JCE(m-l) Pais Valenciá
Estas últimas semanas estamos asistiendo a una lucha política por ver quien les saca más rédito a las más de 220 víctimas mortales de la DANA. Por un lado, tenemos a la Generalitat intentando echar balones fuera y sin reconocer los errores de su pésima gestión entregando millones a empresarios corruptos.
El gobierno actual del PP no ha hecho más que desviar el foco de la atención hacia otros sitios, aprovechando el nombramiento de Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea, por ejemplo. Por otra parte, el gobierno central no ha sabido o no ha querido pasar por encima a la Generalitat para poder gestionar esta crisis. Evitan responsabilizarse insistiendo en que no es el momento de buscar culpables (sabiendo que ellos mismos también lo son). Mientras ellos se pelean sentados en sus butacas, el pueblo valenciano nos hemos organizado desde el día cero.
No hay que olvidarse de los que se aprovechan de la desgracia para sacar rédito político a cualquier coste. Las personalidades de la extrema derecha han puesto todo su empeño en esparcir bulos y noticias falsas que para lo único que han servido es para entorpecer la organización popular y crear alarma social. Frente a estos parásitos, nuestro papel ha de ser denunciarlos y exponerlos, aportando datos para que las capas populares tengan claro cuál es la verdad.
Por si no tuviéramos bastante ya, hemos podido comprobar cuál es el papel de las fuerzas estatales como la Policía y el Ejército. Antes de que llegaran miles de policías de todas partes, la organización de la limpieza y el tráfico corría a cargo del propio pueblo. Cuando llegaron las fuerzas del Estado, su papel fue el de enviar a la gente por calles intransitables, entorpecer el paso de personas y vehículos de ayuda humanitaria, evitar las labores de limpieza y poner en peligro la salud física y mental de los voluntarios. En nuestra experiencia, no los hemos visto mancharse de barro, pero sí que los hemos visto en Algemesí y otras poblaciones hablando amablemente con miembros de grupos neonazis o 10 policías regulando el tráfico inexistente en una rotonda.
Sí que es cierto que cuando llegó el Estado, trajo maquinaria pesada que fue muy útil para la limpieza de las calles y acelerar la vuelta a la normalidad. Pero también cabe destacar que esto se empezó a dar una semana después del paso de la DANA. Entonces, ¿qué nos trae el Estado en estas emergencias? La infraestructura a la que el pueblo no tiene acceso: maquinaria pesada, profesionales y cadenas de mando. Aun así, el pueblo con su fuerza organizó puntos de recogida, brigadas de limpieza, puntos de encuentro, tablones de anuncios, páginas web para coordinar la ayuda… en cuestión de horas.
Esta era la realidad antes de la llegada del Estado Burgués a la zona cero: una especie de emulación socialista en la que el pueblo trabajador no necesitaba del organismo capitalista para reflotar de una catástrofe como ésta. Estamos hablando de que, durante los primeros días, el Estado español, con su organismo, con sus cadenas de mando y organización, no pudo responder a una emergencia para la que se supone que debería estar preparado; mientras, nosotros, el pueblo trabajador, respondíamos y nos organizábamos. Esto, más que nunca, ha ayudado a que los afectados vieran al Estado actual como un estado fallido: señalan responsables y hablan del abandono del Estado, pero también quieren mirar hacia el futuro, un futuro diferente.
En fechas de escribir este artículo, ya hay casi 20.000 trabajadores en ERTE que no sabrán si volverán a trabajar en el mismo centro de trabajo. Familias, algunas de ellas que han perdido su hogar y también su modo de transporte, se verán obligadas a desplazarse para buscar un nuevo trabajo para pagarse un alquiler. Aunque es una cifra preocupante, este número podría crecer bastante, ya que en la zona hay 48.722 empresas afectadas que dan trabajo a más de 355.000 trabajadores (Periódico Levante-EMV, 10 de noviembre 2024).
Tampoco los niños de estos municipios se salvan. Según Save The Children, hay 40.000 niños y adolescentes afectados por la DANA que han visto interrumpida su educación. Además, hay 26 escuelas completamente destruidas que han tenido que trasladar a sus alumnos a otras localidades, que implican largos desplazamientos y que muchas veces no pueden correr a cargo de las familias. Además, según datos del INE, en la zona de l’Horta Sud, el 30% de los menores vive en riesgo de pobreza y exclusión social.
Preocupa la recurrencia de estos fenómenos meteorológicos. Ahora mismo, está teniendo lugar la COP29 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático) en la que se están presentado los efectos del cambio climático en diferentes países y regiones del mundo. Allí también se habla de preparar a la población mundial en zonas de riesgo para enfrentar las consecuencias del cambio climático. Algo que ocupa la mente de los vecinos de las zonas afectas es que estos desastres naturales no harán más que repetirse y aumentar en intensidad en los próximos años (State of the Climate 2024 – Update for COP29, 2024). En un análisis de WMO (World Meteorological Organization) se estima que las lluvias en España serán un 12% más fuertes de media y que tendrán el doble de probabilidades de manifestarse que en épocas preindustriales, en las que la temperatura media estaba 1.3ºC por debajo de la temperatura media actual.
Esto, ligado a la irresponsabilidad en la gestión de los paisajes naturales para prevenir riadas e inundaciones, resalta la zona afectada por la DANA como una región en la que, si no se hace nada, los eventos de las últimas semanas volverán a ocurrir. Los barrancos están llenos de la caña común (una especie invasora que debe ser retirada). Esta caña ha bajado con toda la fuerza del agua durante la riada, agravando así las consecuencias de las inundaciones en las ciudades afectadas. Si bien los agricultores se han quejado de que no les dejan limpiar los ríos, este trabajo es responsabilidad de gente preparada y entrenada para ello, los técnicos forestales. El problema, de nuevo, sigue siendo que no se invierte en estas tareas. Una vez más, la pésima gestión del Estado Burgués nos trae estos lodazales. La solución siempre tiene que venir de la mano de la ciencia, que aconseja que se administren planes de reforestación de las riberas de los barrancos y ríos, creando bosques de inundación que puedan minimizar los efectos de las inundaciones o subidas de nivel.
Queda demostrada la incapacidad del Estado Burgués para actuar frente a la ocurrencia de estos desastres. También su defensa férrea de los intereses de los empresarios y propietarios a costa de los trabajadores y clases populares. También ha quedado claro que el pueblo trabajador es capaz de organizarse a sí mismo sin la necesidad de nada más que sus propias manos. Nuestra solidaridad debe de ser el camino para la superación de un sistema que está conduciendo a la humanidad a la extinción, para enfrentar el cambio climático de una forma eficaz, y para defender los intereses de nuestra clase. Ahora más que nunca: socialismo o barbarie.