Por Carlos Hermida
«El pueblo griego necesita la solidaridad de todos los pueblos de Europa y del mundo. Su lucha es también la nuestra y su derrota igualmente tendría nefastas consecuencias para todos los trabajadores. Hagamos realidad esa solidaridad con nuestra lucha en la calle. Pero también es necesario hacer una reflexión de más alcance. En el marco de esta Unión Europea no hay solución para los problemas de los trabajadores, porque desde sus orígenes, cuando se constituyó como Comunidad Económica Europea (CEE), ha sido una organización al servicio de la oligarquía económica.»
Los yihadistas que llevan un cinturón de explosivos y se inmolan en un centro comercial o en un hotel, o disparan indiscriminadamente contra turistas en una playa de Túnez, no son los únicos terroristas, ni siquiera los más peligrosos. Hay otros individuos mucho más letales, mucho más criminales, pero gozan de respeto y prestigio. Son hombres y mujeres que no se han entrenado en campamentos situados en lejanos desiertos ni llevan un fusil de asalto en las manos. Por el contrario, han estudiado muchos de ellos en prestigiosas universidades, visten ropa de conocidos diseñadores, viajan en coches de alta gama, se reúnen en lujosos despachos y van siempre acompañados de maletines y carteras que contiene informes, proyectos y memorandos capaces de causar millones de víctimas. Son los ejecutivos del Fondo Monetario Internacional, los burócratas del Banco Central Europeo y los jefes de gobierno de los países de la Unión Europea (UE), quienes han planificado y planifican la catástrofe social en que se encuentra el pueblo griego y han sumido en la miseria a millones de españoles (con el beneplácito y la connivencia del Partido Popular).
La política de recortes sociales y de austeridad que ha venido implantando la troika en Grecia ha conducido a este país a una situación de desastre social que solo encuentra un precedente en la invasión nazi durante los años de la II Guerra Mundial. El hambre, el paro y la pobreza se han extendido entre amplias capas de la población y el número de suicidios se ha incrementado de forma alarmante. El triunfo electoral de Syriza fue la respuesta política de un pueblo castigado cruelmente por las políticas de la UE.
El gobierno de Tsipras ha tratado de negociar con los dirigentes de la UE haciendo concesiones, rebajando sus promesas electorales, pero se ha encontrado con un muro de intolerancia y exigencias inadmisibles que le han llevado a la convocatoria de un referéndum para que sea el pueblo quien decida si acepta o rechaza las exigencias de la Unión Europea. El gobierno griego no es culpable de la situación actual, como señalan la mayoría de los periódicos españoles, siempre al servicio de los grupos empresariales que los controlan. Los dirigentes de la Unión Europea lo que pretenden es poner de rodillas a los griegos, castigarlos por haber votado una opción política que disiente de las recetas de la troika. La intransigencia de la UE tiene también como objetivo lanzar un mensaje a todos los pueblos de Europa: no hay salida alternativa a la crisis. O se aceptan los recortes o las consecuencias serán el bloqueo financiero y el ostracismo internacional. Es un puro chantaje mafioso para aterrorizar a los pueblos y doblegarlos. De eso sabemos mucho los españoles. Cuando en 1936 los trabajadores de nuestro país tomaron las armas para enfrentarse al fascismo, las llamadas potencias democráticas, con Francia y el Reino Unido a la cabeza, decidieron que era preferible el triunfo de Franco a la victoria de la República. La burguesía francesa y británica, con su hipócrita Comité de No Intervención, fueron culpables del triunfo del fascismo en España. La lucha de los españoles era un mal ejemplo para los pueblos de Francia e Inglaterra.
El pueblo griego necesita la solidaridad de todos los pueblos de Europa y del mundo. Su lucha es también la nuestra y su derrota igualmente tendría nefastas consecuencias para todos los trabajadores. Hagamos realidad esa solidaridad con nuestra lucha en la calle. Pero también es necesario hacer una reflexión de más alcance. En el marco de esta Unión Europea no hay solución para los problemas de los trabajadores, porque desde sus orígenes, cuando se constituyó como Comunidad Económica Europea (CEE), ha sido una organización al servicio de la oligarquía económica. El problema de fondo es el capitalismo, que con sus crisis periódicas conduce a la humanidad a la barbarie. La emancipación de los trabajadores solo será posible si superamos este sistema económico que priva de futuro a la inmensa mayoría de la población. La lucha al lado del pueblo griego debe ser una lucha por el socialismo.