La crisis golpea al conjunto de la clase trabajadora, pero lo hace con mayor dureza hacia las mujeres. El desempleo, el subempleo, el desmantelamiento de los servicios públicos y la privatización refuerzan la división sexual del trabajo, con el consiguiente aumento de la opresión de la mujer. Como hemos dicho en numerosas ocasiones, las mujeres somos las grandes olvidadas y las grandes afectadas en la gran crisis capitalista en la que vivimos.
El papel de la mujer sigue siendo relegado a las tareas de cuidados y reproducción como algo natural. La incorporación de la mujer al trabajo asalariado, aunque ha permitido su independencia económica, lejos de liberarla, la ha encadenado a la doble jornada laboral, dejándola sin tiempo para su incorporación a la lucha.
La reacción conservadora de salud reproductiva en el estado español es una de las graves discriminaciones a las que nos enfrentamos, en un momento en el que la maternidad forzosa conlleva un factor de grave riesgo de exclusión social. La educación sexual en colegios e institutos, así como los centros de planificación familiar, han desaparecido dejando a gran parte de la juventud desinformada y sin medios para una vida sexual plena y libre. Si a esto le sumamos el debate abierto en relación al aborto, solo podemos reivindicar frente a los intentos de la reacción oscurantista: anticonceptivos para no abortar y aborto libre, legal, seguro y gratuito para no morir.
No podemos olvidar la Violencia de Género, entendiéndola como todas las formas mediante las cuales se intenta perpetuar el sistema capitalista que conlleva la cultura patriarcal. Se trata de un mal estructural de una sociedad sin respeto ni conciencia de los valores de igualdad y que adopta formas muy variadas, tanto en el ámbito de lo público como en los contextos privados: violencia sexual, institucional, laboral, malos tratos, etc.
El desarrollo del proceso de centralización del capital y de la producción conlleva la posibilidad para que la lucha femenina de emancipación progrese también en el campo internacional y poder impulsar las relaciones internacionales entre las organizaciones y círculos de mujeres para llevar un trabajo conjunto a través de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxistas-Leninistas (CIPOML). El documento sobre la mujer aprobado por la XX Plenaria de la CIPOML es un valioso instrumento para el trabajo internacional por la emancipación de la mujer.
Estos problemas y el resto de ámbitos de desigualdad por género deben ser erradicados, no permitiendo que se quede en una mera declaración de principios o en un simple análisis abstracto de la situación, por lo que nos comprometemos a elaborar un programa específico sobre la Mujer que ponga en marcha la lucha por la igualdad y su incorporación a la lucha revolucionaria contra el capitalismo y por el Socialismo.
Porque no hay revolución sin liberación de la mujer y no hay liberación de la mujer sin revolución.
¡Viva la lucha por la emancipación de la mujer, viva el Marxismo-Leninismo!