Responsabilidad histórica para un pacto trascendente
En el país y nación se acumulan hechos que hacen cada vez más daño a las mayorías populares. Los salarios, que de hecho son muy bajos, se vuelven sal y agua. Ahora más con el aumento del ITBIS del 11 al 13%.
En este año el gobierno dedicará 130 mil millones de pesos al pago de la deuda. Estos millones les serán quitados al pueblo mediante impuestos, y además quitándoles servicios públicos en cantidad y calidad adecuadas.
Casi todo el territorio nacional ha sido entregado en concesiones a empresas particulares para la exploración y explotación de recursos naturales y mineros. En estos territorios están ubicadas y corren el riesgo de ser perjudicadas las 35 principales cuencas acuíferas, donde se origina el agua para gran parte del pueblo y regar las tierras para la producción agropecuaria.
Está por verse si la impunidad, la corrupción, los feminicidios y los elementos que generan inseguridad al pueblo seguirán sin ser castigados de manera ejemplar.
Todos estos temas nos desafían a dar más, mucho más, para el desarrollo de la lucha popular y nacional de masas, bien encausada; con la participación directa de la gente en calles y plazas públicas, con el propósito de conquistar demandas que beneficien al pueblo. Este ha sido, es y será nuestro compromiso, y llamamos a todo el activo nuestro a poner el mayor empeño posible para la lucha de masas.
La responsabilidad está convocada
La nación, país y pueblo están mal. A pesar de lo bien apreciado que dicen las encuestas está el presidente de la República y del “crecimiento económico” que observan los funcionarios del Banco Central.
Los países y naciones se fuñen, y desde luego sus mayorías populares son las afectadas. De eso hay ejemplo en países con más recursos materiales y mejores indicadores en el desempeño macroeconómico que el nuestro.
El pueblo dominicano necesita de los líderes y dirigentes políticos de la oposición con vocación de país y democrática, que se atrevan a poner esos atributos en primer plano, y firmar con la palabra de compromiso un pacto que ponga un PARE a ese mal proceso y conduzca al pueblo por una real transición hacia la democracia con justicia social.
La responsabilidad histórica está convocada para ahora; y si por anteponer intereses de pequeñas claques, o corresponder a orgullos pequeñoburgueses más que al pueblo, no se concurre puntual a esa cita, será desaprovechada una oportunidad histórica y otros Horacios Vásquez aparecerán en las páginas de la historia.
Evitar la dispersión y firmar un acuerdo para el cambio
Se puede ser “útil” al continuismo en la medida en que por no apreciar en su justa dimensión el momento político, o por voluntad expresa, se contribuya a dispersar votos opositores y facilitar así la reelección del actual orden de cosas. De esto hay experiencias de sobra. Ahí están el 1974, 1978, 1990, 1994-96.
Se puede ser también “útil” a la continuidad del modelo si el propósito de la unidad opositora se queda solo en derrotar al PLD en el 2016, y este hecho político necesario no apunta a un cambio efectivo en el rumbo social, económico y político. El pacto de unidad necesario es el que se proponga ganar las elecciones, ser gobierno, y desde este impulsar la renovación del régimen en su conjunto y del liderazgo político.
Para un partido revolucionario como el nuestro, lo principal es conquistar una nueva ambientación política en el país, en la que las ideas revolucionarias encuentren mejores condiciones para desarrollarse. Fue en ese espíritu que nos opusimos al Frente Patriótico y apoyamos de manera pública y militante al Dr. José Francisco Peña Gómez. Y es ese el propósito principal que nos alienta en esta coyuntura.
Un pacto trascendente
Urge un pacto en torno a un proyecto de nación, con alternabilidad de candidatura y de gobierno dentro de la misma concertación. Así ganaría la oposición y con
esta la posibilidad de un cambio. Ese pacto debe incluir las elecciones del 2016 y más allá y fundamentarse en un proyecto de nación del que se elaboren programas de gobiernos continuos.
Como hemos dicho en ocasiones anteriores, la hegemonía social, pende en este momento de la voluntad del PLD. El bipartidismo, no se da y son el danilismo y el leonelismo las dos fuerzas políticas que garantizan esa hegemonía.
La nueva mayoría política que pudiera anteponérsele e irrumpir de inmediato en la vida nacional con posibilidades de cambiarla en un sentido positivo, hay que construirla, y está en la concertación entre los elementos dispersos de la oposición, y no en ninguno en particular así haya unos más desarrollados que otros.
En la medida en que pasa el tiempo, se le da más cancha al trabajo de la inteligencia del PLD-gobierno para potenciar elementos de la división que le es vital para mantenerse arriba; como al efecto está ocurriendo.
Con un poco de sentido común, en ese pacto se multiplicarían por mucho todos sus signatarios, más de lo que como particularidades podrían obtener. Aspirantes
a la presidencia de la República avanzarían más rápido a ese objetivo. Se trata de un pacto político para el presente y el provenir; mirando en positivo hacia delante, no en lo que fue o debió ser el pasado, así comporte los elementos críticos y autocríticos necesarios.
Comité Central
Enero, 2015