X Congreso del PCE(m-l)
Pese a los siglos transcurridos, la tarea de los comunistas sigue siendo hoy, como el primer día que nos organizamos como vanguardia del proletariado, transformar las luchas espontáneas y locales de los trabajadores en una lucha de clases propiamente dicha. Como en los siglos XIX y XX, las luchas parciales, sectoriales y de gremio siguen siendo la norma entre nuestra clase en pleno siglo XXI, no solo en el movimiento obrero propiamente dicho, sino en todos los movimientos populares y sociales potencialmente revolucionarios, lo cual fragmenta y divide nuestras inmensas fuerzas.
Esta fragmentación tiene un origen doble, que debemos conocer y combatir: por un lado, la tarea constante y concienzuda de los enemigos de nuestra clase para ocultar y aislar las múltiples luchas y movilizaciones que surgen espontáneamente entre el proletariado, pero también, por otra parte, la concepción gremial, sectaria y cortoplacista que expresan (expresamos) demasiadas veces quienes nos presentamos como amigos del proletariado, haciendo de cada lucha parcial un fin en sí mismo, y no un medio para la educación de las masas hacia su propio desarrollo como sujeto político autónomo.
Estos dos problemas se combinan perfectamente entre sí, dando lugar a un movimiento obrero y popular fraccionado y aislado de sí mismo, en el que cada movimiento espontáneo se mueve en círculos concéntricos, incapaz de apoyarse en otros movimientos para avanzar unidos de forma organizada y consciente hacia la superación de las condiciones compartidas de esclavitud asalariada.
Abordar frontalmente estos dos obstáculos que lastran el crecimiento, la organización y la educación del actual movimiento espontáneo y fragmentado de nuestra clase, hasta convertirlo en un movimiento organizado, orientado y masivo es una tarea compleja, difícilmente asumible, incluso. Pero, en la práctica, son las masas las que nos señalan el camino y nos aseguran que no hay más alternativa que la victoria final de nuestra clase mediante su organización y su ligazón más estrecha.
En los últimos años hemos visto aparecer y desarrollarse luchas populares que parecían ya extinguidas, como la lucha por la sanidad pública, que logró movilizar en Madrid más de medio millón de personas hace dos años, poniendo el dedo en la llaga de la privatización, casi completa, que nos han impuesto los gestores de lo público al servicio del capital, o la defensa del sistema público de pensiones, que ha tenido que volver a sacar a la calle sus históricas reivindicaciones para tratar de impedir que, una vez más, sean los trabajadores quienes paguen la cuenta de la barra libre permanente de la burguesía.
Pero también estamos asistiendo al desarrollo de nuevos y potentes movimientos sociales y populares, como el movimiento de vivienda, que está levantando organizaciones de todo tipo (asambleas de vivienda, sindicatos de inquilinos, redes de autodefensa antidesahucios…), para hacer frente a una de las mayores ofensivas del capital más salvaje y despiadado que se ha visto en décadas, y que está consiguiendo movilizar a las masas y a la opinión pública hasta el punto de que los gestores del Régimen se están viendo obligados a tomar posición al respecto (aunque lo hagan, como siempre, desde sus cínicas y falsas posturas reformistas).
A estos pocos pero estimulantes ejemplos hay que añadir los miles de conflictos laborales cotidianos que se producen constantemente en los centros de trabajo y que no llegan a los medios de comunicación: los pulsos por ampliar derechos en cada negociación de convenio colectivo, las movilizaciones en las pequeñas y medianas empresas que constituyen realmente el tejido productivo de nuestro país, y el trabajo permanente de los representantes sindicales de los trabajadores sobre el terreno en cada centro de trabajo y estudio. Pero también la lucha cotidiana y discreta en los barrios; la movilización en defensa de los servicios públicos de proximidad: el ambulatorio del barrio, el transporte público digno, la defensa y ampliación de las zonas verdes… Incluso la exigencia de las personas mayores para acceder a servicios bancarios de forma adaptada a sus conocimientos tecnológicos.
Puede que la lucha de clases aún no esté organizada como un movimiento unificado y dirigido hacia un objetivo concreto, pero los cimientos sobre los que levantarlo están firmemente asentados en nuestra clase.
El proletariado no está derrotado, como proclaman hoy día algunos, aunque nuestras batallas y nuestras victorias sean parciales debido a la dispersión de nuestras fuerzas. Por el contrario, la lucha de nuestra clase contra la burguesía y su régimen sigue viva y activa, aunque no se manifieste en todo su potencial (también porque nuestros enemigos de clase se esfuerzan por ocultarla para que no sirva de ejemplo). Pero, frente al discurso de la derrota y al mensaje de que es necesario empezar de cero una y otra vez, tenemos la obligación de señalar la realidad de una lucha que no se ha detenido nunca, que seguimos afrontando bajo todas las condiciones, más favorables o más adversas, y en la que sigue habiendo victorias sobre las que apoyarnos y avanzar en la tarea pendiente de hacer de las luchas parciales una verdadera lucha de clases. Una lucha de clases en la que cada trabajador, cada activista y cada líder de movimiento popular sean conscientes de que forman parte de una unidad mayor, de toda una clase social organizada contra un enemigo común, contra un régimen económico, político y social concreto. Una clase social capaz de marcarse y alcanzar unos objetivos y unos ideales capaces de construir una organización social, económica y política alternativa, al servicio de nuestras necesidades y nuestros deseos: la sociedad socialista.
Nuestra tarea sigue siendo transformar, por medio de la propaganda, la agitación y la organización de los obreros, las luchas espontáneas en una única lucha de toda la clase: en la lucha de un Partido político determinado, por ideales políticos y socialistas definidos. Y esa tarea empieza aquí y ahora, camaradas, y debemos estar preparados para afrontarla inmediatamente.
¡POR LA REVOLUCIÓN, EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO!
¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!
¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO!