C. Hermida
En sus reiterados intentos de captar votos, Vox lleva años practicando una política en la que se mezclan las consignas populistas, las mentiras más desvergonzadas, la desaforada demagogia y los insultos obscenos a los adversarios políticos de la izquierda. Todo vale para tratar de atraerse al electorado, pero ahora se han superado y nos han sorprendido al conseguir que Ramón Tamames, de 89 años de edad, se presente como candidato a la presidencia de gobierno en la próxima noción de censura que presentará el partido de Abascal contra Pedro Sánchez.
No sabemos cómo han conseguido revivir a la momia, qué artes esotéricas han utilizado los aprendices de brujo de Vox para sacar a Tamamesis I de su viaje por el mundo de ultratumba y devolverlo a la actividad pública, pero el caso es que tras una larguísima peripecia política, en la que desde su inicial militancia en el PCE ha pasado por diferentes partidos en un ejercicio fantástico de transfuguismo, metempsicosis y transmigración, Tamames ha terminado aterrizando en el fascismo.
Este peculiar personaje nunca fue marxista, como lo demuestra el hecho de que en sus afamados libros de economía jamás utilizó la metodología ni las categorías que Marx y Engels emplearon en sus análisis de economía política. Cuando se cansó de hacer el progre en el PCE cambió la chaqueta “roja” por la del Centro Democrático y Social de Suárez y así continuó en deslizándose por un plano inclinado en el que ha ido adoptando posiciones cada vez más conservadoras, al mismo tiempo que se agudizaba su decadencia intelectual, que le ha llevado a escribir en 2019 Hernán Cortés, gigante de la historia, con prólogo de Josep Borrell, y en noviembre de 2021 publicó La mitad del mundo que fue de España. Una historia verdadera, casi increíble, colocándose en la línea de defensa de esa España imperial que tanto gusta a VOX y al Partido Popular.
El de Tamames no es el único caso de militantes comunistas que desembarcan en la derecha más asilvestrada; en muchas ocasiones la deriva se debe a la oportunidad de desempeñar cargos excelentemente remunerados, sentarse en cómodas poltronas que garantizan excelentes tráficos de influencias y abrevar en los pesebres del erario público. En el caso que nos ocupa, y debido a su avanzada edad, no parece que el medro sea la causa. Podría tratarse de enajenación mental transitoria, pero la trayectoria del individuo nos indica que su desplazamiento a la derecha es progresivo, consciente y racional, sin que la toma de decisiones se vea afectada por una enfermedad mental. Por tanto, debemos convenir en que Tamames es el paradigma de la deslealtad y abandono de unos determinados ideales, quebrando la confianza y los compromisos contraídos.
Los dirigentes de Vox han conseguido, desde luego, crear expectación en torno a la intervención de Tamames en el Congreso de los Diputados. Era lo que buscaban y, de paso, intentaran utilizar la figura del que un día fue economista de renombre para difundir el mensaje de que “con nosotros están hasta los viejos comunistas”. Y la momia indigna y renegada nos obsequiará con un discurso regeneracionista, aderezado con datos económicos. Esperemos que la izquierda esté a la altura de las circunstancias y propicie al pintoresco personaje un varapalo tan descomunal que le devuelva al sarcófago del Museo de Arqueología.