A. Bagaduda
La agresión genocida del Estado de Israel contra el pueblo palestino ha levantado una ola de solidaridad, desde EEUU hasta Tailandia. Los pueblos del mundo levantan su voz contra el terrorismo sionista, contra la opresión y la limpieza étnica, por la libertad de Palestina. En nuestro país se han dado manifestaciones en la mayoría de capitales de provincia, los profesores de Educación Secundaria (se están poniendo en marcha los universitarios) se coordinan para llevar a cabo todo tipo de acciones en los centros educativos, los estudiantes también se movilizan y los intelectuales que mantienen viva la llama de la dignidad condenan los bombardeos a civiles y niños gazatíes y se solidarizan con un pueblo que no se ha rendido nunca.
Iniciadas las acciones militares sionistas los sindicatos palestinos hicieron un llamamiento a sus hermanos del mundo:
“Mientras Israel intensifica su campaña militar, nosotros, como sindicatos palestinos, hacemos un llamamiento a nuestros colegas internacionales y a todas las personas de conciencia para que pongan fin a toda forma de complicidad con los crímenes de Israel. Pedimos con la máxima urgencia que se ponga fin al comercio de armas con Israel, así como a toda financiación e investigación militar. Ha llegado el momento de actuar: hay vidas palestinas en juego”. (Tomado de rebelión.org, Los sindicatos de todo el mundo boicotean el suministro de armas a Israel, 13/11/23)
Ante este llamamiento el proletariado internacional, a través de sus organizaciones sindicales, también se ha puesto en pie.
Los primeros fueron los estibadores belgas (CNE, UBT, Setca y Transcom), que acordaron negarse a transportar material militar con destino a Israel (diario.es, 6/11/23).
Tres días después la Organización de Estibadores Portuarios de Barcelona (OEPB), sindicato mayoritario en ese sector, decidía “no permitir la actividad de barcos que contengan material bélico” (ibid). Querían “proteger a la población civil, sea del territorio que sea. Ninguna causa justifica el sacrificio de civiles” e instaban a “que se proclame un alto el fuego inmediato y se proceda a la búsqueda de soluciones pacíficas de los diferentes conflictos” (elmercantil.com, 7/11/23), aunque pecaban de cierto apoliticismo cuando afirmaban que no se posicionaban políticamente en el conflicto. Hicieron, además, un llamamiento a los trabajadores de los otros puertos españoles a secundar ese boicot. No era la primera vez, recordaban, que realizaban esta acción: ya habían llevado a cabo otro boicot de armamento, en 2011, con la guerra de Libia.
Las muestras de solidaridad, la denuncia del régimen sionista, la presión a sus respectivos gobiernos, el boicot,…, han corrido por todo el orbe como un reguero de pólvora. En EE.UU. sindicalistas de la UAW declaraban: “(…) Rechazamos categóricamente el apoyo de Estados Unidos al régimen asesino israelí en su genocidio en curso contra los palestinos, (…). Pedimos a la UAW que apoye y aplique el boicot, la desinversión y las sanciones (BDS)”.
En la India, el Consejo Sindical Central comunicaba: “Apoyamos plenamente el llamamiento de los sindicatos palestinos para que todos los trabajadores del mundo y sus sindicatos se unan y boicoteen la producción o carga de armas y equipos militares destinados a Israel y su brutal guerra”.
En Brasil, la CUT asumía el compromiso de apoyo pleno al pueblo palestino. El Sindicato Canadiense de Empleados Públicos hizo un llamamiento a su gobierno para que “ponga fin a la venta de armas a Israel”. Esto declaraba el sindicato ferroviario de la ciudad de Chiba (Japón): “Apoyamos de todo corazón la feroz lucha del pueblo palestino y lucharemos con todas nuestras fuerzas para derrocar al gobierno de Kishida [que va a proporcionar armas y ayuda financiera a Israel]”. En Colombia, el sindicato de mineros apoya “plenamente estas decisiones [del Presidente Gustavo Pietro] y animamos al Gobierno a suspender el envío de carbón colombiano y de todos los metales y minerales a Israel como medida de presión para un alto el fuego inmediato, (…)”. El Sindicato de Ingenieros y Metalúrgicos del Reino Unido e Irlanda del Norte se sumaba al llamamiento de sus hermanos palestinos (la información anterior está tomada del citado artículo de rebelión.org). Y así una larga lista de sindicatos de distintos países.
Todas estas acciones y muestras de solidaridad internacional del proletariado con el pueblo de Palestina encierran un gran valor. En primer lugar, cómo no, porque ejercen una presión, sobre partidos y gobiernos de sus respectivos países y sobre los actores y responsables, directos e indirectos, del conflicto, que ayuda aliviar y superar la calamitosa situación que vive el pueblo palestino. La solidaridad es ayuda y apoyo, amistad, fraternidad, unidad, cooperación, colectividad,…, valores antagónicos a los que promueve el capital: individualismo, egoísmo, división, indiferencia, competitividad, venalidad,…
Segundo, porque educa a la clase obrera en el internacionalismo proletario, en las enseñanzas de los padres del marxismo: “La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados” (K. Marx, Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores, sept. 1864. Tomado de R. Marco, 2018).
Tercero, porque, ligado con lo anterior, ayuda a que el proletariado tome conciencia de sí mismo, le hace comprender su fuerza y su poder cuando se mueve como un solo hombre; lo arma ideológicamente. Consideremos el hecho cierto de que el 90 % del comercio internacional se hace por mar; conjeturemos que los estibadores del mundo, como una piña, hicieran un boicot; pensemos, ahora, en el resultado (recuérdese lo ocurrido en marzo de 2021 cuando el carguero Ever Given colapsó el Canal de Suez)… Vayamos más allá e imaginemos que el conjunto de la clase obrera internacional, la que crea la riqueza y mueve la economía mundiales, se parase… ¡Esa es la fuerza del proletariado! Sin él no hay economía, más allá de él no hay sociedad, no hay vida.
Cuarto, porque señala la importancia de la coordinación y de la unidad de acción sindical (y de la unidad sindical en general) no solo a nivel de un país, sino del conjunto de países.
Por último, la hermandad entre los pueblos, el internacionalismo proletario es, en estos momentos, transcendental. Los estrechos lazos fraternales entre los pueblos, entre la clase obrera de los distintos países, es el mejor instrumento para conjurar el peligro de guerra en el actual capitalismo imperialista. El proletariado no tiene patria, nos enseñaban Engels y Marx. Ahora, cuando aumenta la tensión entre los imperialismos, cuando se exacerban las contradicciones entre EEUU-UE y China-Rusia, cuando las potencias están inmersas en una carrera armamentista (en la que participa el Estado español con el gobierno “progresista” de coalición a la cabeza), cuando se espolean las rivalidades entre países y se azuza el chovinismo, cuando el fascismo (siempre guerrerista) 2.0 toma fuerza y ocupa parlamentos y gobiernos, cuando todo esto ocurre, toma vital relevancia la hermandad de los pueblos, la fraternidad de la clase obrera mundial.
La solidaridad internacional con los pueblos oprimidos, colonizados, que sufren el expolio y la ocupación, con los pueblos en lucha, como el palestino, y el internacionalismo proletario son herramientas muy valiosas de los pueblos, del proletariado, y como tal deben cuidarse como la niña de los ojos por las organizaciones de clase, en primer lugar por los destacamentos comunistas.