Javier Fernández
En 1949, tras la victoria de los monarco-fascistas en la Guerra Civil Griega decenas de miles de comunistas y sus familias se refugiaron en la URSS y en las Repúblicas Populares. Allí, unos años después, protagonizaron unos de los primeros enfrentamientos entre los revisionistas modernos y los marxista-leninistas.
Concretamente en Tashkent, capital de la República Socialista Soviética de Uzbekistán se estableció un gran número de refugiados, entre ellos Nikos Zachariades, Secretario General del Partido Comunista de Grecia (el KKE por sus siglas en griego). Allí, durante los siguientes años llevaron a cabo la enorme tarea de reorganizar el Partido en el exilio.
En 1953, tras la muerte de Stalin, los revisionistas que habían tomado el control del PCUS, encabezados por Jrushchov, comenzaron a intentar imponer su línea de “coexistencia pacífica con el capitalismo” en los Partidos Comunistas de otros países.
Al KKE, concretamente, le exigieron que cediera en 3 cuestiones de principios:
1) Que considerasen a Yugoslavia un país socialista.
2) Que se posicionasen contra Stalin y que escribieran artículos en Pravda criticando el culto a la personalidad.
3) Que apoyaran la liquidación de la Kominform.
A la hora de situar estas exigencias debemos recordar que el gobierno yugoslavo apoyó a los monarco-fascistas, permitiéndoles pasar al territorio yugoslavo para atacar al Ejército Democrático de Grecia por la espalda; la traición de Tito fue fundamental para la derrota de los comunistas griegos.
Ni que decir tiene, Yugoslavia no era un país socialista. Los capitalistas del campo, los kulaks, no solo no fueron expropiados, sino que además se les incluyó en las granjas colectivas. Esto convirtió a los campesinos pobres de las mismas en trabajadores de los kulaks, con lo que sufrieron una explotación aún mayor que en las haciendas capitalistas. Sobre este tema recomiendo el artículo “Algunas cuestiones sobre la dictadura del proletariado y la democracia popular”, de los camaradas de Revolutionary Democracy (India).
Respecto al culto a la personalidad supuestamente fomentado por Stalin, recojo una cita suya sobre el tema:
“Me habláis de vuestra ‘devoción’ hacia mí… Os aconsejaría que desechárais el ‘principio’ de la devoción a las personas. Ese no es el camino bolchevique. Sed únicamente devotos de la clase obrera, de su Partido, de su estado. Esta es una cosa buena y útil. Pero no la confundáis con la devoción a las personas, esa fruslería vana e inutil propia de intelectuales de escasa voluntad”. (J. V. Stalin: Obras, Volumen 13; Moscú; 1955; p. 20).
Recomiendo a aquellos interesados en este tema el texto de Bill Bland titulado “Stalin y el culto a la personalidad ¿Qué hay de cierto?”.
La respuesta de los dirigentes griegos a estas exigencias, que suponían un cambio de 180° en la política del Partido, fue rotundamente negativa. Sin embargo, los revisionistas soviéticos siguieron tratando de imponer su política sobre el partido griego.
Su siguiente plan de ataque fue formar una fracción de derechas en la organización de Tashkent del KKE, e impulsarla hasta la dirección. Sin embargo, esta no encontró apoyos dentro del KKE y sus miembros fueron rápidamente expulsados.
El enfrentamiento entre los marxista-leninistas del KKE y los revisionistas fue escalando en tensión. Durante el verano de 1955 hubo tres intentos de asesinato contra el Secretario General del KKE, Nikos Zachariades, que seguía oponiéndose a la política oportunista de Jrushchov.
Tras otro intento fallido de formar una fracción derechista en el seno del KKE, el 9 de septiembre de 1955, el grupo revisionista organizó un ataque a varias oficinas y bibliotecas del KKE en Tashkent; resultaron heridos varios miembros de la delegación del Comité Central del KKE. Miles de comunistas griegos salieron a las calles a defender a su partido y a sus camaradas. Los enfrentamientos que siguieron acabaron con la policía y el ejército saliendo al rescate de la fracción derechista y con cientos de comunistas griegos heridos y arrestados.
Llegados a este punto, la inmensa mayoría de los miembros del KKE apoyaban la línea de defensa de los principios marxista-leninistas, seguida por Nikos Zachariades, y comprendían que detrás de las facciones derechistas se encontraban los revisionistas del PCUS.
Todo esto se vio reflejado en el quinto y último pleno del Comité Central del KKE, en diciembre de 1955, que condenó abiertamente la política anticomunista del PCUS, y al que acusó de apoyar y estar detrás de los intentos golpistas de la facción derechista y oportunista del partido.
En febrero de 1956, durante el XX Congreso del PCUS, se celebraron los juicios a los comunistas detenidos durante los enfrentamientos del pasado septiembre. Entre ellos había varios exguerrilleros de la Guerra Civil Griega y de la lucha contra el fascismo, que fueron condenados y encerrados en Siberia en prisiones adyacentes a las que contenían a los criminales de guerra nazis.
De hecho, por su estatus como prisioneros de guerra, los criminales nazis tenían más derechos y comodidades que los comunistas griegos condenados, como estar exentos de trabajos forzados o recibir víveres de la Cruz Roja Alemana.
En el mismo XX Congreso, los revisionistas inauguraron su “Comité Internacional”, compuesto por miembros de los partidos de Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Checoslovaquia y la URSS. Este comité, a las órdenes de los soviéticos, convocó un sexto pleno del Comité Central del KKE en marzo de 1956. En este, presidido por el Comité Internacional, participaron los miembros de la facción derechista del KKE que habían sido expulsados previamente del partido, pero se prohibió el acceso a Nikos Zachariades y al resto de marxista-leninistas que se oponían a la política soviética.
En este pleno se disolvió de facto el Partido Comunista de Grecia y se creó otro, con las mismas siglas, pero con un contenido ideológico, organizativo y político completamente distinto. Los revisionistas expulsaron y detuvieron a los antiguos dirigentes elegidos democráticamente por los miembros del partido. Colocaron a dedo nuevos dirigentes sumisos al PCUS. Igualmente, expulsaron a miles de comunistas honestos que se oponían a esta maniobra ilegítima.
Nikos Zachariades fue condenado al exilio en Siberia y murió en extrañas circunstancias en 1973. La línea política de los revisionistas se apoderó del KKE, como había hecho con el Partido Comunista de la Unión Soviética y como haría después con los Partido Comunistas de muchos otros países. Sin embargo, este proceso no fue sencillo ni mucho menos pacífico, y adquirió desde el primer momento un carácter internacional.
Los eventos de Tashkent son relevantes porque supusieron la primera intervención abierta de los Jrushchovistas en los asuntos internos de un partido comunista extranjero, con el objetivo de liquidarlo y someterlo a su política. Representaron también el inicio de la resistencia de los marxista-leninistas contra el revisionismo moderno, antes incluso de la celebración del XX Congreso del PCUS, donde los revisionistas se quitaron la careta y atacaron abiertamente los principios del marxismo-leninismo. Esta lucha contra el revisionismo, que es el motivo por el que se fundó nuestro Partido en los años 60, la mantenemos aún hoy y la mantendremos hasta la victoria final.
¡ VIVA EL MARXISMO-LENINISMO !
¡ ABAJO EL REVISIONISMO !