En Marcha, nº 1765. Órgano del PCMLE
Los pocos días que separan la primera de la segunda vuelta electoral han significado para las organizaciones de izquierda una agitada e intensa acción política desplegada entre los trabajadores y el pueblo para explicar las circunstancias, la naturaleza y el alcance de la decisión de llamar a votar por Guillermo Lasso para poner fin a un período caracterizado por el autoritarismo, la corrupción, el enriquecimiento aún mayor de la clase dominante y el afianzamiento del capital financiero imperialista en el país.
Como se preveía, esta conducta ha provocado un intenso y diversificado debate, diferenciándolo por supuesto de aquellas opiniones que no pasan de ser las consabidas calumnias que el oportunismo y los consuetudinarios enemigos de la izquierda siempre lanzan en su contra sea cual sea su accionar político.
Con matices o particularidades, muchos de los que cuestionan esta política llevan sus argumentaciones al punto de establecer que Moreno y Lasso, por separado, representan a proyectos y sectores esencialmente diferentes, y eso los lleva a “escandalizarse” de que se haya optado por el voto a favor del candidato de CREO cuando –según ellos- debería hacérselo por Alianza País. Los “morenistas” vergonzantes esconden su apoyo tras el llamado al voto nulo, pero siempre descargando todas sus baterías contra el “candidato de la derecha” y nada en contra de Moreno–Glas, lo que resulta -por decir lo menos- sospechoso.
Nosotros, como Partido, y las organizaciones de izquierda en general hemos señalado -y ahora no vamos a decir lo contrario- que tanto el binomio Lasso-Páez como el binomio Moreno-Glas representan los intereses económicos y políticos de la gran burguesía, aunque cada uno responde a facciones burguesas distintas. Ese es un fenómeno que por lo general está presente en toda sociedad capitalista, pues, aunque la burguesía como clase es una sola, en su interior existen grupos, facciones que disputan el manejo político del Estado. Nuestra postura política para esta segunda vuelta electoral, reiteramos, busca propinar una derrota a la facción burguesa en el poder que se ha convertido en el enemigo político principal de los trabajadores, los pueblos y sus organizaciones sindicales y políticas. Esta es una necesidad ineludible.
Son bastante conocidas algunas expresiones o pronunciamientos de referentes públicos del correísmo, entre ellos el mismo presidente Rafael Correa, que dejan en claro la esencia o la naturaleza de clase de su proyecto. En enero de 2012 Correa sostuvo lo siguiente: “básicamente estamos haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación, antes que cambiar porque no es nuestro deseo perjudicar a los ricos, pero sí es nuestra intención tener una sociedad más justa y equitativa”. En la misma línea de pensamiento, en una entrevista publicada en El Telégrafo, en febrero de 2013, el mismo Correa dijo que “detesta” la palabra anticapitalista. “No somos anticapitalistas, …no somos antiimperialistas…” reafirmó el presidente.
En ese caso, sí que ha hecho honor a su palabra. En un estudio publicado por el SRI en tiempos de Carlos Carrasco, se estableció que en nuestro país (en el año 2014) existían 118 Grupos Económicos (GE), aunque16 de ellos concentran los negocios y el mercado. Entre los años 2010 y 2014, esos 118 GE acumularon ingresos brutos por 203 mil millones de dólares, que comparados con el Producto Interno Bruto del País representan el 47%. El ingreso de los 16 más grandes GE fue superior al total de ingresos petroleros obtenidos por nuestro país entre los años 2007 y 2015. En el quinquenio 2010-2014 el PIB creció el 31%, mientras los ingresos de los GE lo hicieron en el 33%.
¿Cómo y qué expresa ese crecimiento de los GE? En general podemos decir que este ha sido un período en el que la burguesía ha gozado de facilidades para incrementar sus capitales, pero quien conoce elementos básicos de economía política entiende que el capital crece cuando se incrementan los niveles de explotación capitalista. “La productividad del trabajo social –dice Marx- se convierte en la palanca más poderosa de la acumulación”. En una investigación efectuada por Mauricio León G., sustentada en datos oficiales del Banco Central del Ecuador, el Banco Mundial y del INEC, se sostiene que la productividad media laboral por hora pasó de 3,5 dólares en el año 2007 a 4,7 dólares para el año 2014. Dicho de otra forma, la tasa de plusvalía, los niveles de explotación capitalista, crecieron.
Todo eso es lo que Correa llama “hacer mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación”.
No obstante esta realidad, no faltan quienes insisten en decir que “la derecha se opone a la revolución ciudadana porque ha afectado sus intereses económicos”.Los años de mayor bonanza económica para banqueros y grandes empresarios en general han sido estos últimos: las cifras hablan solas.
Mientras en el plano económico este gobierno ha otorgado mayor riqueza a los capitalistas y ha abierto las puertas al capital financiero (la deuda externa ha crecido de 13 mil millones de dólares a más de 44 mil millones), en el ámbito político ha adoptado agresivas medidas para reprimir al movimiento social y a las fuerzas de izquierda de manera muy puntual, tal como describimos en la edición anterior de En Marcha.
Si tiene pico de pato, patas palmeadas como las de pato, camina como pato, grazna como pato… entonces es un pato. Si este gobierno ha servido a los intereses económicos de la burguesía, si ha tomado medidas para incrementar los niveles de explotación capitalista, si ha cumplido el papel de intermediario del capital financiero imperialista, si considera que sus enemigos principales son el movimiento obrero y popular y las organizaciones de izquierda, si mantiene un discurso y una acción anticomunista, no hay duda que se trata de un exponente de la burguesía.