Sofía Ruiz
Las ciudades, como espacio donde viven y se relacionan las comunidades humanas, han ido transformándose de acuerdo con los procesos de producción económica y reproducción social. Decía Lefevre que “Es el espacio y por el espacio donde se produce la reproducción de las relaciones de producción capitalista”, de esta manera, para comprender las dinámicas socio-espaciales tendremos que comprender las dinámicas del capitalismo en cada momento.
La ciudad capitalista, actualmente, se basa en un modelo urbano que transforma nuestros pueblos y ciudades en espacios diseñados para la reproducción económica y la distribución e intercambio de mercancías, a través de la búsqueda del beneficio económico en la ordenación del territorio , estableciendo que toda intervención urbana tiene que extraer plusvalor, extendiendo el control y la filosofía capitalistas a todos los ámbitos de nuestras vidas.
En España los ayuntamientos de un color u otro han gobernado la ciudad como una gran empresa. Con los objetivos de producir una marca reconocible y difundirla a través de eventos, poner a producir todos sus espacios, captar oportunidades de inversión , reducir gastos y obtener beneficios. Desde la lógica empresarial la reducción de gastos superfluos, es la reducción de gastos de mantenimiento y reproducción del personal (educación, sanidad, servicios sociales….)
Esta ciudad empresa construida para sus inversores y compradores (élites y clases altas) donde las clases populares están excluidas da lugar a una desigualdad social en aumento ,que se plasma territorialmente en las periferias donde muchas familias desahuciadas, desempleadas o con un trabajo precario, luchan por conseguir una vivienda donde ubicarse.
Una de las múltiples formas de extraer plusvalor de la propia ciudad, una vez agotado el ciclo de la burbuja inmobiliaria, consiste en traspasar las funciones que eran gestionadas por el gobierno de la ciudad a manos privadas, como en el caso de la sanidad, la educación o el agua por mencionar quizá los ejemplos más conocidos, si bien son infinitas las esferas de lo público que se introducen de manera más o menos visible en la lógica de mercado.
Se puede realizar bien a través de procesos de privatización, bien por medio de mecanismos de externalización en los que son precisamente las propias administraciones públicas las encargadas de instaurar dispositivos de competencia en su seno.
La deuda es el elemento disciplinador y justificador de estas privatizaciones y externalizaciones. Los altos niveles de deuda en los Ayuntamientos y otras administraciones operan como mecanismos de servidumbre hacia los acreedores ya que las funciones reproductivas de la ciudad quedan subordinadas a su pago; precisamente, con este objetivo, se aprobó la modificación de la Ley de Bases de Regulación de la Administración Local, que desplaza las competencias de educación, sanidad y servicios sociales a otras administraciones bajo el paraguas de la sostenibilidad y los ajustes presupuestarios. Viendo las ciudades como su soberanía, para gestionar este tipo de servicios reproductivos, queda enajenada para preservar el equilibrio presupuestario y la sostenibilidad económica.
Las infraestructuras y los servicios urbanos también juegan un papel fundamental en la economía de la ciudad y no han resultado indemnes a los intentos de privatización ( recogida de basuras, limpieza viaria, alumbrado…etc)
Estas politicas provocan fuertes focos de resistencia : Las plataformas por los servicios públicos, las mareas, el movimiento por la remunicipalizacion de los servicios públicos que está dando lugar a su ejecución en muchos municipios.
La ciudad postindustrial
Entre 1975 y 1983 Europa perdió 10 millones de puestos de trabajo en el sector industrial de los que 1 millón correspondieron a España. La desindustrialización y la crisis de la década de 1970 conllevan un cambio de circulación de capital desde la esfera de la producción industrial al mercado de la construcción, en el que el declive de beneficios que proporciona la industria es suplantado por el aumento de la especulación inmobiliaria.
Se acelera, así, el cambio hacia una nueva fase de desarrollo capitalista en la que la ciudad adquiere un papel clave como centro de acumulación de capital. La ciudad deja de ser un lugar donde se produce y pasa a ser una mercancía que crea oportunidades de beneficio: es el cambio de la producción en el espacio a la producción del espacio. La producción del espacio, da lugar a que los centros urbanos pasen, de ser lugares de residencia, a espacios de acumulación de capital. Si para la población local, el barrio es el lugar habitado donde se desarrolla la vida social, para los mercados y los Ayuntamientos es un espacio abstracto del que se pueden sacar beneficios. El conflicto entre este valor de uso al que aspira el residente y el valor de cambio con que los poderes locales gestionan la ciudad ,es la contradicción fundamental en la ciudad y el foco principal del conflicto, que genera constantes luchas
La mercantilización de la ciudad, hace que cualquier intervención urbana tenga que ser productiva económicamente, siendo los sectores empresarial y financiero los auténticos protagonistas en la ordenación y gestión del territorio y, en ocasiones, también del orden político y normativo, como quedó patente en el frustrado proyecto de Eurovegas.
La ciudad postindustrial crece a partir de tres pilares:
la habitabilidad, entendida como el conjunto de viviendas y servicios que pretenden hacer habitable un determinado espacio;
La movilidad, que comprende a grandes rasgos todo lo relativo a la red viaria de transportes y comunicaciones, y que generalmente va indisolublemente unida al carácter motorizado de los desplazamientos, mayoritariamente privados
El espacio público, es decir, las calles, plazas, parques y demás lugares que se encuentran entre las viviendas y los circuitos de movilidad.
Estos tres pilares son, en la práctica urbana y metropolitana, inseparables.
Guiada por la grande vías de comunicación (autopistas, autovías) toma cuerpo el modelo territorial propio de las sociedades postindustriales, que conlleva un crecimiento a saltos sobre suelo no urbanizable o rustico más allá del propio término municipal y que da origen a una ciudad difusa y no compacta.
En los últimos congresos tanto de geógrafos como de arquitectos y urbanistas se ha intentado parar este tipo de crecimiento a través de la rehabilitación o regeneración urbana.
Como dice Agustín Cocola, la regeneración está ligada a la geografía del espacio urbano puesto que algunas áreas contienen posibilidades de beneficio y otras no. En este sentido, las posibilidades de beneficio se dan en función de una devaluación previa del valor del suelo, que es la condición que el capital necesita para que las futuras reinversiones sean rentables. En lo que se conoce como barrios degradados, cuanto mayor es la diferencia entre el valor actual y el valor potencial que se podría pedir por él una vez regenerado mayor es la posibilidad de atraer dichas reinversiones. Este es el caso de centros históricos en los que la desindustrialización aceleró una situación de devaluación y degradación física, siendo normalmente el espacio de residencia de inmigrantes recién llegados y población con escasos recursos. Esta devaluación previa creó las condiciones necesarias para que el capital invirtiera en dichos espacios, convirtiéndolos en yacimientos de regeneración urbana, siempre y cuando se le garantizara procesos de gentrificacion (elitizacion) donde la población original es desplazada por nuevos residentes con mayores ingresos. De esta manera, aunque la retórica de la regeneración urbana promete erradicar problemas de degradación física y marginalidad social, en realidad esta no contribuye a solucionar problemas de pobreza, sino a cambiar la pobreza de lugar y dispersarla. En este sentido, la regeneración urbana que produce el espacio gentrificado esconden la relación social fundamental del capitalismo remarcada por Lefebvre, es decir, la dominación de una clase sobre otra ya que las plusvalías se obtienen mediante la destrucción (explotación) de formas de vida que para el mercado no son rentables.
La gentrificacion es un tipo de transformación de la ciudad postindustrial, otra fórmula es la renovación urbana rápida e integral, ésta suele implementarse a través de la organización de un megaevento internacional, como Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 , la Expo’92 de Sevilla, la universiada en Granada, el bicentenario etc… Estos eventos se convierten en escaparates orientados a la atracción de turistas, capital e inversiones… así como en la justificación para el impulso de grandes infraestructuras y megaproyectos arquitectónicos. Este tipo de intervenciones persiguen desde la regeneración de sectores productivos obsoletos de la ciudad, hasta la producción de un efecto contagio sobre la iniciativa privada, especialmente sobre el mercado inmobiliario. A pesar de venderse como panaceas para el impulso económico de la ciudad y sus habitantes, el resultado suele materializarse en grandes inyecciones de dinero público y beneficios fundamentalmente para las empresas privadas.
Después de la desindustrialización y la crisis del ladrillo España opto por el turismo y las ciudades se fueron transformando para atraer al turista y poder entrar en los circuitos turísticos internacionales de turismo urbano de masas, incluso ciudades como Barcelona están en vías de legalizar la prostitución para entrar dentro del circuito del turismo sexual.
Cualquier bien cultural o patrimonial, cualquier fiesta, cualquier peculiaridad arquitectónica, etc. es suficiente para poner en marcha la transformación de la ciudad en función de la llegada de turistas:
La seguridad en los centros de las ciudades y en los cascos históricos eliminando mediante la elitización o gentrificación a los antiguos vecinos con rentas bajas y sustituyéndolos por residentes con ingresos altos o medios. Eliminando el pequeño comercio sustituyéndolo por bares, restaurantes….ocupando los espacios públicos por terrazas, haciendo peatonales calles y plazas en zonas comerciales creando lo que se llama centros comerciales a cielo abierto (en Madrid es el caso de preciados y ahora de carretas) y elaborando las ordenanzas cívicas que impiden y sancionan la venta ambulante, los espectáculos en vía publica, los hombres o mujeres estatua, el botellón etc..
Los espacios públicos (calles y plazas) se ligan al consumo y desaparecen como centros de socialización del vecindario; una de las medidas que todos los ayuntamientos han realizado es la retirada de bancos o mobiliario social de estos espacios.
La concentración de recursos y la desposesiónde las capas populares fuerzan un desarrollo caótico e informal en la periferiaque crece de manera discontinua mezclándose las viviendas multifamiliares con urbanizaciones cerradas (los pau) bloques de viviendas libres, urbanizaciones de construcciones unifamiliares , grandes centros comerciales, parques empresariales…en un caos, donde el consumo de suelo es la dinámica fundamental. Las vías de comunicación y el automóvil hacen posible la extensión de la ciudad de manera fracturada.
Este modelo de ciudad que tenemos en la actualidad es un espacio producido según las necesidades de la clase capitalista y cuyo resultado implica la apropiación violenta del espacio habitacional y social de la clase obrera. Esta situación genera luchas y resistencias que son respuestas al ataque que lanza el capital para satisfacer sus necesidades de expansión continua
El antagonismo entre el barrio entendido como espacio abstracto del que obtener plusvalías y el barrio como lugar habitado es la expresión urbana de la lucha de clases.