La Forge, órgano del Partido Comunista de los Obreros de Francia (febrero de 2022)
En el artículo de nuestra edición de enero “La seguridad en Europa se discute entre EEUU y Rusia”, apuntábamos que las tensiones entre EEUU y Rusia, en torno a Ucrania, van a durar y que preocupan a todos los pueblos de Europa. Todos los gobiernos de los estados de la UE y los estados miembros de la OTAN (incluida Turquía), los del norte de Europa, así como los de los estados de Europa del este, están cada vez más involucrados en este conflicto. El «frente» báltico de la OTAN está en plena agitación y el imperialismo francés anuncia el envío de tropas y aviones a Rumania bajo el mando de la OTAN. Varios gobiernos europeos están haciendo lo mismo: el gobierno español (PSOE-Podemos) está enviando fragatas al Mar Negro y aviones Eurofighter en Bulgaria, los de Dinamarca y Holanda están poniendo a disposición de la OTAN barcos y aviones adicionales y el gobierno británico, en problemas políticos, envía armas «ligeras» a Ucrania. Rusia está desplegando fuerzas en Bielorrusia, además de las fuerzas rusas desplegadas cerca de la frontera con Ucrania.
En Ucrania, las tropas se concentran cerca de la región de Donbass, predominantemente de habla rusa, que cuenta con el apoyo político y militar de Rusia. Grupos paramilitares neonazis ucranianos, antirrusos, muy activos en esta región, forman parte de estas unas 150.000 fuerzas militares ucranianas, supervisadas por instructores estadounidenses. La revista Time habló de la presencia de mercenarios del grupo paramilitar Blackwater, de siniestra reputación, que arrasó notablemente en Irak, por cuenta del ejército estadounidense, la CIA…
Esta militarización preocupa a los pueblos de la región y más allá. En varios países, los movimientos pacifistas organizan acciones para decir «no a la guerra», para exigir la desescalada, la retirada de las tropas, el cese de las entregas de armas… La denuncia de la OTAN vuelve a estar en el debate.
No todos los gobiernos de los estados miembros de la OTAN están a favor de un enfrentamiento armado con Rusia, por varias razones, que comentamos en el otro artículo de esta medio. En general, la cuestión de una operación militar rusa para invadir Ucrania está perdiendo cada vez más credibilidad. Tampoco está en la agenda la de una operación militar estadounidense contra Rusia, en Europa, porque el imperialismo estadounidense no está ni dispuesto a emprender ese camino ni dispuesto a hacerlo. Para los líderes estadounidenses, el objetivo es presionar a los gobiernos europeos para que fortalezcan su «defensa» contra Rusia y evitar que Rusia les venda gas, que es esencial para muchos de ellos, comenzando por ‘Alemania’. Pero como dijo Biden, una operación militar rusa limitada en Ucrania no resultaría en una intervención militar estadounidense. Esta “confesión”, rápidamente negada por los canales diplomáticos oficiales, refleja la posición básica del imperialismo estadounidense.
En cuanto a Putin, si no logró obtener garantías formales sobre las «líneas rojas», a saber, el compromiso de Estados Unidos de no integrar a Ucrania y Georgia en la OTAN y la retirada de las tropas y el equipo militar estadounidense y de la OTAN de las fronteras de Rusia, ha obtenido el estatus de principal interlocutor de los EE.UU. en Europa. El sistema capitalista imperialista está atravesado por agudas contradicciones, exacerbadas por la crisis económica y energética y las consecuencias del calentamiento global. Estas contradicciones se reflejan en el aumento de las tensiones entre las potencias imperialistas, que adquieren un carácter violento. Pero el paso a un enfrentamiento armado, a una guerra directa entre las grandes potencias, aún no está en la agenda. Esto no es solo un “punto de vista”; es el resultado del análisis marxista-leninista de estas contradicciones, de su grado de agudización y del equilibrio de poder que resulta de ellas. El peligro de guerra es inherente al sistema capitalista imperialista y no desaparecerá mientras este sistema exista.