El Partido Comunista de España (marxista-leninista) tuvo conocimiento en el mes de octubre de que la concesión de la sepultura de Julio Álvarez del Vayo en el cementerio de Saint-Georges de Ginebra caducaba en el plazo de dos meses. En caso de no sufragarse la renovación de la concesión, como ya ocurrió hace cinco años cuando la Asociación Amicale des Anciens Guerrilleros Espagnols en France-Forces Françaises de L´Interieur abonó la cantidad requerida, los restos del insigne político, socialista, republicano y antifascista terminarán en el osario común.
Hacemos un llamamiento urgente a todas las organizaciones progresistas de nuestro país -asociaciones memorialistas, partidos políticos, entidades culturales, etc.-, así como a los intelectuales y en general a los españoles demócratas, para movilizarnos y, en un primer momento, llevar a cabo las actuaciones necesarias para la renovación de la concesión de su sepultura. Superado este trámite, es necesario exigir a las autoridades gubernamentales que lleven a cabo todos los trámites necesarios para la repatriación de los restos de Álvarez del Vayo, una de las personalidades políticas más importantes en la historia de España del siglo XX. Desgraciadamente, como ocurre con tantos hombres y mujeres de nuestra patria, su vida y su obra son ocultadas sistemáticamente a una gran mayoría de nuestros compatriotas.
Julio Álverez del Vayo (1891-1975) estudió Derecho en Madrid y Valladolid, prosiguiendo sus estudios en el Reino Unido. Afiliado al PSOE, ejerció el periodismo durante muchos años, pero con la proclamación de la II República en España en 1931 inició una activa y relevante vida política. Fue embajador en México y resultó elegido diputado en 1933 y 1936.
Durante la Guerra Civil, provocada por el criminal levantamiento de un sector del Ejército en julio de 1936, Álvarez del Vayo fue Ministro de Estado (Asuntos Exteriores) durante el gobierno de Largo Caballero, entre el 4 de septiembre de 1936 y el 17 de mayo de 1937, y de nuevo ocupó el mismo Ministerio en el gobierno de Juan Negrín, desde el 5 de abril de 1938 hasta el final de la contienda. Desde su ministerio denunció incansablemente la política de “No Intervención” y trató de modificar la posición de Francia e Inglaterra respecto a la República española. Pero no solo destacó en su actividad diplomática, sino que en el ámbito propiamente militar tuvo un relevante papel en el cargo de Comisario General del Ejército de la República.
Partidario consecuente de la línea de resistencia de Negrín, al acabar la guerra marchó al exilio y vivió en Francia, México, Estados Unidos y Suiza. Fuera de España desempeñó siempre una política en defensa de la República y claramente antifascista, lo que le llevó al enfrentamiento con el sector del PSOE encabezado por Indalecio Prieto. En 1946, junto con Negrín y otros significados dirigentes, fue expulsado del partido socialista, bajo la falsa acusación de ser poco menos que marionetas en manos del comunismo soviético.
Incansable luchador antifranquista, en 1971 tuvo parte activa, junto con nuestros camaradas Raúl Marco y Elena Ódena, en la fundación del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, del que fue nombrado Presidente. El FRAP, como ya es conocido, desempeñó, desde todas las formas de combate, incluyendo la lucha armada, un papel fundamental en la oposición a la dictadura de Franco.
Álvarez del Vayo falleció en Ginebra el 3 de mayo de 1975 y a su entierro asistieron José Maldonado González, presidente de la República en el exilio, y Fernando Valera Aparicio, jefe del Gobierno en el exilio. En el año 2008, el PSOE decidió rehabilitar su memoria y readmitirlo en el Partido a título póstumo. Sin embargo, este hecho no se tradujo en acciones concretas para traer sus restos a España y ofrecerle un homenaje digno del incansable luchador antifascista que siempre fue.
El resultado: una tumba cuya concesión jurídicamente caduca y la amenaza cierta de que los restos de una persona insigne terminen en una fosa común. Para evitarlo, hacemos este llamamiento a la movilización, una llamada a la conciencia de cientos de miles de hombres y mujeres comprometidos con la democracia y con la recuperación de nuestra memoria histórica. También llamamos a los dirigentes del PSOE para que aquella rehabilitación sea algo más que un gesto simbólico y se convierta en una realidad que exige la conciencia democrática y antifascista. Los restos de Álvarez del Vayo deben volver a su patria, a España. Es un imperativo moral, una cuestión de dignidad.
Traigamos de nuevo a Julio Álvarez del Vayo.