado, después de la revuelta de Prigozhin y su Grupo Wagner, en el que se hablaba sobre las “Sociedades Militares Privadas” que combaten junto al ejército ruso en Ucrania, y señalaba: “…haberlas, haylas, hasta una treintena. Desde Redut, Enot y Convoy hasta el batallón Sparta, Cuerpo Eslavo, Unidad Cosaca, la Cruz de San Andrés (vinculada al patriarca ortodoxo Kirill), pasando por Patriot, Fakel («Antorcha»), Plamia («Llama»), estas tres últimas en la órbita del gigante del gas Gazprom para proteger sus intereses aquende y allende las fronteras). Sin olvidar a los neonazis de Rusich…”
Esta es la catadura del lider del “eje de resistencia” de los social chovinistas. No hay, desde luego, ningún objetivo liberador o progresista en la matanza de Ucrania, que forma parte de una guerra entre imperialistas.
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Necesitamos avanzar en la unidad contra el imperialismo y sus guerras, necesitamos avanzar en la unidad contra la implicación de nuestro país en esa dinámica criminal: la salida de la OTAN, la expulsión de todas las fuerzas militares extranjeras de nuestro país, la retirada de las fuerzas militares españolas de todas las misiones en otros países, la defensa de una política de paz en un momento como el que vivimos, reivindicaciones resumidas en la consigna: ¡OTAN no, Bases fuera!, son cuestiones que deben ser incluídas entre las prioridades de la lucha por la emancipación, porque conforme pasa el tiempo aumenta la agresividad del imperialismo y las amenazas para la seguridad de nuestro pueblo.
Ese sentimiento crece entre las masas y es precisamente en momentos así cuando es más importante precisar cual es el enemigo del proletariado y de los pueblos del mundo: el propio sistema imperialista del que la guerra es consustancial. Por eso nos negamos a aceptar el equívoco de quienes, en aras de la unidad, exigen que apoyemos a uno de los dos contendientes imperialistas que se aprestan a extender la guerra.
El hecho de que Rusia fuera el primer país que llevó adelante una revolución proletaria victoriosa y el proceso de construcción de un Estado Socialista que incluía a numerosas naciones (entre ellas Ucrania), nubla las ideas de no pocos nostálgicos que conciben la lucha política al margen de la realidad concreta de cada momeno histórico, lo que les lleva a identificar el socialismo con un territorio, Rusia, al margen de los cambios objetivos intervenidos.
Eso lo sabe perfectamente Putin y su corte, que son una parte de aquella casta degenerada que acabó con el socialismo y, desaparecida la URSS, ha convertido las naciones hermanadas en la construcción socialista, en feudos ultranacionalistas de una podrida oligarquía que, como la rusa, se apoderó de la riqueza social en su propio beneficio.
En un momento clave de nuestra historia, el carrillismo usurpó el nombre del glorioso PCE para ayudar a la oligarquía franquista a llevar a cabo su transición sin ruptura; hoy, fuerzas que son el epígono de aquel viejo revisionismo, mezclan una actitud radical y anarquizante en sus propuestas tácticas, con la sumisión más irracional e irresponsable al nuevo imperialismo. Cuando soplan vientos de guerra, cuando el capital se apresta a arrastrar a los pueblos a la guerra en su provecho, es preciso desenmascarar el engaño. Los revisionistas en su juego no van a contar con nosotros, porque la unidad no puede construirse sobre la confusión y el error.
(1) La Historia del Partido Comunista Bolchevique de la URSS, aprobada por su CC en 1938, decía lo siguiente de este siniestro personaje, Stolypin: “El ministro zarista Stolypin cubrió de horcas y patíbulos todo el país. Millares de revolucionarios fueron ejecutados. A la horca se la llamaba, por aquel entonces, la «corbata stolypiniana…”