En Marcha, órgano de expresión del PCMLE
Ningún gobierno ni fuerza externa debe determinar el rumbo de ese país, únicamente a los trabajadores y al pueblo venezolanos corresponde resolver sus problemas, decidir su forma de gobierno y escoger a sus gobernantes. ¡Rechazamos toda forma de intervención extranjera y expresamos nuestra solidaridad con el pueblo!
La crisis política ha llegado a un punto alto luego de las recientes elecciones presidenciales del 28 de julio, en Venezuela. Como se preveía, el candidato de la derecha (Edmundo González) y Nicolás Maduro se han proclamado triunfadores, creando un ambiente de incertidumbre en la población. Decimos que se preveía ese escenario puesto que, en el curso de la campaña, ya se produjeron pronunciamientos que evidenciaban esas intenciones. Inclusive por parte de Maduro hubo declaraciones que mostraban una mezcla de debilidad y prepotencia, cuando advirtió que ganarían «a las buenas o a las malas» y, en otra ocasión, que «si triunfa la derecha se produciría un baño de sangre». No puede haber un mejor ejemplo de declaraciones en las que se combina la estupidez con el error político.
El escenario actual es aprovechado por el imperialismo estadounidense y la burguesía internacional para continuar con su política intervencionista, en un intento por decidir ellos quién es el ganador del proceso electoral, violentando el derecho a la autodeterminación del pueblo venezolano. Ningún gobierno ni fuerza externa debe determinar el rumbo de ese país, únicamente a los trabajadores y al pueblo venezolanos corresponde resolver sus problemas, decidir su forma de gobierno y escoger a sus gobernantes. ¡Rechazamos toda forma de intervención extranjera y expresamos nuestra solidaridad con el pueblo!
A la par, han profundizado la campaña anticomunista señalando que la responsabilidad de todo lo que allí ocurre es responsabilidad del gobierno de Nicolás Maduro, al que lo califican como un régimen de izquierda e incluso socialista. El gobierno de Venezuela —hemos dicho en varias ocasiones— de ninguna manera puede ser calificado como socialista y ni el programa económico y político que lo ejecuta va en ese camino; Maduro y quienes gobiernan el país representan a una facción burguesa que manipula el anhelo y sentimiento de cambio de los trabajadores y el pueblo venezolanos.
La grave crisis económica, política y social que vive ese país obedece a varios factores: a la estructura capitalista allí existente, intocada durante los años de la denominada «revolución bolivariana»; al bloqueo económico y a las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense; al boicot ejecutado por los sectores más reaccionarios de la gran burguesía; y, a la negativa del gobierno para golpear a la estructura capitalista existente, al compromiso que Maduro y su grupo mantienen con sectores de la gran burguesía (conocida como la boliburguesía, que ha visto en ese régimen la oportunidad para acumular capital) y a la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas de los trabajadores y el pueblo.
Para los trabajadores y el pueblo ecuatorianos es más fácil entender la naturaleza del gobierno del PSUV en Venezuela, porque vivimos la experiencia del correísmo que, al tiempo que cantaba canciones al Che Guevara, hablaba de socialismo del siglo XXI y proclamaba una denominada revolución ciudadana, reprimió al movimiento popular, ilegalizó organizaciones como la UNE y la CONAIE, intentó acabar con los partidos y movimientos de izquierda (ilegalmente eliminó del registro electoral al MPD), instauró juicios penales a más de dos centenares de dirigentes y activistas sociales populares, impulsó una desaforada política minera que favoreció a los capitales monopólicos extranjeros y se llevó millones de dólares a través de actos de corrupción.
Esa es la naturaleza de los denominados gobiernos progresistas que se instalaron en varios países de América Latina, expresión ideológica y política burguesa.