Republicanos Aragón ante “Cambiar Aragón…Cambiar Huesca….”:
Hace unos meses comenzamos a participar en las distintas Asambleas de Ganemos Huesca, ahora Cambiar Huesca, proyecto que cumplía con algunas de nuestras expectativas: participaban varios partidos, se iba a trabajar con la gente respetando el debate y la participación de colectivos, etc. Por otra parte, más allá de lo electoral, valoramos que podría ser un espacio donde avanzar en la unidad, cargarla de contenido y superar las carencias que viene teniendo el movimiento obrero y popular desde hace décadas.
En nuestra opinión, que ya hemos expresado otras veces, debemos sacar conclusiones de la transición del 75 al 78, los errores en los que entonces incurrió la izquierda y sus consecuencias. En aquel momento político, en el que el movimiento popular y los militantes de izquierda que habían combatido la dictadura reclamaban la ruptura con el régimen y la instauración de la III República, la mayoría de quienes dirigían las organizaciones de izquierda ordenaron “esconder las banderas” con argumentos como: “la República divide”, “ahora no toca”, ”no es una cuestión prioritaria”, etc., y forzaron el consenso con la derecha más rancia, para traer una “democracia” que mantenía el control del Estado en manos de la minoría franquista…
Las consecuencias las vemos ahora: gente atrapada, desilusionada, desconfiada ydespolitizada, sufriendo las consecuencias de un modelo económico, político e ideológico que le niega los más elementales derechos laborales y sociales, y limita constantemente sus derechos democráticos, que no son fruto de una cesión, sino que han sido conquistados por la lucha de miles de personas claramente identificadas con los objetivos de la izquierda de clase.
Son muchos los datos que apuntan a que nos encontramos, en cierta forma, ante una segunda transición que puede cerrar en falso, de nuevo, la crisis que descompone al régimen continuista: en poco más de quince días se nos ha impuesto, otra vez sin consulta, al hijo del Rey impuesto por Franco en 1969, lejos de aumentar la movilización social en la medida en la que crece la oposición a la política de los distintos gobiernos, ha caído, lo mismo que ha aumentado la desafección política… Todo ello ha coincidido con la renuncia de la izquierda a los objetivos políticos generales y su paso al campo de la indefinición ideológica y el rechazo de la organización de los intereses de la mayoría trabajadora en partidos independientes. De nuevo, una parte de la izquierda niega la lucha de clases, renuncia a romper con el régimen con la justificación del interés “ciudadano” y se propone únicamente “humanizar” este sistema capitalista, lo que resulta inviable si no se atacan los instrumentos políticos, institucionales e ideológicos que lo sustentan.
En lo que respecta a Huesca, como sabéis, hemos participado activamente en el proyecto “Ganemos Huesca” (ahora, “Cambiar Huesca”), convencidos de que era una manera de agrupar a la izquierda, contribuir a la definición de un programa común, que no puede eludir en ningún caso el único elemento que puede hacerlo creíble: la ruptura radical con el régimen monárquico.
Pasados los meses y tras un largo proceso de debate en el que se han ido abandonando, uno tras otro, los aspectos que a nuestro juicio son más necesarios a la hora de construir la unidad de la izquierda: ruptura con el régimen, articulación de la unidad con el compromiso activo y pública de las organizaciones de la izquierda transformadora, definición ideológica clara y sin ambages del proyecto, etc., nos vemos obligados a dejar de participar en él, dado que se nos impone la firma de un manifiesto que, a nuestro modo de ver, rehuye las cuestiones fundamentales que sustentan la unidad, condicionando a esa firma la posibilidad de votar en las asambleas.
Consideramos errónea la apuesta por obtener votos al precio que sea, dejándose llevar por la “moda” de rehuir la definición y renunciar a la “ruptura”, es decir a la superación de la monarquía por una República Popular y Federativa, por cuanto únicamente un marco verdaderamente democrático como ese puede asegurar la aplicación de un programa popular como el que necesita la mayoría trabajadora.
Nosotros estamos por la Unidad, pero la unidad que necesita el pueblo trabajador no puede construirse sobre la indefinición, rehuyendo ir a la raíz de los problemas. Eso se hizo en 1975 y a la vista está que el régimen monárquico heredero del Franquismo al que se contribuyo a asentar, ha servido únicamente para mantener la dominación de una ínfima minoría de especuladores y grandes empresarios que han utilizado las formas “democráticas” para continuar explotando con la misma impunidad que lo hicieron en la dictadura. La izquierda no puede, de nuevo, ser cómplice de estos silencios.
Seguiremos luchando y trabajando por conseguir estructurar ese Frente Popular tan necesario, con las fuerzas que estén por la ruptura, para que haya un cambio para la mayoría trabajadora.
¡Sin República, habrá cambio de sillones, pero no de Sistema!