Comunicado del Comité Ejecutivo del PCE (m-l)
La crisis estructural en que se encuentra sumido el capitalismo desde 2007 ha incrementado notablemente las tensiones entre las principales potencias imperialistas: Estados Unidos, Rusia y China. Aunque Estados Unidos se mantiene como primera potencia militar, su hegemonía económica, indiscutible durante las cuatro décadas posteriores a 1945, se ve comprometida por el ascenso de China, Rusia, Brasil e India. El gobierno de Estados Unidos ve con creciente inquietud el poder económico del capitalismo chino, que ha pasado de inundar con sus mercancías los mercados mundiales a invertir enormes sumas de capital en zonas estratégicas.
La feroz competencia por los mercados y el control de las grandes reservas de fuentes de energía (petróleo y gas natural) tiene como consecuencia lógica un replanteamiento de las estrategias militares de los países imperialistas. En este contexto se explica el proyecto estadounidense de convertir la base militar de Morón de la Frontera en sede permanente de una fuerza de intervención en África, pudiéndose ampliar el actual contingente de 3.000 efectivos hasta los 10.000. Es evidente que el objetivo de esa ampliación no es África, o al menos no lo es exclusivamente, sino otros puntos más alejados: Rusia, Oriente Próximo y China. Este proyecto ha contado con el inmediato apoyo del Gobierno de Mariano Rajoy, fiel lacayo de Estados Unidos. Junto con el escudo antimisiles que se está desplegando en Rota, España se ha convertido en una pieza fundamental de la estrategia militar estadounidense en su progresivo enfrentamiento con Rusia y China. Desde que en 1953 el gobierno de Franco firmó los acuerdos militares con Estados Unidos, España ha visto hipotecada su soberanía nacional y su seguridad por la presencia de las bases militares estadounidenses en nuestro territorio. La incorporación a la OTAN fue la culminación de una política de servidumbre y sumisión a Estados Unidos. Las agresiones del Ejército español contra países con los que jamás hemos tenido el más mínimo problema han ocasionado consecuencias desastrosas. Los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid fueron la consecuencia directa de la intervención en la guerra contra Irak. La responsabilidad de esas muertes recae directamente sobre el entonces Presidente del Gobierno, José María Aznar, culpable de involucrarnos en una guerra basada en las mentiras urdidas por el presidente Bush.
Las contradicciones interimperialistas podrían desembocar, como ya ocurrió en 1914 y 1939, en un conflicto militar de incalculables consecuencias. La presencia militar estadounidense en España nos convierte en un objetivo militar de primer orden en caso de guerra entre las grandes potencias. EL PCE (m-l) denuncia, como lo ha venido haciendo desde hace 50 años, la presencia militar estadounidense en España y exige el desmantelamiento de las bases y la salida de la OTAN. La libertad, seguridad y soberanía nacional son incompatibles con la permanencia en una organización cuyo único objetivo es servir a los intereses del imperialismo norteamericano. El PCE (m-l) llama a intensificar la lucha contra el imperialismo dentro y fuera de nuestras fronteras.
En España, la lucha contra las bases estadounidenses es inseparable de la lucha contra la monarquía. El sistema político surgido en los años de la Transición hunde sus raíces en la dictadura franquista y, por tanto, hereda sin solución de continuidad su política exterior. Ni el PSOE ni el PP han cuestionado las bases militares ni la pertenencia a la OTAN. Y de la misma forma que no es posible realizar transformaciones económicas y políticas profundas en el marco del actual orden constitucional, tampoco es posible recuperar la soberanía nacional. Sin una verdadera ruptura democrática, sin una ruptura que imponga la República Popular y Federal, no será posible tener una política exterior basada en la paz, la solidaridad y la amistad con todos los pueblos.
17 de enero de 2015