Agustín Bagauda
No son cerrojos/ ni puertas clavadas/ ni paredes de musgo/ ni ventanas herméticas/ lo que necesita la palabra del hombre…/ sino escalas/ escalas y hogueras/ y piquetas y gritos… ¡gritos! (León Felipe)
El domingo 13 de junio, varias decenas de miles de personas se concentraban en Colón en contra de los indultos a los presos políticos independentistas. Convocados por Unión 78, pléyade de carcas intelectuales y periclitados políticos trasnochados, la caterva reaccionaria se puso en marcha. Convocados por Unión 78, el acto lo protagonizó Vox, con Abascal y su legionario pecho en primera fila. Y, también, la muy “requetemadrileña” Ayuso y su “¿va a firmar el Rey esos indultos?”. Unión 78… Esta “Unión” que recuerda al “Conmigo o contra mí” y a la “Paz de los cementerios”. El abucheo a Casado y Arrimadas, que guardaron distancias, habla del signo político del acto. De nuevo la Santísima Trinidad: Padre (PP), Hijo (Vox) y Espíritu Santo (C’s), que no sabemos si es paloma o querubín, aunque se le ve la cola luciferina: prefiere estar “arrimado” al fascismo y no a la democracia, aunque se llene la boca con ella. Ya se sabe: “Dime de lo que presumes…”. Y comulgando con la Santísima Trinidad, muchos santos, como San Felipe, San José María y San Alfonso. “España de tambor y pandereta”, con olor a añejo y a incienso.
Pero dejemos la ironía. Estamos, de nuevo, ante la exaltación de la manida retórica demagógica: “Quieren destruir España”, “romper la unidad de la nación española”; “Venden la soberanía nacional”; “Violan la Constitución”; “Atentan contra la ley, la justicia, la democracia y la convivencia”. Una retórica, recordemos, que en lo fundamental fue defendida y alimentada por el actual monarca en su discurso del 3 de octubre de 2017, en que tomó una posición política clara a favor de la represión en Cataluña, de una España como cárcel de pueblos y en contra de la democracia.
Aquí de lo que se trata es de que se dio voz a un pueblo. Eso es lo que les molestó (también al PSOE): que un pueblo expresara en las urnas su voluntad. Cuando se trata de la participación democrática de los pueblos y se pone en cuestión el statu quo, todas las fuerzas del régimen hacen piña en contra. La soberanía popular brilla por su ausencia. Y aquí, también, se trata del actual contexto político, donde la oposición, ese “trifachito”, está utilizando su campaña contra los indultos como ariete para echar abajo un gobierno que hace tiempo quiere ver muerto.
Cuando se intenta impedir un derecho fundamental como la manifestación de la voluntad popular y la libertad de expresión mediante la represión, se envía para ello a un cuasi ejército de policías y guardias civiles, el Jefe del Estado lo aplaude, los tribunales encarcelan a sus impulsores y se promueven actos como el de Colón…, estamos ante un régimen que es una anomalía democrática, una anomalía de democracia burguesa.
Conviene recordar aquí varias cosas. Primera, que el indulto es prerrogativa exclusiva del Gobierno (Ley de 1870). Es legal y no se sale lo más mínimo de la Constitución del 78. El PSOE nunca iría contra la Constitución; es su principal valedor. Tampoco Unidas Podemos, apagafuegos del régimen.
Segunda, se ha indultado a golpistas (estos, de verdad) como Armada y Tejero, a terroristas como Vera y Barrionuevo, a grandes ladrones de guante blanco, a primos de amigos o amigos de primos… Y han sido indultados tanto por gobiernos del PSOE como gobiernos del PP. Entonces, el PP, Vox (PP) y C’s (PP) no dijeron ni pío.
Tercera, el indulto proyectado, en contraposición a otros como los citados, es a personas que están en la cárcel por impulsar la expresión de la voluntad de un pueblo, el catalán; por promover y llevar a efecto un ejercicio democrático. Se indulta a demócratas, no a fascistas, no a golpistas.
Cuarto, ese ejercicio democrático consistió en una consulta, no en un referéndum. Los referéndum solo los organiza el Estado (o son autorizados por él) y, dicho sea de paso, no son vinculantes (Art. 92 de la Carta Magna).
Por otro lado, es preciso señalar que el indulto no les hace justicia a los presos políticos independentistas, sí la amnistía. ¡¿Perdón gubernamental?! ¿Hay algo que perdonar? Indulto que también se llama “Gracia”, gracia como antítesis de pecado. Tufillo religioso esto de los indultos. La misma apertura del proceso judicial es una injusticia, esté o no amparada por las leyes. Y la pena derivada del mismo abunda en ella. Es “legal” al amparo de la decisión del tribunal, que retuerce la ley y la exprime hasta que salga el jugo que a él (y al conjunto del Estado) le guste: sedición. Los catalanes sentaron un mal precedente y había que darles un escarmiento. Ya sabemos que la burguesía viola, manipula y retuerce sus propias leyes a su antojo, como lo hizo, con nocturnidad y alevosía, con su Constitución en el verano del 2011 para poner el erario a disposición de los buitres.
El indulto condona la pena; la amnistía, el delito en sí. El indulto es personal y sin sesgo político; la amnistía es colectiva y con carácter político. Este, precisamente, es el carácter que este Gobierno de “progreso” no quiere dar a esta sentencia y a todo el proceso judicial, aunque fue un juicio netamente político. Ya sabemos lo que dice el PSOE: “No hay presos políticos, sino políticos presos” (“Tanto monta, monta tanto…”). El PSOE (y UP, al ir de su mano en el Gobierno) no puede reconocer que los independentistas catalanes no han cometido delito alguno: “[el indulto] Ni cuestiona ni revoca la sentencia” (P. Sánchez, Teatre del Liceu de Barcelona, 21 junio). El PSOE, como buen defensor del régimen y su Constitución, apoyó y apoya, en esencia, aquel discurso de arriba y los actos derivados del mismo.
Más o menos al tiempo de que se conociera el anuncio de los indultos y el TS emitiera un informe desfavorable a los mismos, el CGPJ, gobierno de los jueces, aprobaba el informe sobre el anteproyecto de Ley de Memoria Democrática: no se puede prohibir la apología del fascismo (franquismo) porque si no hay menosprecio o humillación de las víctimas del franquismo (¡qué malabarismo!) “constituye la expresión de ideas que, aunque contrarias a los valores proclamados por la Constitución, están amparadas por la libertad de expresión”. Un precedente muy peligroso.
Añádase una Ley Mordaza aún vigente, el encarcelamiento de titiriteros, músicos y sindicalistas, pronunciamientos fascistas y genocidas de militares que quedan impunes, cartas de amenaza de muerte, la extrema derecha paseándose por los platós de televisión y cadenas de radio como perro por su casa…
Nos encontramos ante un Estado que lleva tiempo virando a estribor, que en los últimos 4 o 5 años tiene una marcada deriva autoritaria y filofascista. Con un poder judicial que sienta cátedra a favor del fascismo (plagado de jueces, o sus herederos, del antiguo TOP). Con un Congreso que verdea cada vez más (Vox) y donde la camiseta parda gana fuerza (no solo con este partido). Con muchos parlamentos autonómicos y ayuntamientos de igual forma. Con gobiernos autonómicos que se han constituido gracias a Vox. El último el de Madrid. Y todo ello con independencia y a pesar de los que iban a “asaltar los cielos”, que recluyeron su acción en las terrenales instituciones. Dos de los tres poderes clásicos están plagados de fascistas y/o ultrarreaccionarios. Tan solo se libra, de momento, el poder ejecutivo, impotente, como pretoriano sin espada. ¡Y qué decir de otros aparatos del Estado, como el represivo (Policía, Guardia Civil y Ejército) o el mediático, que desde que saltó Vox a la escena política le han dado cancha y cobertura!
Las fuerzas más oscuras del régimen se van agrupando y ganando músculo. Llevan tiempo intentando el asalto al Gobierno. Los indultos son una ocasión: acto de Colón, recogida de firmas, exabruptos políticos (“¡traición!”), petición de dimisión/convocatoria de elecciones… Los distintos aparatos del Estado están siendo copados, aún más, por las fuerzas de la reacción y del fascismo, que siempre estuvieron presentes.
Y mientras, ¿qué hace la izquierda? Unos, jugando entre las bambalinas del Parlamento y del Gobierno, y gritando ¡Alerta antifascista! Griterío huero, estéril. Otros, puristas y sectarios, archirrevolucionarios de postín y místicos revolucionarios, activistas de la red y la internet, dedicándose a la cháchara, al chismorreo o corriendo como pollo sin cabeza. Para parar a la reacción y al fascismo esta debe ser la consigna: ¡Unidad, Claridad y firmeza! Unidad de los sectores populares y fuerzas rupturistas; claridad de objetivos (Ruptura democrática y República) y pasos a dar; firmeza en el recorrido de ese camino, para que no nos desvíen de él. ¡Escalas, piquetas y gritos!