Por Cano Iglesias
El drama de la emigración salpica de nuevo a las costas mediterráneas. El pasado día 19 de abril naufragaba en las costas del norte de Libia un barco con centenares de hombres, mujeres y niños. Este triste hecho, y muchos otros, ponen encima del tablero la crueldad con la que la oligarquía imperialista europea defiende sus intereses, mediante estructuras de dominación (UE, OTAN) que para nada tienen en cuenta los verdaderos intereses de nuestros pueblos, ni respetan a la humanidad en su conjunto.
Este tipo de tragedias se inscriben dentro de la propia lógica de explotación capitalista. La clase dominante se favorece aun más importando fuerza de trabajo más precaria y más barata. Así es como ejercen su dictadura, y además ya de paso, crean rastreros enfrentamientos entre una misma clase obrera mundial, bastante castigada ya por una crisis que nosotros no hemos originado. El falso debate, y reaccionario, entre trabajadores del país y los de fuera, lo que conlleva no es ni más ni menos que a la división de los que sufrimos sus políticas de miseria, hambrunas y recortes de nuestros derechos, para mantenernos indefensos quizás contra sus ataques. Las condiciones paupérrimas ya no solo la sufren nuestros compañeros en Libia, Mali, o el Sáhara, saqueados sin escrúpulos por la economía monopolista, si no que también las sufrimos en el conjunto de naciones y pueblos de España. La miseria se ha extendido por todo el globo, dejando su putrefacto rastro de manera agonizante.
La política europea migratoria, impulsada por millones de euros salidos de nuestros bolsillos y basada en la expulsión masiva, o en el peor de los casos en la negación de los derechos más básicos mediante una cada vez más agudizada represión policial, se ve acompañada, aun por encima, de cruentas intervenciones bélicas cuyos discriminados bombardeos tienen como objetivo precisamente en los países de origen de la clase obrera extranjera, para controlar la hegemonía del sistema capitalista en una voracidad egoísta sin precedentes. Los problemas de los africanos son constantes, se les echa de sus países de origen tras fuertes guerras, para cruzar mares en dudosas embarcaciones ( algunos lamentablemente, como en este caso, no llegan a su destino ), y todo ello para finalmente ser expulsados de nuevo o explotados despiadadamente, en trabajos no sencillos precisamente y sin salud, sin educación, sin vivienda.
En consonancia con todo lo antes declarado, los y las revolucionarias aglutinados en torno al Partido Comunista de España (marxista-leninista), mantenemos con firmeza que nuestro programa por la República y el Socialismo no se va a construir desde la Unión Europea, si no desde fuera, porque esa supuesta “unidad” es la de la Troika, el FMI, el BCE, y no la de los intereses populares. No habrá futuro para el proletariado en el marco neoliberal de relaciones, cada vez más decadente, ni con el reformismo, auspiciado por un nuevo oportunismo, el de la supuesta «centralidad «. El objetivo es la ruptura con todas aquellas instituciones que avalan la opresión de la patronal y la toma del poder político. Ahora mas que nunca, en tiempos de confusión ideológica dentro de la izquierda, no puede haber vacilaciones al respecto.
Quiero aprovechar estas líneas para denunciar al Ejecutivo Estatal por su doble rasero en sus posicionamientos, avalando auténticas barrabasadas como autorizar el hundimiento de buques como en el caso Atalanta, y a la vez, exigiendo más medidas para, en palabras de Mariano Rajoy durante un mitin en tierras alicantinas, «evitar estas dramáticas situaciones». «Ya no valen las palabras, hay que actuar», señalaba más adelante. ¿Acaso es un ejemplo de solidaridad el desgobierno del PP, permitiendo masacres como las de las tristemente famosas vallas en Ceuta y Melilla? Es una auténtica vergüenza cómo mienten descaradamente los de la Moncloa.