Por D. Urzaiz | Octubre nº 77
Liberia, Guinea, Sierra Leona: el ébola en África Occidental era algo ajeno a nosotros… Llevaba meses diezmando a su población, algo propio del mundo «subdesarrollado».
Allyson Pollock, profesora de Política e Investigación de la Salud Pública en la Universidad Queen Mary de Londres declara en una entrevista publicada en CAS Madrid
: «Se sabe los mecanismos de trasmisión. En la mayoría de situaciones normales debería ser fácilmente controlado con una cuarentena y aislando a los enfermos, pero el gran problema en los países donde es más prevalente, es que son países muy, muy pobres, donde la infraestructura está cada vez más destrozada, especialmente en lo que se refiere a los sistemas sanitarios, y el virus está presente ya en zonas urbanas, donde se da un estrecho contacto entre humanos; por eso es muy difícil de contener y controlar, sobre todo cuando aparece en zonas superpobladas y muy pobres y con muy escaso saneamiento.
Liberia y Sierra Leona han pasado cada uno por largos períodos de guerra civil, han tenido conflictos con refugiados desplazados, el PIB y la economía han quedado muy desangrados y lo que hemos visto en todos esos países es un vaciamiento de todo tipo de servicios públicos y especialmente de sistemas sanitarios. Supongo que la OMS confiaba en que iba a contenerla con bastante facilidad, al igual que en el anterior gran brote en la década de 1970. ¿Sucedió quizá que no pensaron en el hecho de que esos países en los que está brotando se hallan realmente entre los países más pobres de entre los pobres? Por todo ello es muy, muy difícil contenerlo, pero a lo que tenemos que enfrentarnos sobre todo es a problemas muy reales de pobreza. Supongo que confiaban en contener fácilmente la enfermedad, pero se trata de un virus que tiene una tasa de mortalidad muy alta, se dice que hay un 55% de probabilidades de morir si se contrae. Esto es muy grave, pero uno de los grandes problemas es que el mundo occidental, sobre todo el gobierno de EEUU, está respondiendo con soluciones de armas y balas mágicas muy vistas ya: el anuncio de Obama de que va a enviar 3.000 soldados y el anuncio paralelo de que van a centrarse en la producción rápida de la vacuna. Y esto supone la total eliminación del importante factor estructural y social de la sanidad pública, y los principios de toda la salud pública se hallan en soluciones muy sencillas y básicas. Se trata de disponer de agua potable, saneamiento, buena nutrición, es decir, que hay que luchar contra los males de la pobreza. Y, por encima de todo, se necesitan sistemas sanitarios competentes que dispongan de doctores y enfermeras bien formados e instalaciones donde puedas aislar a la gente y puedas también hacer lo que se denomina “rastreo de contactos”: volver a la comunidad para averiguar con quién han estado en contacto las personas afectadas para que puedas entonces ponerlas en cuarentena y aislarlas hasta estar seguros de que realmente no se han contagiado de la enfermedad ni la han trasmitido durante el período de incubación. Y todas esas posibilidades han desaparecido. Eso es lo que esos países están viviendo al haber sufrido una erosión y colapso totales de sus sistemas de atención sanitaria y esa es la tragedia. La solución a esta epidemia no son balas mágicas de vacunas y no está en enviar tropas. Es un problema estructural, social, económico, medioambiental y se resuelve poniendo en marcha medidas de salud pública en todos los sectores».
Todo esto pasaba en África. La respuesta internacional coordinada está llegando tarde y solo tras el contagio de víctimas occidentales. El ébola se combate con esfuerzos e inversiones allí donde nace. Es una emergencia sanitaria global, con orígenes locales. Las imágenes que salieron en TV de un enfermo de ébola que había escapado del hospital donde estaba en aislamiento para conseguir comida en un mercado por el hambre que sufrían en el hospital, es tan brutal… ¿cómo se pretende controlar a la población enferma si no se les da de comer?
Ejemplar respuesta la de Cuba y unas pocas organizaciones no gubernamentales que están proporcionando lo que se necesita con mayor urgencia: profesionales médicos dispuestos a atender pacientes. Con apoyo técnico de la Organización Mundial de la Salud, el gobierno cubano capacitó a 460 médicos y enfermeros en las estrictas precauciones necesarias para atender a los pacientes que padecen un virus altamente contagioso.
España: Hospital Carlos III, centro de referencia de Enfermedades Infecciosas, antes de su desmantelamiento por los planes de “ahorro” de la Comunidad de Madrid, contaba con las instalaciones y el personal más capacitado para abordar emergencias de salud pública en el país… Las previsiones de brotes epidémicos eran tan remotas que decidieron que un hospital de crónicos era más barato y rentable.
En agosto, el gobierno adoptó una decisión temeraria al importar el virus ébola con el traslado de los misioneros, ya moribundos, con un despliegue de medios y propaganda que quería dar lecciones al mundo del potencial desplegado por España en su evacuación.
La sexta planta del Carlos III, cerrada durante meses, se tuvo que habilitar en unas horas, la formación del personal inexistente (unos minutos de demostración teórica de cómo ponerse y quitar el traje de aislamiento)… Unos protocolos de seguimiento de las personas que tuvieron contacto con enfermos infectados claramente erróneos. Las consecuencias son conocidas: Teresa Romero, auxiliar de enfermería que de forma voluntaria asistió a los enfermos, se contagió, fue la primera persona infectada por ébola fuera de África. La decisión del gobierno de repatriar a los misioneros ha tenido dramáticas consecuencias, ha puesto de manifiesto la incompetencia de las distintas administraciones sanitarias, la ausencia de información, de formación y de recursos del personal en todo el sistema sanitario público.
El papel de la ministra de sanidad, Ana Mato (la que no se enteraba de los coches que tenía en su garaje), la desfachatez del consejero de sanidad de la CAM, Javier Rodríguez, que acusó a Teresa de mentir y que resolvió que no hace falta un máster para poner y quitar un traje, cuando los profesionales que atienden estos casos se están jugando la vida, son de un desprecio tal que no es concebible que no hayan sido fulminados de sus cargos, cosa que reclama toda la sociedad y particularmente la indignación de los sanitarios.
Las políticas de privatización de la Sanidad Pública no buscan mejoras de funcionamiento o de sostenibilidad económica, el único objetivo es la rentabilidad de negocio de las empresas privadas y del capital especulativo en el sector sanitario.
La Salud Pública va más allá del tratamiento de las enfermedades, tiene que garantizar la salud individual y colectiva y eso tiene que ver con garantizar las condiciones mínimas de alimentación, vivienda, educación, tratamiento de aguas, control de alimentos… Un pilar básico es la Atención Primaria, para la promoción de la salud individual y comunitaria, para la detección de los problemas de salud en sus fases iniciales y abordarlas por el bien de las personas y por economizar recursos.
La salud pública es incompatible con la expulsión de la red sanitaria de la población migrante sin regularizar: además de atentar contra uno de los derechos humanos más básicos, es un atentado contra la salud comunitaria.
En estas semanas se están produciendo nuevos atentados contra la Sanidad Pública: apertura del Hospital de Villalba en manos de la empresa IDC, desmantelamiento de Centros de Salud Mental en la Comunidad de Madrid… pero todo esto da para otro artículo.