Merkel, Hollande, Moscovici [comisario de Asuntos Económicos] y cía. animan a la reacción griega para sembrar el miedo, además de diagnosticar el caos en caso de victoria de Syriza. ¿Por qué esta movilización para impedir que Syriza logre la mayoría en el Parlamento? ¿Qué está en juego en esas elecciones legislativas? ¿Por qué nuestro Partido participa en la movilización en Francia, junto a numerosas fuerzas, en la campaña de solidaridad, y cuáles pueden ser las consecuencias de la victoria electoral de Syriza? A esas preguntas queremos responder con este artículo.
Syriza nació como frente en 2009. Obtuvo el 26,46% de votos en las últimas elecciones europeas; el 26,9% en las legislativas de 2012, inmediatamente detrás de la derecha, y ganó la presidencia de Ática, la región más importante del país. En julio de 2013 se convirtió en partido, que siempre se ha desmarcado del partido socialista griego, el PASOK; ha denunciado la alianza PASOK-Nueva Democracia; ha combatido contra el memorándum impuesto por la troika[1]. No ha cesado de ganar audiencia, y es posible que se sitúe en cabeza en las elecciones legislativas, dado que el sistema electoral en vigor concede un “premio” [de 50 escaños extra] al partido que obtenga la mayoría, lo que le permite gobernar, ya sea en solitario si consigue la mayoría absoluta, o en alianza con otra u otras fuerzas. La campaña de la derecha y de los socialistas trata de evitar que Syriza rebase el 30% de votos, lo que le permitiría gobernar sola. Dicho esto, los dirigentes de Syriza han declarado que se proponen formar un gobierno de unidad.
Syriza no es la única fuerza que combate la política de súper austeridad que ha hundido a Grecia en la miseria. El balance es terrible: el 30% de personas viven por debajo del umbral de la pobreza; el 27% de los griegos está en el paro, y una buena parte de los jóvenes ha abandonado el país para buscar trabajo en otras tierras. El sistema sanitario está deshecho, sigue el cierre de empresas y los convenios colectivos han sido suspendidos.
Los miles de millones de euros “prestados” por la troika han sido utilizados, sobre todo, para pagar a los bancos privados, y para devolver los préstamos. Como ha reconocido un banquero: «han prestado a Grecia para hacerse pagar». Actualmente la deuda griega está alrededor del 90%, en manos de Estados de la zona euro, concretamente Francia, Alemania e instituciones públicas internacionales. Según un experto, con una deuda que costará entre 4.000 y 18.000 millones de euros por año entre 2015 y 2047, «con o sin Syriza, el problema de la deuda se mantiene intacto». Es decir, los responsables políticos son los Estados de la UE y la Comisión Europea, están de acuerdo sobre un punto: es necesario negociar con los dirigentes griegos sobre suavizar las relaciones, e incluso la anulación de deudas. ¡Pero lo que no admiten es que eso se lleve a cabo con Syriza! O bien con una Syriza dispuesta a renunciar a examinar las «reformas estructurales», como la disminución de los salarios y de las jubilaciones, la liberación de las condiciones de despido, las privatizaciones, la disminución drástica del número de funcionarios, etc.
Se trata de reformas contenidas en los tratados europeos, concretamente el Tratado Europeo de Estabilidad Presupuestaria,y también en los tratados sobre las normas económicas ligadas a la instauración del euro.
Por eso Hollande, pérfidamente, ha declarado que los griegos son libres de elegir lo que quieran, pero que el gobierno que salga de las elecciones «estará obligado a respetar los compromisos contraídos». Es una manera más sutil de afirmar lo dicho por Merkel y su ministro de finanzas, que «quisieran ver caras conocidas en Atenas»:más sutil, pero la misma intransigencia. ¿Por qué? Porque si bien esos dirigentes saben que deberán negociar el pago de la deuda griega, no querrán revisar las causas de las reformas que ellos imponen a los trabajadores y el pueblo de su propio país.
Dicho más claramente, es sobre todo un rechazo político por miedo a que «el caso griego» genere seguidores en otras partes, es decir, en la mayoría de los países de la UE sometidos a los dictados de las políticas de austeridad.
Los dirigentes de Syriza repiten continuamente que no quieren salir de la UE ni de la zona euro. Añaden que quieren negociar parte de la deuda que detentan con los Estados, el BCE y el Tratado Europeo de Estabilidad. Afirman también que, desde el momento de la instalación del gobierno que ellos dirigirán, atenuarán los impuestos para las capas populares, aumentarán el salario mínimo al nivel que tenía en 2009 y restablecerán la paga extra para las pensiones bajas, así como ayudas a la vivienda de las familias pobres; restablecerán los convenios colectivos y suprimirán los despidos de funcionarios, que ya han sido considerados ilegales.
Se trata de medidas inmediatas que significarían una notable mejoría de las condiciones de vida y de trabajo de las masas populares. Medidas esperadas. Como ya hemos dicho, Syriza no es la única organización comprometida en el combate contra la política de austeridad impuesta por la troika y aplicada por la derecha y el PASOK (que, por cierto, se ha desintegrado). Aunque gane, si no es mayoritaria, está claro que la presión internacional y la desestabilización orquestada por la reacción interna se van a multiplicar.
La esperanza popular es inmensa y Syriza ha contraído compromisos públicamente. La cuestión planteada no es sólo el valor de los dirigentes de Syriza para enfrentarse a las presiones y chantajes. Es sobre todo lograr una relación de fuerzas para imponerse tanto a la troika como a la burguesía griega. Esa relación de fuerzas ha de tener una dimensión nacional: la movilización social, política, de la clase obrera de los trabajadores de la ciudad y del campo, de la juventud, de los jubilados; e internacional: la solidaridad de los trabajadores y de los pueblos de los países europeos, de sus organizaciones sociales, sindicales, políticas…
Todo esto nos concierne
La victoria de Syriza puede abrir una brecha, crear una dinámica de movilización para imponer las exigencias populares. Mantenerse al margen, contar los votos, pronosticar el fracaso o la traición de los reformistas es, en el mejor de los casos, una grave equivocación, pues cuanta más miseria, más austeridad y otro fracaso, harán crecer la conciencia revolucionaria de la clase obrera y de las masas populares. Sin luchar con ellas para lograr transformaciones concretas de sus condiciones de vida que les permitan vivir, no sobrevivir, es imposible elevar su nivel de conciencia a la necesidad de lograr la ruptura cada vez mayor con el sistema capitalista.
En cuanto al desarrollo de la solidaridad, debe tener en cuenta tres ejes:
- Combatir la campaña de criminalización de Syriza y, sobre todo, denunciar y combatir las calumnias y chantajes de la Comisión Europea, de Hollande, Merkel y Moscovici. El pueblo griego debe decidir sin la injerencia de la oligarquía financiera. Lo cual quiere decir, entre otras cosas, permitir a Syriza dirigirse a los trabajadores, a la juventud, a los sindicalistas, a los militantes en Francia y Europa.
- Desarrollar la solidaridad concreta con el pueblo griego, con sus organizaciones de resistencia, concretamente los sindicatos, los grupos de apoyo a la sanidad, alimentación… Es necesario ya, y lo será más en caso de victoria de Syriza, de su gobierno progresista.
- Luchar contra la misma política aquí en Francia: contra el proyecto Macron2, contra el dumping social, contra la competencia entre los trabajadores, tanto en el plano nacional como en el europeo.
Para que la victoria de las fuerzas progresistas en Grecia provoque una dinámica en otros países que llevan a cabo el mismo combate, hay que reforzar la lucha contra “nuestro” gobierno, que está al servicio de la patronal: un gobierno que siempre ha hecho pagar la crisis del sistema capitalista a la clase obrera y a nuestro pueblo, y también a los trabajadores del pueblo griego, con la imposición del dictado de la troika.
Sí, trabajamos por la victoria de Syriza.
Publicado en La Forge, órgano del PCOF, nº 558 (enero de 2015).
[1] El grupo de instituciones formado por el Banco Central Europeo (BCE), Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (CE).
[2] E. Macron, banquero y actual ministro de Economía, ha presentado un proyecto de ley que ampliará los ataques contra la clase obrera y los trabajadores, para aumentar la competitividad de la economía francesa.