C. Hermida
La última novela de Álvaro Pombo nos muestra una vez más la maestría narrativa del autor de Santander, 1936. El texto se construye a torno a cuatro personajes: Juan Cabrera de setenta y dos años, que vive en un pequeño piso del barrio madrileño de Argüelles, rodeado de libros, prácticamente aislado del mundo y sin vida social. Una buena parte de su vida la pasó como monje en un convento benedictino, hasta que obtuvo el permiso de exclaustración tras no poder encontrar a Dios. Durante ese tiempo denunció a tres novicios a quienes sorprendió en la playa jugando al futbol desnudos. Los tres fueron expulsados del convento. Jaime es su sobrino, alumno de Antón Rubial, un carismático y cínico profesor de Derecho, que resulta ser uno de los novicios denunciados por Cabrera. Finalmente, Petri, la mujer del profesor, a quien ha abandonado a causa del maltrato psicológico que sufre.
Entre estos cuatro personajes se crea una red de situaciones en las que se mezclan los celos, la venganza y la manipulación, en un complejo juego de relaciones humanas analizadas con profundidad psicológica. Las dudas, el engaño, las bajas pasiones salen a relucir en esta novela que también toma la forma de una intriga a medida que el texto avanza.
Las reflexiones teológico-filosóficas están presentes a lo largo del texto en boca de Cabrera, el exclaustrado que, en su nuevo enclaustramiento voluntario, en su universo de libros, sigue planteándose cuestiones existenciales, hasta que la relación con Petri, Jaime y Rubial le empujan a intervenir, por obligación moral, para poner fin a un caso de maltrato y violencia machista.
Pombo ha escrito una obra que explora el alma humana en sus diferentes facetas, y lo hace con esa capacidad que tienen los grandes escritores de mantener la atención del lector a través de un virtuosismo literario encarnado en una prodigiosa escritura.
En fin, novela muy recomendable de un autor que forma parte integrante de la mejor Literatura contemporánea española.