Agustín Bagauda
De Tesla, porque Tesla son, sobre todo y ante todo, los productores, los obreros que fabrican los coches (en este caso), los que crean riqueza con su trabajo, valor.
“Desde el 27 de octubre, IF Metall ha estado en huelga en los puntos de servicio y talleres suecos de Tesla. La razón es que Tesla se niega a firmar convenios colectivos para nuestros miembros”, recoge en su web (ifmetall.se) el sindicato sueco. Ciento treinta obreros mecánicos se ponían en pie de lucha. El magnate Elon Musk se opuso desde un primer momento a dotar a la relación capital-trabajo de un elemento tan básico como un convenio y lo que en un principio fue una huelga muy localizada se extendió como un reguero de pólvora a otros sectores laborales y a varios países, hecho calificado por ese sátrapa laboral como “una locura”. A finales de diciembre eran ya un millón los trabajadores escandinavos en huelga. La solidaridad de clase, una vez más, hacía acto de presencia.
En Suecia se han sumado una decena de sindicatos a los que hay que añadir varios del resto de países nórdicos del sector portuario y del transporte: El 5 de diciembre, 3FTransport anunció el bloqueo de los coches Tesla en todos los puertos daneses. El 6 de diciembre, el Fellesforbundet noruego anuncia el bloqueo portuario a esos coches. El 7 de diciembre, lo hace el sindicato de transporte finlandés AKT. Los bloqueos entran en vigor el 19, 20 y 20 de diciembre, respectivamente. A su vez, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) daba “todo su apoyo al sindicato sueco IF Metall” (1).
Así, “Sus mecánicos no abren capós. Los estibadores no descargan sus coches. Los transportistas no los distribuyen. Los taxistas no los compran. Los electricistas no acuden a reparar sus puestos de carga. Sus empleados de mantenimiento no limpian ni reparan nada en sus instalaciones. Los camiones de basura no se la recogen y los carteros no les reparten ninguna carta ni paquete (lo que impide que le lleguen nuevas placas matrícula, que en Suecia se entregan solo por correo)” (eldiario.es, 4/02/24). La producción, distribución y venta de Tesla está bloqueada, aunque sus dueños, con el ínclito a la cabeza, echan mano de todo tipo de argucias, presiones y medidas para intentar saltarse el bloqueo, que se ha mantenido por las sucesivas incorporaciones de trabajadores y sindicatos a la “bola de nieve solidaria”. Tesla afirma que la huelga no ha afectado a sus ventas, sin embargo el Model Y, que era, con diferencia, el más vendido en Suecia hasta el inicio de las movilizaciones, ha sido desplazado por dos modelos de Volvo y uno de VW. La movilización de los trabajadores produce sus efectos y presiona a la empresa.
El convenio colectivo no es una cuestión baladí y menos en el caso particular de Suecia y los países nórdicos, lo que explica en buena medida que todo el movimiento sindical sueco se haya movilizado y se hayan sumado sindicatos de otros países: “Los convenios colectivos son la base del modelo sueco de mercado laboral. Esto significa que los sindicatos y las organizaciones patronales establecen las reglas del juego en el mercado laboral, sin interferencia del Estado y de los políticos. En Suecia, alrededor de nueve de cada diez trabajadores están cubiertos por convenios colectivos” (ifmetall.se). Tommy Wreeth, responsable del Sindicato Sueco de Trabajadores del Transporte explicaba: “En otros modelos, como el español, esas normas están fijadas en la legislación nacional a través del Estatuto de los trabajadores”. Y subrayaba: “No se trata solo de los sindicatos de trabajadores del metal y del transporte. Esto es importante porque está en juego todo el modelo sueco” (eldiario.es, 29/12/23). En el mismo sentido se manifestaba la CES en la aludida declaración: “No se trata sólo de una lucha por los trabajadores y trabajadoras de Tesla en Suecia, sino de una lucha crucial por el derecho de huelga y el derecho a los convenios colectivos”.
Hay que tener en cuenta, además, los tiempos que corren: estamos en plena crisis, con la apisonadora del capital, con todo su engranaje político, destrozando derechos y revertiendo conquistas, en todos los países, que han costado al proletariado sangre, sudor y lágrimas (y no en su sentido metafórico) y con la extrema derecha extendiendo y afianzando sus posiciones en Europa (a observar los resultados de las elecciones de junio) y en el resto del mundo.
Es, también, este contexto el que ayuda a entender el alcance que ha tomado la lucha inicial entablada por ese poco más del centenar de trabajadores; que se levante la bandera de la lucha de clases, de la resistencia, de la dignidad, de la solidaridad internacional. Es un momento en que los trabajadores nos jugamos mucho. El proletariado y sus organizaciones sindicales son conscientes de ello, más allá de la actitud que éstas tomen en el futuro. Como botón de muestra: El 24 de enero pasado las centrales sindicales de Argentina convocaron una huelga general contra la agenda neoliberal y fascistoide de J. Milei (2); en Finlandia, llevan más de dos meses de movilizaciones y huelgas convocadas por los principales sindicatos, SAK y STTK, contra los recortes y la regresiva reforma laboral que quiere aplicar el nuevo gobierno ultraconservador (junio 2023) en el que participa la extrema derecha.
La dimensión de la huelga de IF Metall (la más larga en Suecia de los últimos 80 años), su extensión y la solidaridad que ha tenido como respuesta, ha puesto en estado de alarma a no pocos garantes del sistema capitalista que a través de sus voceros están planteando que se recorte el derecho a las manifestaciones de solidaridad con los trabajadores directamente afectados, lo que pone en evidencia la crudeza de la pelea entablada que trasciende el ámbito nacional y regional. Por otro lado, según izquierdadiario.es (24/12/23), “La ofensiva anti sindical de Elon Musk está preocupando a los sectores empresariales de la región escandinava”, lo que puede interpretarse como su temor al aumento de la conflictividad laboral, a la radicalización de los trabajadores, al resquebrajamiento de la paz social en unos momentos de crisis que dejan poco espacio para ella.
De esta importante experiencia de lucha se pueden extraer, a nuestro juicio, algunas enseñanzas y conclusiones:
Primera. Ni el proletariado ni la lucha de clases están muertos y enterrados, como viene afirmando machaconamente la burguesía y repiten, cual coro de loros, sus acólitos pequeño-burgueses. Todo lo contrario. Sólo la clase obrera lleva en sus entrañas el germen de la revolución social.
Segunda. La importancia de la unidad y organización de la clase obrera, la unidad del movimiento sindical nacional e internacional; la importancia de la solidaridad de clase, internacionalista.
Tercera. Bajo esas premisas, la fuerza del proletariado puede poner en jaque no ya a una compañía como Tesla sino hacer temblar al propio sistema. De ahí que sus valedores y lacayos estén dando pasos para cercenar toda expresión de solidaridad; de ahí que se cuidan muy mucho de que no cundan ejemplos como éste, o el de los trabajadores del Metal de la Bahía de Cádiz, o la solidaridad del movimiento sindical internacional con el pueblo palestino, etc.
Cuarta. En el actual escenario de agudización de la lucha de clases, hay que cuidar como la niña de los ojos dichas premisas; hay que fortalecer, en todos los planos, a las organizaciones de clase, a los sindicatos, en primer lugar, que, a día de hoy, en muchos países son el único muro ante las agresiones del capital.
Quinta: Solo mediante la lucha se arranca a la patronal derechos, conquistas, mejoras laborales,… La negociación colectiva es necesaria pero también insuficiente. Sin la movilización no hay una posición de fuerza para obligar a negociar a la empresa o hacerlo en mejores condiciones, algo que “olvidan” las direcciones vendidas de los grandes sindicatos de clase en nuestro país.
Sexta. La lucha templa a los trabajadores, los hace tomar rápida conciencia política, de su potencial, aumenta su fuerza y determinación y fortalece a las organizaciones de clase. IF Metall, a mediados de enero, llevó a cabo una encuesta sobre la huelga entre sus afiliados y uno de los resultados fue éste: “Casi la mitad de los miembros afirman que su confianza en IF Metall ha aumentado como resultado del conflicto, ni siquiera uno de cada diez dice que la confianza ha disminuido”.
Por último, séptima, la huelga de Tesla es un revulsivo para el movimiento obrero y sindical internacional.
Desde que naciera el capitalismo, la lucha de clases no ha cesado en ningún momento. Se ha podido ver apaciguada, puede tener distintas manifestaciones, unas más veladas y pacíficas, otras más virulentas, mas la contradicción fundamental, y por tanto la lucha, capital-trabajo persistirá hasta tanto no se supere el actual modo de producción. Ahora, el capitalismo creará las condiciones pero no caerá por su propio peso, habrá que echarlo abajo y ello pasa por fortalecer el movimiento obrero y sindical, fortalecer las organizaciones de clase, tanto las sindicales como las políticas, catalizar la lucha de clases. La lucha de Tesla ayuda a acumular fuerzas en esa dirección.
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(1) Declaración de 6-7 diciembre de 2023. La CES representa a 45 millones de trabajadores y pertenecen a ella 93 confederaciones y 10 federaciones sindicales de Europa. IF Metall tiene 300.000 afiliados.
(2) “Las medias anunciadas hasta el momento por Javier Milei incluyen despidos masivos, promoción de contratos precarios, reducción de indemnizaciones por despido, privatizaciones masivas de empresas públicas y reducción drástica de la inversión pública en protección social, además de evidentes beneficios para sectores empresariales, entre otras medidas de corte ultraliberal” (CCOO, 22/01/24).