C. Marín y J. Fernández
“La lucha de clases desarrollada durante toda la vida del Partido, así como en los últimos tiempos, ha demostrado que el principal peligro y enemigo de nuestro Partido, así como de todo el movimiento comunista internacional, ha sido y sigue siendo el oportunismo de derecha…”. Enver Hoxha, VII Congreso del PTA.
La derechización de las organizaciones revisionistas no es un proceso nuevo, ni uno ajeno a la crítica y la polémica por nuestra parte. Por eso mismo, queremos centrarnos en un aspecto de este proceso que afecta a un sector que, a diferencia de la cuestión nacional o la inmigración, no ha tenido tan frecuentemente el protagonismo en nuestro periódico: la cuestión del colectivo LGBT. De todos los espectros del revisionismo, desde la secta intelectualoide más teoricista, hasta la más reciente escisión de la escisión de la escisión de los oportunistas sin principios, los “comunistas” de España han demostrado su incapacidad para abordar la cuestión tanto en la teoría, como en la práctica.
Hace unos días se aprobó la apodada Ley Trans. Esta ley, que es poco más que una pequeña reforma, ha sido presentada por el PSOE, Podemos y compañía como un cambio histórico, como si hubieran bajado ellos de los cielos y, con la Ley Trans en la mano, hubieran acabado con la discriminación. El PCE e Izquierda Unida, subidos desde hace tiempo al carro del reformismo más descarado, se han unido a sus proclamas. Izquierda Unida la ha llegado a calificar como “uno de los mayores avances de nuestra democracia”. Las muestras de la derechización de esta organización, a diferencia de algunas otras que mencionaremos después, no viene de un rechazo frontal a los derechos LGBT, sino de haberse integrado totalmente en el aparato estatal del Régimen del 78.
Pero tampoco debería sorprender a nadie este comportamiento viniendo del PCE, partido de la Reconciliación Nacional con el fascismo y del Sí a la Constitución del 78. Sin embargo, han surgido otras posturas en organizaciones “revolucionarias “ y “comunistas” que creemos merecen también ser analizadas por lo erróneo de sus planteamientos:
Algunos asumen una postura diametralmente opuesta respecto a la Ley Trans. Hace poco una organización que se jacta de “haber reconstruido el Partido Comunista” en 2019 (¿donde estaban ellos cuando en 1964 primero, y en 2006 de nuevo, fue reconstruido el Partido, el de verdad, el Marxista-Leninista?) en sus redes sociales hacía unas declaraciones (honestamente, patéticas) en las que afirman que la opresión de las mujeres es biológica, y no causada por las estructuras sociales y económicas vigentes. Plantear la opresión sistemática que sufren las mujeres como algo causado por la capacidad reproductiva ignora todas las estructuras económicas, sociales, culturales y hasta policiales, que sirven y han servido para mantener a las mujeres supeditadas a los hombres. Además, si siguiéramos esta lógica hasta el final, llegaríamos a la conclusión de que no hay esperanza alguna de abolir toda opresión sexual o de género: mientras haya personas capaces de gestar habría opresión contra ellas. Afirman también que la sexualidad y la identidad de género de cada persona es una elección individual, olvidando una cuestión tan básica como que no hay elecciones individuales “puras”, que nuestra psique, nuestra forma de entender el mundo y relacionarnos con los demás y con nosotros mismos viene condicionada por las condiciones históricas en que nos vemos inmersos. “El ser social es el que determina la conciencia del hombre”, decía Marx. Continúan planteando que reconocer el derecho de las personas trans de cambiar su sexo en el registro civil provocará un borrado de los homosexuales. A pesar de ser esto un hombre de paja, resulta absurdo que quieran abolir el denominado “sexo” (y su consecuente opresión) y que a la vez les incomode que se haga lo mismo con la sexualidad (y su consecuente opresión). En general, todo el comunicado deja muy claro el analfabetismo teórico de sus dirigentes y su nula ligazón con la realidad.
Este comunicado, además, ha sacado a la luz la escasa disciplina militante y aplicación del centralismo democrático de su organización, pues muchos de sus militantes de base llevan bastante tiempo afirmando que la postura del partido había cambiado, que se discutió en su Congreso y solucionaron las contradicciones tras imponerse una nueva línea más progresista (supuestamente trans-incluyente).
Hay quien va incluso más lejos en su crítica de “lo queer” y de la Ley Trans en particular, y anuncia que esta ley es “el primer paso para la imposición del fascismo en la práctica política” . Es curioso, por no decir hipócrita, que en este caso quien se queja de que las reivindicaciones LGBT desvían a las masas populares y desactivan su lucha por estar basadas en idealismo y alejadas de la realidad, mantiene en el eje central de su política la reivindicación de una nación castellana oprimida por España, fomentando el chovinismo y el regionalismo entre las masas obreras y campesinas y desligando sus reivindicaciones particulares de aquellas de la totalidad de los pueblos y los trabajadores.
Una de esas “sectas intelectualoides” que mencionábamos al comienzo del artículo publicaba en 2020 un texto en el que, después de afirmar que “el marxismo no tiene nada contra la gente LGTB” y que en teoría pueden ser comunistas pero en la práctica “caen con demasiada frecuencia en los peores vicios burgueses; es decir, se convierten en personas cuya mayor preocupación es tratar de ganar suficiente dinero para vestir de forma glamurosa y mantener un tren de vida lleno de desfases aceptando dogmas provenientes del feminismo como que ser promiscuo es sinónimo de «empoderamiento».” Esta gente, que presume de un conocimiento y capacidad de análisis superior a la de cualquier mortal, no es capaz de superar los estereotipos homófobos de los años 50.
Hay otras organizaciones “comunistas” en el nombre, pero tan derechistas y reaccionarias que han llegado al punto de tener que hacer videos aclaratorios desligándose de VOX y el PP, pues estos partidos políticos llegaron a dar difusión y apoyo a sus posturas. Además de innumerables desviaciones y errores respecto a cuestiones tan variadas como el derecho de autodeterminación de las naciones, la disciplina militante, el consumo de drogas o la colaboración de clases; también manifiestas su incapacidad de análisis en lo que concierne al colectivo LGBT. Estas organizaciones, metidas hasta el fondo en la ciénaga del chovinismo, tienen una concepción de la clase obrera tremendamente absurda y preocupante. Contraponen en numerosas ocasiones la orientación sexual a la clase social, cayendo en la postura reaccionaria y reduccionista de considerar a la clase obrera como un monolito inamovible formada únicamente por la figura imaginaria del obrero “de verdad”, aquel que casualmente, siempre es cisheterosexual.
Estas organizaciones, que son las primeras en poner el grito en el cielo cuando alguien comete el error (a veces intencionado) de equiparar clase social y orientación sexual, etnia, etc; y que además son las primeras en poner a los demás la etiqueta de “posmo” o “progre” son también las primeras en caer, sin darse cuenta, en ese mismo planteamiento. Enfrentar ser obrera con ser lesbiana o estar en el paro con ser bisexual también es poner al mismo nivel la clase social y la orientación sexual. Esta gente es igual de “posmoderna” que aquellos que critican, solo que mas reaccionarios y “tradicionalistas”.
Pasando ya de lo que opina tal o cual partido u organización, la lucha de clases empapa todos los aspectos de la vida. Las personas que pertenecen al colectivo LGBT son, en su mayoría, de clase obrera. ¿Cómo iba a ser de otra manera? Al fin y al cabo, la mayoría de la gente lo es. Los intereses de los obreros que además son LGBT son los mismos intereses de la clase obrera. Asimismo, luchan por sus derechos específicos, propios, inalienables. No entendemos la incapacidad de muchos “comunistas” para comprender esto. De la misma forma que los gitanos tienen reivindicaciones específicas contra el racismo o que los gallegos tienen reivindicaciones específicas respecto a su cultura y su lengua, la gente LGBT tiene reivindicaciones específicas contra su discriminación. Y de la misma forma que el racismo y la cuestión nacional han dejado de ser cuestiones particulares para pasar a ser parte de la cuestión general de la revolución proletaria, los derechos de la gente LGBT han de pasar también a tratarse como parte de la cuestión de la Revolución. Si no somos los comunistas los que lideramos la lucha contra la discriminación anti-LGBT, cómo podemos esperar otro resultado que no sea la total fagocitación del movimiento LGBT por las fuerzas del Capital.
La defensa de los derechos de los colectivos oprimidos no puede ser sólo de palabra, ni tampoco se pueden confinar estas cuestiones opresivas actuales a resolverse de forma automática cuando llegue la revolución. La posición correcta pasa por entender que en la democracia burguesa a veces se ven obligados a ceder terreno, a dar unas migajas en cuanto a derechos humanos y que estos derechos, como la tímida reforma que ofrece la Ley Trans, mejorarán cualitativamente la vida de miles de personas en situaciones precarias. Apoyar esto no significa apoyar a los que firman, sino entender y celebrar el hecho de que estos derechos empiecen a pensarse como indiscutibles (como el derecho a la educación primaria). Cuando la clase obrera tenga el poder deberíamos entender que facilitaríamos estos derechos y muchos más.
Hemos empezado mencionando la derechización de los revisionistas, pero ojo, no olvidemos que la lucha de clases también se desarrolla en el interior de nuestro partido. Debemos estar vigilantes: analizar, plantear, criticar y solucionar las desviaciones que ocurran en nuestra organización y esforzarnos por desarrollar una línea adecuada y ponerla en práctica, comprobando así su “correctitud”.
NOTAS
1 Hace unos días, debido a la polémica sobre el Consejo del Poder Judicial, sacaban un comunicado exigiendo “el cumplimiento de la Constitución y el respeto al Estado social y democrático de derecho.”
2 Si bien es cierto que hay una corriente relativamente fuerte en el seno del PCE que si rechaza los derechos LGBT, como se vio en su último Congreso.
3 En esta vida no hay nada que no esté condicionado por el entorno, las relaciones sociales y económicas que nos rodean. Si pensáramos que el amor, la atracción sexual, etc. están al margen de ese ser social condicionado por las condiciones históricas del que hablaba Marx estaríamos cayendo en un grave error mecanicista
4 Recogemos la expresión usada por nuestros camaradas en su artículo “el analfabetismo teórico del socialchovinismo”, disponible en https://pceml.info/actual/index.php/actualidad/articulos/702-el-analfabetismo-teorico-del-socialchovinismo
5 Cabe decir que en el Manifiesto-Programa que salió de su congreso no hay ninguna mención explicita del tema.
6 https://izca.net/2022/12/23/un-gobierno-trilero-por-ser-suaves-en-el-adjetivo/
7 El gran fallo de los denominados interseccionales era que aunque algunos entendían que la clase quizás tenía más peso que etnia, género, sexualidad, discapacidad, etc seguían entendiendo que todas estas características venían de partes diferentes y sólo interseccionaban en los individuos y no en la propia formación de estos conceptos.
8 Esta es mayormente la situación en la que nos encontramos hoy día, en la que el capital pretende instrumentalizar el colectivo LGBT tanto para abrirse entre ellos una cuota de mercado como para aislar o desviar la lucha LGBT de las reivindicaciones democráticas en general, y las proletarias en particular; sin embargo, esta crítica no se puede extender a la mera existencia de las personas LGBT, como hacen algunos, como si por ser bisexual o trans (y reivindicar tus derechos) estés apoyando activamente al Estado o al capital financiero.
9 Incluso este planteamiento de que la revolución “llega”, como llega una tormenta o una ola de calor, es erróneo. La revolución no llega, se organiza.