J. P. Galindo
Estimado pueblo catalán:
Los y las comunistas queremos recordaros que defendemos el derecho de autodeterminación de los pueblos y por eso estamos a vuestro lado cuando exigís poder decidir vuestro futuro libre y democráticamente. No existe mayor democracia que aquella en la que la mayoría del pueblo, su clase trabajadora, tiene la capacidad de decidir sus destinos, y ese es el mundo por el que llevamos luchando más de 200 años.
Sin embargo, como comunistas, no deseamos que la clase obrera catalana se separe de la clase obrera del resto de España bajo un estado catalán tan capitalista y explotador como el estado español que todos conocemos y repudiamos. Eso nunca sería un avance democrático, sino una multiplicación de la dictadura capitalista que sufrimos todos los pueblos de Europa sin excepción.
La burguesía catalana agita la bandera nacional desde finales del siglo XIX fundamentalmente como herramienta de presión política frente al gobierno central Lo hicieron bajo el nombre del regionalismo, lo hicieron bajo el nombre del nacionalismo y lo hacen hoy bajo el nombre del independentismo. Pero a la vez que entona esos cantos de libertad, la burguesía es consciente de lo limitado de sus objetivos. Sabe que el capitalismo es despiadado con los débiles y que la unión hace la fuerza. Por ello mientras anima el movimiento nacional con una mano, con la otra se ofrece a negociar con el estado central para mantener sus privilegios de clase por encima de los sufrimientos del pueblo que dicen representar y defender.
Así ocurrió siempre: la coalición electoral de nacionalistas y carlistas, llamada Solidaridad Catalana, abandonó al pueblo precisamente cuando era aplastado bajo la represión de la “Semana Trágica” en 1909. En 1918 Francisco Cambó aceptó la cartera de Ministro de Fomento en Madrid, justo después de la represión del movimiento democrático de la “Asamblea de Parlamentarios” de 1917, y la de Ministro de Hacienda en 1921, después de la represión del movimiento revolucionario del periodo 1917-1920 en el que la Lliga Regionalista había colaborado poniendo al somatén al servicio de las fuerzas del orden monárquico. El propio Cambó llamó a la pasividad ante el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923.
Así ocurrió tras la mal llamada transición cuando CiU hablaba de soberanía mientras apoyaba los gobiernos de las dos caras del españolismo; PSOE y PP, unidos los tres en su afán por saquear los recursos del pueblo.
Así ha ocurrido ahora cuando se llamó al pueblo a votar una independencia que duró menos de un minuto, proclamada por boca de quienes decían no tener miedo a las consecuencias y que sin embargo huyeron de España dejando a sus aliados políticos y a su pueblo en manos de la represión del estado.
Una y otra vez la burguesía catalana ha demostrado conocer muy bien los límites de su discurso nacional, dejando en el camino a miles de catalanes y catalanas que creyeron sus sentimentales palabras. En estos momentos la burguesía sabe que ha llegado, nuevamente, al límite de su discurso y no puede dar un paso más sin romper la cuerda que le une a sus aliados españolistas, los cuales aprovechan el momento para recrudecer la represión y el retroceso democrático en todo el estado, incluso sobre la burguesía catalana, por lo que poco a poco el pueblo que honestamente defiende su derecho a decidir se ve más aislado a medida que las cúpulas del estado (catalán y español) pactan el nuevo reparto de beneficios sobre las espaldas del proletariado.
Los y las comunistas defendemos la unión del proletariado de todos los países en un frente común contra la dictadura burguesa allá dónde se dé, como se da hoy en Cataluña o se dará en una posible Cataluña independiente. Pero no defendemos una unión forzosa como la que nos impone el estado monárquico y capitalista, sino la unión voluntaria y fraternal de pueblos que son conscientes de dónde está su enemigo común.
Porque sabemos que la unión hace la fuerza (como lo saben nuestros enemigos) y que sólo es libre la decisión que se toma pudiendo ser rechazada, es por lo que queremos que Cataluña pueda decidir libremente sus destinos, animando que esa decisión sea la de forjar una alianza entre trabajadores y trabajadoras iguales entre sí, porque sabemos que el camino de la libertad no conduce a levantar nuevas fronteras sino a derribarlas organizando a la clase obrera sin distinción de nacionalidades.
Existe hoy una clase social igual a sí misma en todo el estado, independientemente de la lengua que hable y de la patria que sienta suya; Una clase social que es explotada sin diferencia por el capitalista catalán, vasco, gallego o castellano y que, gracias al discurso nacional de una u otra burguesía, se ve empujada a la competición y al enfrentamiento entre iguales. Su unión es la pesadilla que quita el sueño a la clase dominante porque esa fuerza sería imparable como bien nos enseña la historia.
Los y las comunistas de España os recordamos, estimado pueblo catalán, el lema que lleva ondeando orgullosamente en nuestras banderas desde 1848: PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS.