Por P. Recife
El reconocimiento facial se ha convertido en los últimos años en un área de investigación activa que abarca diversas disciplinas, como procesado de imágenes, reconocimiento de patrones, visión por ordenador y redes neuronales. El objetivo de un sistema de reconocimiento facial es, generalmente, el siguiente: dada una imagen de una cara “desconocida”, o imagen de test, encontrar una imagen de la misma cara en un conjunto de imágenes “conocidas”, o imágenes de entrenamiento.
Se utiliza principalmente en sistemas de seguridad para el reconocimiento de usuarios. En estos sistemas se utiliza un lector que define las características del rostro, y cuando este solicita el acceso, se verifica comparando los datos obtenidos con la base de datos.
Algunas iglesias han pasado a incorporar esa tecnología de reconocimiento facial. ¿Es que la omnipresencia de su Dios, ese que todo lo ve y está en todas partes, ya no es suficiente y tienen que utilizar estas nuevas tecnologías? Por lo que ha saltado en diversos medios especializados, los funcionarios de Dios (léase curas y monjas) deben pensar que éste tiene mucho trabajo y para hacerle las cosas más sencillas, han instalado redes de cámaras con programas de reconocimiento facial en iglesias de Estados Unidos, Portugal, India, Indonesia y en África para controlar la asistencia de sus feligreses.
Ha sido la compañía israelí Face-Six quién ha instalado estas cámaras con su software especializado y específico para iglesias llamado Churchix que distingue las caras de los miembros de la congregación y las contrasta con una base de datos de fotografías. Todo el sistema funciona con un circuito cerrado de cámaras colocadas en sitios estratégicos del templo (entrada, detrás del altar, laterales…) y de este modo controlar los feligreses que acuden a la iglesia, de forma que pueda identificarse cuando asisten, o no, a la homilía.
Las iglesias han implementado el sistema con el fin de ver quién atiende la misa y de quién se escaquea, o quién entre sermón y sermón se queda frito y se embarca al séptimo sueño. Ironías aparte, lo evidente es que unas cámaras bien colocadas y con el software mencionado, pueden ofrecer muchísima más información que unas confesiones voluntarias: los metadatos de esas imágenes permiten saber quién entra o se sienta con quién, cuándo entra y cuándo sale, quién abandona antes de que acabe el sermón, cuánto tiempo se pasa un visitante observando una imagen religiosa o una reliquia, cuantos fieles se encuentran en el templo, quién deja o no un óbolo y hasta discriminar por edad, sexo y raza.
No olvidemos que empresas transnacionales como Face-Six tienen entre sus clientes a los servicios de seguridad de los grandes aeropuertos, casinos o grandes centros comerciales y que aconsejan a sus clientes que adviertan al público de la presencia de los dispositivos, “pero no todo el mundo nos ha hecho caso” comenta Moshe Greenshpan, consejero delegado de Face-Six, refiriéndose a las iglesias dónde han instalado su sistema. Parece que las iglesias quieren corroborar el skecht sátirico de los Monty Python que decía que la Iglesia Católica “es el negocio más antiguo de la Humanidad con más de dos mil años de experiencia” y como tal, toma las medidas tecnológicas de otros negocios poniéndose al día, no vaya a perder clientela.
Obviamente, las voces discordantes se han hecho oír. En un periódico británico, una activista de derechos civiles declaró: “Esto es un claro ejemplo de un uso absolutamente excesivo de la tecnología. Las iglesias han logrado saber quién acude a sus reuniones durante cientos de años sin recurrir a medios extremadamente intrusivos”. Y aunque la noticia parece sacada de la publicación de humor El Mundo Today, nada más lejos de la realidad. El mencionado Moshe Greenshpan, dirigente de la empresa encargada de instalar los sistemas de vigilancia en las iglesias, afirma que puede entender “el sentimiento que puede tener alguna gente de que alguien los está espiando e invadiendo su privacidad”, y no es para menos.
¿Sistemas de identificación por todas partes?
La respuesta a la pregunta es sí. Facebook, una de las redes sociales mas extendidas y con fama de ser muy poco rigurosa con la privacidad de sus usuarios, consciente de esa mala fama, introdujo recientemente una mejor encriptación para sus emails de notificación y ha simplificado su política de privacidad. Pero, por otra parte, ha añadido una nueva tecnología de reconocimiento facial que podrá identificar a alguien, incluso si su rostro no está en la foto. Según la revista New Scientist, la tecnología reconoce a las personas en las fotos usando otras características distintivas aparte del rostro. El algoritmo, aun en fase de prueba pero que no tardando mucho podría llegar a las apps de la empresa, toma en cuenta varios atributos, incluyendo el cabello, la ropa y tipo de cuerpo para determinar quién se encontraba en la foto. Facebook, en una primera fase, para verificar la eficacia de su algoritmo escaneó más de 40.000 fotos públicas de Flickr, propiedad de Yahoo, con las caras en el marco o fuera de él, y con el tiempo logró un 83% de precisión con el software. El software, que ha sido mejorado, funciona así: cuando un usuario, desde su ordenador, crea un nuevo álbum de fotos en Facebook, hay un paso que quizás a muchos no les sorprenda pero que tiene mucha tecnología (y muy controvertida) detrás. Una vez que la persona «sube» las fotografías, la red social identifica los rostros de las personas que están en ellas y le pregunta al usuario si los quiere etiquetar. Es decir, Facebook reconoce cuáles de tus amigos están presentes en esas fotos. A veces no los identifica, bien sea porque no es un amigo de la red social, o porque el sistema no logra extraer la información necesaria de este.
Deep Face
En su nuevo informe sobre Deep Face, que así es como han llamado a esta tecnología, apuntan que la forma «moderna» de reconocimiento facial consiste en varios pasos convencionales: detectar, alinear, representar y clasificar. «Hemos hecho una relectura del paso de alineación y el paso de representación, empleando modelado explícito en 3D para aplicar una transformación a trozos, que deriva en una representación compuesta por una red de nueve capas profundas», explican en el documento. Esa red de capas involucra más de 120 millones de parámetros. Facebook explica que han «entrenado» este modelo con «el mayor conjunto de datos facial hasta la fecha». Es decir, con los datos de los rostros de sus usuarios, pero no de todos. Para probar este sistema han utilizado cuatro millones de imágenes etiquetadas que pertenecían a 4.000 identidades. «Cada identidad tiene un promedio de mil muestras». (Ahora ya sabes para que utilizan las fotos que etiquetas, entre otros usos). «Nuestro método alcanza una precisión de 97,25% en las caras marcadas en el conjunto de datos, reduciendo el error del estado actual de la técnica en más de un 25%, acercándose estrechamente el desempeño a nivel humano», han dicho. Son sólo una décimas de diferencia con la precisión humana. Las personas pueden hacer ese proceso con un 97,53% de efectividad.
Por algo las fotos han sido durante mucho tiempo una prioridad para Facebook (y otros gigantes de la red como Google o Yahoo). De hecho, la red social acaba de lanzar su aplicación Momentos, una nueva app disponible para iOS y Android que integra tecnología de reconocimiento facial para agrupar fotos, compartirlas con los amigos y que los demás también sincronicen sus imágenes de manera privada (eso dicen).
Mas cuidado, si eres usuario de Google’s Picasa, Apple iPhoto, Sony’s Picture Motion Browser (PMB) o Asus Smart Logon, también puedes ser “protagonista” de aplicaciones de reconocimiento facial, algo mas extendido de lo que nos pensamos: sabemos que Apple ha patentado su propia tecnología de reconocimiento facial y Google empleó una aplicación en sus dispositivos ya desechados que podría comprobar los que consideraba delincuentes sexuales cotejando con bases de datos criminales. Tal como era de esperar, los gobiernos de los EE.UU., Reino Unido, Alemania, Nueva Zelanda y Suiza, entre otros, han utilizado la tecnología para identificar a los criminales, mejorar los controles fronterizos y para otros fines más oscuros.
Facebook adquiere tecnología que rastrea movimiento ocular
Facebook quiere ir más allá y el pasado mes de diciembre saltaba la noticía de que la subsidiaria de Facebook, Oculus, confirmaba la compra de The Eye Tribe, una empresa con una tecnología dedicada a rastrear el movimiento ocular, según informó el portal web especializado “TechCrunch”.
Las aplicaciones de esta tecnología que Facebook puede utilizar son diversas: desde hacer los avatar en realidad virtual más “vivos”, desplazamiento de texto con la mirada y la posibilidad de controlar un reproductor de video o música hasta beneficiar la interfaz de vehículos y brindar datos estadísticos para anunciantes para saber qué es lo que los usuarios ven más.
Si bien ninguno de esos usos puede ser de interés para los usuarios, de cara al futuro está aún menos claro. A medida que la tecnología mejora, se le pueden encontrar nuevos usos (sobre todo en beneficio de las grandes multinacionales), y todos sabemos cuánto tardan las leyes en ponerse al día con las nuevas tecnologías (en España además de ser una de las más atrasadas del mundo es también de las más restrictivas) y, cuando lo hacen, los legisladores a menudo carecen de los conocimientos y la experiencia necesaria para legislar de manera eficaz para que los cambios sean significativos para la protección de la sociedad en general.
Como vemos la utilidad de la tecnología de reconocimiento facial puede ser útil en algunos aspectos pero es, mucho más, cuestionada moralmente la privacidad del usuario. Lo que a simple vista se considera como un avance tecnológico se está convertiendo en un arma contra todos. Dependiendo de su uso (y del que los usuarios permitan que se haga) se puede controlar toda una sociedad sabiendo en todo momento donde se encuentran y qué están haciendo.