Carlos Hermida
Tómalo con filosofía”. Esta expresión coloquial tan extendida, y que viene a significar que las situaciones adversas hay que afrontarlas con calma, demuestra el profundo desconocimiento que existe en la sociedad española de lo que es en realidad la Filosofía. Y no es de extrañar si tenemos en cuenta el maltrato que viene sufriendo desde hace años esta disciplina humanística y que culminó con la aplicación de la LOMCE, que suprimía su obligatoriedad en 2º de Bachillerato y la dejaba como optativa.
Esto ha sido un acto de terrorismo académico, hay que decirlo alto y claro, porque la Filosofía es un instrumento fundamental para la formación de ciudadanos con pensamiento crítico, y esto es lo que no interesa. La potenciación de las nuevas tecnologías, tal como actualmente se enfoca, y de la Economía en la Enseñanza Secundaria y en el Bachillerato tiene como objetivo crear futuros obreros sumisos, máquinas obedientes para producir plusvalía. Y por esta razón las humanidades sobran, hay que suprimirlas o desvirtuar su contenido.
La Filosofía tiene como objetivo la comprensión de la realidad en su conjunto y su explicación racional. Su nacimiento en la antigua Grecia supuso el paso del mito al logos; es decir, la interpretación de lo real al margen de las explicaciones religiosas, lo que siempre ha supuesto un peligro para las clases dominantes. No es de extrañar, por tanto, que se intente eliminar de los planes de estudio o reducirla a la mínima expresión. Lo que interesa al capital no es la crítica, sino la obediencia. No formar ciudadanos, sino consumidores alienados que no cuestionen el orden establecido.
Para evitar el descerebramiento colectivo tenemos que defender la Filosofía como asignatura obligatoria en la ESO y en los dos cursos de bachillerato. Pero esa defensa tiene que partir en primer lugar de los propios profesores de la materia. Las asociaciones corporativas, dirigidas en algunos casos por iluminados cobardes que no se atreven a enfrentarse con las autoridades académicas, no son el instrumento adecuado para esta defensa. Es prioritaria la afiliación en masa a los sindicatos de clase; ese es el camino, la organización sindical. Lo demás son fuegos de artificio, pólvora mojada. Pero también debe quedar muy claro que en el actual ordenamiento político y con este modelo económico es absolutamente imposible que la Filosofía ocupe el lugar que le corresponde por derecho propio en el sistema educativo. Es un sarcasmo que los propios profesores de Filosofía no entiendan que existe una estrecha relación entre la monarquía que padecemos, el modelo económico capitalista y la marginación de esa asignatura. Un nuevo modelo educativo, que destierre el actual engendro psicopedagógico de las aulas, y fomente el pensamiento crítico solo será posible en el marco de una República Popular y Federativa.
Es necesario, además, decir a los profesores de otras asignaturas que la solidaridad con los compañeros de Filosofía es fundamental. Una solidaridad que se echa en falta y que refleja egoísmo y estrechez de miras. Como a mí no me toca, me da igual si otros se quedan sin horas de clase. Esa actitud es mezquina y hace el juego a quienes están destruyendo la enseñanza pública. Lo que ocurre en nuestro país, y especialmente en la Comunidad de Madrid, forma parte de una estrategia que tiene como finalidad no solo acabar con las Humanidades, sino machacar la educación pública y fomentar la privada concertada.
Recordemos el viejo lema marxista: ¡Proletarios de todos los países, uníos! Llevémoslo a la práctica: ¡Profesores de la enseñanza pública, uníos! Defendamos la Filosofía y no permitamos que la derecha convierta a nuestros jóvenes en analfabetos funcionales.