El pasado jueves, 14 de Abril, el PCE (m-l) participó junto a PCPV, PCPE y REM en un coloquio que, bajo el título Quin tipus de República volem?, llenó el Casal Jaume I de militantes y simpatizantes de la izquierda local, con una nutrida presencia de jóvenes.
Tras escuchar las intervenciones del resto de organizaciones, el representante del PCE (m-l) comenzó la suya señalando que, «de no ser por la situación social, sería cómico este “a ver quién da más” en torno a la República, en lugar de estar discutiendo sobre cómo hacerla realidad». Sin embargo, dado que las intervenciones precedentes demostraron la existencia de profundas divergencias teóricas en torno al problema de la República y su conquista, y por cuanto está demostrada la necesidad de que los comunistas actúen como motor de este proceso, nuestro camarada consideró positivo, después de todo, el debate en cuanto pudiera servir para ello. Y recordó, asimismo, que ya hay pasos que nos permiten ser optimistas al respecto, como la reciente constitución de Plataformas de Comunistas en Madrid, Galicia y otros lugares.
Por otra parte, «dado que el PCE (m-l) es el único partido que ha luchado por la República, durante más de medio siglo, frente a la oligarquía, conciliadores y todo tipo de renegados de ayer pero también de hoy –cuando seguimos negándonos a sacrificar los principios por una supuesta “unidad de la izquierda” en el ciudadanismo que ya hemos visto en qué ha quedado–, no podíamos, por tanto, dejar de asistir a esta cita».
A continuación, nuestro camarada situó el problema de la República en términos ideológicos, criticando las bases de las dos líneas que se había expuesto previamente desde la mesa. Así, por una parte, tenemos a quienes equiparan el problema político, «central, según sabemos desde hace más de un siglo, pues todo problema social es un problema político, el de la clase que está en el poder», a cuestiones no irrelevantes, pero sí sectoriales y determinadas en todo caso por el sistema económico y la clase en el poder, como son el ecologismo, el feminismo, etc. «Esa concepción –señaló el ponente del PCE (m-l)– nos lleva a la República como un área más de trabajo, y por tanto a convertir el problema político en moneda de cambio: se coloca en el puesto número 17 de la “tabla reivindicativa”, y ya parece que somos republicanos», en clara alusión a ciertas plataformas “unitarias” que han eludido de esa forma el problema político de fondo.
Por otra parte, mostró su acuerdo con el objetivo de una República socialista, pero no situándola como una reivindicación inmediata. En este sentido, nuestro portavoz insistió en la necesidad de utilizar la dialéctica, como marxistas, recordando la idea leninista de que es el desarrollo histórico de la situación lo que plantea no sólo las tareas del proletariado, sino también la forma de resolverlas. Como ejemplo de ello, puso precisamente la misma referencia a la República de 1931-33 y de 1936 que había hecho el representante del PCPE, quien las suponía obra de diferentes clases. Pero ese planteamiento obvia que el proletariado sostuvo la República en ambos períodos, y que se planteó los nuevos problemas sólo a partir de su propia experiencia anterior a la victoria del Frente Popular, mientras que había rechazado de forma contundente los planteamientos bullejistas de oposición a la «República burguesa» en 1931.
También citó nuestro portavoz a Lenin al recalcar que la profundización de la democracia, encarnada en una República Popular, Democrática y Federativa facilita la organización y la lucha ideológica y política del proletariado, además de mostrar al desnudo cómo el origen de la explotación y la opresión se halla en el capitalismo, lo cual pondrá sobre la mesa la necesidad de la revolución proletaria. En este sentido, recordó asimismo la idea de Stalin de que no hay una muralla china entre las tareas de la revolución democrática y de la revolución socialista; lo cual exige, advirtió, una visión dialéctica del desarrollo histórico.
De esta manera, el representante del PCE (m-l) expresó nuestro rechazo tanto hacia el abandono de los principios por espurias promesas electoreras, como a plantear objetivos inmediatos que las masas no perciben, ni entienden, como tales necesidades. Con todo, nuestro camarada dejó claro que no estamos por colocarnos a la zaga de las masas, ni por plantear respuestas fáciles o acomodaticias, sino todo lo contrario; pero que nuestro lugar como comunistas no está en un horizonte inalcanzable para las masas, sino junto a ellas (los comunistas no somos más que el sésamo del proletariado, como dijera Lenin), para ayudarlas a plantearse los problemas en cada momento histórico y a luchar por su resolución, en la perspectiva de su emancipación como clase. Lo contrario, advirtió, «sería convertirnos en una especie de telepredicadores».
En este punto, nuestro camarada reivindicó la coherencia leninista de la teoría de Gramsci sobre la hegemonía, «pese a los intentos de arrastrar su nombre y su pensamiento por el fango» y de despojarle de su innegable posición de clase. Y recordó la importancia del “sentido común” como ideología de las clases dominantes asumida por las clases subordinadas y que, como tal, impide percibir la verdadera naturaleza de las relaciones sociales. En consecuencia, indicó, a la hora de señalar los objetivos políticos debemos tener en cuenta la situación subjetiva del proletariado y de las clases populares –que, en la época del imperialismo, deben ser ganadas por la clase obrera frente al expolio generalizado que lleva a cabo el capital–, especialmente en unos momentos en que un ciclo de intensa movilización se ha visto culminado con una rápida retirada en pos de ilusorias metas electoralistas.
Igual “olvido” de la dialéctica se apreció en la intervención de REM –parte de cuyos militantes participaron en las elecciones internas de Podemos, y que ha defendido la colaboración con ese partido en candidaturas locales–, a cuyo representante tuvimos que reconvenirle el haber caricaturizado la importancia de la teoría, escudándose en que «a mi carnicero no le interesa» y al «fracaso de todos los modelos planteados por el marxismo» para acabar asegurando que «la teoría debe venir dada a partir de la experiencia». Como señaló nuestro portavoz, tales aseveraciones son muestra del más grosero empirismo y tacticismo, y soslayan la importancia de la posición que individuos y clases ocupan en el proceso productivo como condicionante de su acción política y de su cosmovisión; es decir, que «se elude la relación dialéctica entre base económica y superestructura, tal y como hace el “ciudadanismo” de Podemos y cía. cuando reduce el problema de la hegemonía a una simple cuestión lingüística», consistente en extender unos determinados significados. El resultado a la vista está, remachó el representante del PCE (m-l), cuando PP y PSOE hablan ya tranquilamente de «centralidad», «transversalidad» y demás engendros.
Así pues, tal y como remarcó nuestro camarada, «la negación de la teoría lleva a someterse al “sentido común” (del susodicho carnicero, por ejemplo) y, por tanto, a la dispersión en múltiples reivindicaciones sectoriales», como las que caracterizaron las movilizaciones habidas hasta el largo ciclo electoral (y electoralista). Y, ante la defensa que hizo otro asistente del «apoyo a las reformas que sean beneficiosas para la clase», advirtió del peligro que supone semejante oportunismo, al sacrificar no sólo los objetivos políticos centrales, sino incluso la organización que debe defender cualesquiera conquistas. En relación con ello, recordó que según el historiador Hobsbawm incluso para conseguir reformas debemos movernos por objetivos revolucionarios.
El papel de los comunistas es, afirmó, asegurar la hegemonía de la clase obrera en la unidad popular –que, según consideramos, debe dar cuerpo a la lucha por la República–; y, en consecuencia, trazar la táctica y la estrategia a seguir. En este sentido, recordó el ejemplo de Túnez y el exitoso proceso de construcción del Frente Popular por nuestro partido hermano, el Partido de los Trabajadores, «que demuestra que los “viejos modelos” y la teoría siguen siendo útiles; al menos, para nosotros lo son», remachó.
De acuerdo con todo ello, y remitiéndose al análisis histórico que figura en nuestra Línea Política, desde los tiempos de la clandestinidad, para situar la monarquía como forma política de la dominación de la oligarquía, el ponente del Partido defendió la propuesta de República Popular, Democrática y Federativa como la más adecuada, aquí y ahora, para hacer avanzar al proletariado y sectores populares en la perspectiva del Socialismo, además de como línea divisoria de una política de clase, al ser un objetivo inasumible para el régimen y sus bases sociales.
En su intervención final, nuestro camarada reafirmó el compromiso del PCE (m-l) de luchar junto a la clase obrera y sobre sus problemas, pero con planteamientos basados en una teoría, sin renunciar a los objetivos estratégicos de los revolucionarios y para hacer avanzar a nuestra clase para hacer posible una nueva hegemonía. Incidió, en segundo lugar, en la importancia de la organización y los objetivos políticos frente a la dispersión, y en la trascendencia del carácter de clase de las diferentes propuestas, como ejemplifican las de Podemos por un lado y la República por otro. En relación con esto, indicó que quienes asistieron al mitin de Carrillo en Alicante a finales de los setenta, tal y como recordó un asistente, con tricolores y consignas republicanas, eran militantes del PCE (m-l), lo cual sirve como ejemplo de la importancia que tiene perseverar en los principios y en la alternativa republicana frente a todo tipo de modas y oportunismos; y destacó el éxito de las manifestaciones republicanas de la tarde en diversas ciudades, como Madrid, donde la convocatoria salió adelante gracias sobre todo al tesón de la Federación Republicanos, con el apoyo de organizaciones como UCR. En este sentido, el portavoz del PCE (m-l) cerró sus palabras con una advertencia, en clara alusión a diversos “dirigentes” del 22M: «Que no vuelva a pasar que si en una movilización salen a la calle las tricolores de forma masiva, sea superando y a pesar de unos dirigentes tan miopes que relegan la República al número diecisiete de la tabla reivindicativa, para que luego toda esa energía popular sea rentabilizada por el populismo “ciudadanista” y desmovilizador. No, la República debe ser nuestro objetivo central y prioritario. ¡Que no vuelva a pasar!»
Esperamos que los vivas a la República con que cerramos el acto hayan servido para sellar este propósito, que los comunistas del PCE (m-l) seguiremos persiguiendo con todo nuestro empeño.
¡VIVA LA REPÚBLICA!