E. Álvarez
El aumento de los discursos belicistas por parte de los líderes de las naciones adscritas a la OTAN y los pactos de «seguridad» entre países europeos preocupan a la juventud, que no está dispuesta a ir a la guerra.
Europa vive tiempos convulsos, desde febrero de 2022 en el contexto de la guerra ruso-ucraniana los líderes de las potencias occidentales (UE-OTAN y afines) han ido divulgando cada vez más un discurso militar y belicista, hasta plantear ir a una guerra abierta (ya sea hablando abiertamente de ello, apoyando envíos de armamento y voluntarios o debatiendo la introducción del servicio militar obligatorio).
Esto no es casualidad, y no porque a estos líderes les preocupen los ucranianos lo más mínimo: es porque necesitan deshacerse de los pobres.
Carne de patrón: por todos es sabido que la precariedad de nuestra clase ha ido aumentando desde hace años y se ha acrecentado exponencialmente tras las «sanciones» a Rusia a raíz del ya mencionado conflicto. ¿Pero a quiénes han afectado esas sancione? Podemos hablar de la subida de precios del combustible, del encarecimiento de la vida y de la pérdida del poder adquisitivo de las clases populares.
La juventud en España somos los que más perjudicados estamos de toda la UE, y es que recién acabamos de salir al mundo laboral (con poca o ninguna experiencia) a buscarnos la vida nos encontramos con que somos el país con más desempleo juvenil, la educación pública sigue deteriorándose y el viraje hacia su privatización sigue su curso, los trabajos se siguen precarizando (la reforma laboral de Yolanda Díaz ha incentivado los contratos indefinidos a tiempo parcial, así que los salarios de estos trabajadores no llegan 1080€ y trabajan más horas de las firmadas, cobrando parte en negro y no cotizando lo debido) y la vivienda se sigue encareciendo.
¿Pero cómo enlaza nuestra situación como jóvenes de clase obrera con lo relacionado a la guerra en Ucrania?
Carne de cañón: ABC escribió el 12 de mayo de este año que: «Los jóvenes entre 19 y 25 años, los primeros en ser movilizados si España entra en guerra». No hace falta sumar 2+2 para saber por dónde van los tiros.
La juventud es bombardeada con unas condiciones horribles en su calidad de vida, desde el cubrir las necesidades básicas (vivienda, trabajo, comida) hasta el ocio (desde la epidemia de las casas de apuestas en los barrios hasta el ocio basado en el alcohol). ¿Y ahora nos plantean ir a una guerra? ¿Por qué íbamos a querer morir a cuatro mil kilómetros de casa si lo único que queremos es paz, trabajo y vivienda? Nos relegan a ser carne de cañón o carne de patrón, todos los que no podamos aspirar a una ocupación estable y de calidad quedamos como ejército de reserva de la patronal en lo laboral y en lo bélico: por un lado sustituyendo a los trabajadores sindicados que luchan contra medidas explotadoras, fomentando la competitividad entre trabajadores o bajando los salarios; y por otro en el campo de batalla muriendo en un conflicto interimperialista por los intereses de corporaciones afines a la OTAN y la UE.
El presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, va a invitar al presidente ucraniano Volodimir Zelenski para firmar un acuerdo bilateral de seguridad entre España y Ucrania.
Sumado a lo visto anteriormente sobre el discurso belicista europeo y la precarización de la juventud pobre, nos hacen pensar que lo peor se acerca: quieren prepararnos para ir a una guerra que no es nuestra.
Más de la mitad de los españoles no estarían dispuestos a ir a la guerra «por su país» (Gallup Internacional, 2024) y nosotros, como juventud estudiante y trabajadora, no se nos ha perdido nada en Ucrania.
Nuestros intereses y los de aquellos que nos están hablando de ir a la guerra no son los mismos.
Por qué ignorar su discurso: las burguesías española y europea han estado bombardeándonos con propaganda sobre temas que nada nos conciernen a aquellos que no poseemos más que nuestra fuerza de trabajo: el nacionalismo y la división que quieren imponernos en base a nuestro lugar de origen cuando compartimos muchísimo más con aquel que viene a trabajar para ganarse la vida que con el que se enriquece y vive a costa de nuestro trabajo.
También está la escasez de recursos a los que se enfrenta la población: nos imponen subidas de precios y rebajas salariales mientras vemos como las grandes empresas que gestionan recursos estratégicos como el gas, el petróleo o la agricultura multiplican sus beneficios, viendo que cada vez ganan más mientras nos dicen que hay menos.
Y los intereses político-económicos de la burguesía: mientras infunden miedo a la gente sobre las okupaciones o de que un inmigrante venga a «robar empleos», se ejecutan desahucios por impago y se realizan despidos a gente por coger una baja. Señalan como enemigos a aquellos que comparten preocupaciones entre sí, a quienes viven cerca unos de otros en los mismos barrios y son compañeros de trabajo o de estudio; cuando el verdadero peligro para la mayoría de nosotros son los mismos que desde sus despachos juegan con las necesidades de las personas, se encargan de gestionar los precios y decidir a dónde va el dinero.
Cómo actuar: los recientes acontecimientos relacionados con el genocidio israelí sobre Gaza nos han mostrado un camino de protesta que no parece sentar bien a los gobiernos cómplices del sionismo: la organización popular.
Los compañeros del estudiantado universitario han decidido montar acampadas como rechazo a la intensa barbarie que está sufriendo el pueblo palestino a manos del Estado de Israel, dichas acampadas han demostrado incomodar a diversos gobiernos como el estadounidense (cuyas universidades endeudan de por vida a sus estudiantes o invierten sus fondos en empresas armamentísticas israelíes) o el mexicano (donde las autoridades han permitido que grupos de acción reaccionarios asesinasen a un estudiante de 19 años).
En estos dos casos concretos vemos cómo han intentado impedir las movilizaciones de las organizaciones estudiantiles, cuyos integrantes han mostrado resiliencia y ganas de seguir adelante con las protestas.
Ante la posibilidad de que nos veamos forzados a combatir y a derramar sangre para quienes nos oprimen, observamos en estas demostraciones de fortaleza de la juventud que el camino a conseguir nuestros objetivos de clase pasa por la organización estudiantil y trabajadora, porque unidos somos más fuertes.
Las acampadas son el resultado de la cooperación de aquellos que tienen intereses comunes, como señalar a Israel como responsable de actos de limpieza étnica y otros crímenes que llevan cometiendo desde hace décadas contra el pueblo de Palestina.
Esta coordinación entre estudiantes debe demostrarnos que somos capaces de mucho más si es nuestra propia vida la que está en juego, y este es el caso.
Es importante empezar a organizarnos en barrios, sindicatos, y asambleas estudiantiles, a reclamar lo que nos merecemos: trabajo digno, vivienda asequible y paz entre pueblos.
Como comunistas no podemos esperar a que cumplan con estas amenazas hacia las clases populares y debemos tomar ejemplo de los compañeros empezando a organizar nuestros entornos: el barrio, el trabajo, el instituto, la universidad y allá donde sea posible, pues la única manera de parar esta barbarie es la organización del pueblo trabajador y de su juventud.
¡NO A LA GUERRA! ¡NO A LA OTAN!
¡QUEREMOS PAZ, TRABAJO Y VIVIENDA!
Referencias utilizadas para la redacción de este artículo:
Líderes europeos y sus discursos belicistas e intenciones de ir a la guerra:
Francia
Alemania
Dinamarca
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