Carlos Hermida
El 16 de octubre de 2020 murió Raúl Marco, fundador del Partido Comunista de España (marxista-leninista). Hace ahora un año que nos dejó el camarada, el amigo, el compañero, el infatigable luchador comunista que hasta el último momento mantuvo su actividad como dirigente del Partido. Dedicó toda su vida a combatir la injusticia, la explotación y la barbarie del capitalismo; a luchar por la causa del socialismo y la República. Y lo hizo siempre desde la honestidad y la firmeza en los principios del marxismo-leninismo, librando en todo momento una dura batalla contra el revisionismo, denunciando también a los que vergonzosamente traicionaron en nuestro país la causa republicana.
En un momento en que una buena parte de los políticos están desprestigiados por sus prácticas corruptas y la defensa de unos intereses que son ajenos a las necesidades de nuestro pueblo, Raúl Marco, con su actitud, su ejemplo y su coherencia, fue un hombre que dignificó la Política. Si tuviéramos que definir al camarada Raúl con una sola palabra, sería esta: LUCHADOR. Sí, porque su vida fue lucha, combate, esfuerzo. Libró una dura batalla contra el revisionismo dentro del PCE y, cuando ya no fue posible revertir ni cambiar la degeneración en que había caído el partido de José Díaz, tuvo el inmenso valor, junto a Elena Ódena, de fundar el PCE (m-l). Y dar ese paso en 1964 no fue fácil.
Como tampoco lo fue desenmascarar la mal llamada transición democrática (1975-1978), que no fue otra cosa que la traición del PCE y del PSOE. Cuando la izquierda oficial renunció a la ruptura con el franquismo, nuestro partido denunció, y sigue denunciando, que esa operación política fue una estafa, un engaño a los trabajadores y a todos los antifascistas que se habían enfrentado a la dictadura. Esa transición “modélica” consistió en un acuerdo que tuvo dos pilares fundamentales. Uno fue el pacto político mediante el cual la izquierda renunció a la ruptura con el régimen franquista y aceptó la monarquía, la continuidad del aparato estatal franquista y una Constitución con graves insuficiencias democráticas. El famoso consenso se basó en que las clases dominantes durante el franquismo y sus representantes políticos mantuvieron su dominación renunciando simplemente a las instituciones de la dictadura, pero manteniendo el poder político y económico. El segundo pilar fue el pacto social, que tuvo su origen en los “Pactos de la Moncloa”. A cambio de la implantación de un mínimo “Estado del bienestar”, los sindicatos mantendrían la paz social y contendrían las reivindicaciones populares en el marco aceptable para la oligarquía. En una palabra, las reglas del juego capitalista no serían en ningún caso traspasadas.
Un aspecto trascendental de esa lucha que caracterizó la vida de Raúl Marco se manifestó en la defensa del internacionalismo proletario. Cuando la URSS, tras la muerte de Stalin en 1953, se adentró en el abismo revisionista, abandonando las posiciones revolucionarias, hubo hombres y mujeres en diferentes países que no renunciaron al legado de Lenin, que tuvieron el valor y la firmeza de alzar la voz contra lo que estaba ocurriendo en el país que durante tantos años fue la patria del socialismo. Uno de ellos fue Raúl. Y fruto de ese esfuerzo y trabajo colectivos nació en 1994 la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas (CIPOML).
Nuestro camarada nunca se rindió. Cuando otros claudicaron o se dejaron llevar por los acontecimientos, Raúl Marco supo afrontar las dificultades y mantener al partido en la dirección correcta.
Defendió el ideal comunista, pero lo hizo siempre sin sectarismo, sin dogmatismos, sabiendo escuchar y apreciar las opiniones contrarias o divergentes. En este sentido, prestó una gran atención al trabajo entre los intelectuales y trabó amistad con numerosos hombres y mujeres representantes del mundo de la cultura. Y aunque no se consideró nunca un intelectual, Raúl tenía un amor y una pasión inmensa por la literatura, el arte, la música, la historia, etc. En fin, por todas las manifestaciones culturales, y poseía unas amplísimos conocimientos de estas materias. Infatigable lector, consideraba que un comunista tenía la obligación de formarse intelectualmente en todos los ámbitos. Por supuesto, en los clásicos del marxismo, pero también en todas las disciplinas que te permiten no solamente una mejor comprensión del mundo que te rodea, sino que te ayudan desarrollarte como persona y disfrutar de todas aquellas joyas de la cultura que el género humano ha creado a lo largo de la Historia. La formación política e ideológica de los militantes era, para Raúl, mucho más que aprenderse frases de Marx o Lenin y citarlas como un arma arrojadiza en las discusiones. Esa formación y ese enriquecimiento cultural de los militantes debía ponerse siempre al servicio de la lucha por el socialismo; era un instrumento, una herramienta indispensable, en el combate por la emancipación de los trabajadores.
La vida de Raúl va unida a la historia de nuestro partido. Son inseparables. No se entiende su trayectoria vital al margen del PCE (m-l). Puso toda su capacidad, su inteligencia y su trabajo al servicio de la organización, para hacer de ella el instrumento de la revolución socialista; para convertir al Partido en la vanguardia del proletariado. En los últimos años le preocupaba en especial la situación de la juventud comunista. “Sin juventud comunista no hay partido”, advirtió en numerosas ocasiones. Insistía en la necesidad de fortalecer la organización juvenil, cuidarla, promocionando a los jóvenes más preparados para convertirlos en cuadros y dirigentes del partido. Afortunadamente, hoy tenemos una JCE (m-l) en proceso de expansión, de crecimiento, asegurando de esta forma el relevo generacional en los órganos dirigentes del partido.
Más allá de su condición de camarada, Raúl era también el amigo entrañable, con quien se podía hablar de cualquier tema, incluso asuntos personales. En su casa, junto con su compañera Lola, se creaba un clima especial de confianza, un ambiente y una sensación de bienestar que invitaba a la charla prolongada, a la reflexión.
El 16 de octubre celebraremos un homenaje a Raúl en el Ateneo de Madrid y en el Cementerio Civil se enterrarán sus cenizas en la tumba de Elena Ódena. A causa de la pandemia nos hemos visto obligados a retrasar un año esta conmemoración. Militantes, amigos, representantes de organizaciones políticas y camaradas de la Conferencia Internacional de Organizaciones y Partidos Marxista-Leninistas (CIPOML) nos reuniremos para recordar a Raúl Marco y tributarle nuestro homenaje por su trayectoria de comunista ejemplar.
Nuestro camarada nos dejó hace un año, pero estará siempre presente en la memoria y en el corazón de todos sus amigos, de todos los militantes. Nos quedan sus escritos políticos, su altura de miras, su dignidad. Nos ha legado su ejemplo de dirigente que nunca desfalleció ante las circunstancias más adversas, manteniendo alta la bandera del marxismo-leninismo.
El camarada Raúl Marco vive y vivirá siempre en la memoria histórica de los trabajadores, forma parte de lo mejor de la historia de nuestro país y escribió una página brillante del movimiento comunista internacional.
CAMARADA RAÚL MARCO: NUNCA TE OLVIDAREMOS.