Miguel Curzon, JCE(m-l)
¿Se han fijado que desde el final del uso obligatorio de la mascarilla al aire libre estas han bajado de precio en algunos supermercados? ¿Cómo es posible que de costar 2 euros un paquete de 10 unidades, bajara a 1,50 para al final en la actualidad a solo 1 euro en Mercadona, por ejemplo? La respuesta corta es que hemos sido víctimas del enfrentamiento entre los diferentes vendedores queriendo destruir la competencia de sus oponentes, de los compradores buscando la mejor oferta. El resultado final se ha visto en las vacilaciones de la oferta y la demanda que jugaron con un artículo que de la noche a la mañana se convirtió en un bien necesario.
En el momento en que los contagios empezaron a ser numerosos la demanda de mascarillas empezó a subir, siendo este producto escaso porque entonces no era muy consumido. Que aumente la demanda ante una escasez de oferta hará que suba el precio de las mercancías. Lo que significa que los capitales se moverán a dicha industria en alza buscando el equilibrio entre oferta y demanda, y el máximo beneficio. Esto ocurrió exactamente con las mascarillas al principio de la pandemia. Debido a que España cuenta con poco tejido industrial no tenía más remedio que importar las mascarillas de otros países.
En dichos países para controlar la pandemia en sus territorios llegaron a prohibir la exportación de las mascarillas o limitarla. Incluso en el resto de Europa que tiene más industria, su propio tejido no fue suficiente para la alta demanda. Inmediatamente aquellas industrias de nuestro país y de nuestros vecinos que tenían los recursos o las capacidades de fabricar este bien aceleraron la concentración del capital en la fabricación de las mascarillas. Esta alta demanda llevó a la subida desorbitada de los precios de este producto, llegando a subir un 500% su precio en abril de 2020 según el ABC. Este criminal acto no terminó hasta que el gobierno fijó un precio limite justo ese mismo mes. Aunque se limitó el precio, eso no influyó en que la demanda mantuviera los precios altos. No altos como antes, pero seguía siendo un atraco porque el uso de la mascarilla debía ser constante.
Cuando el gobierno anunció el fin del uso obligatorio de la mascarilla al aire libre rápidamente las mismas empresas que en tiempo récord habían movido su producción lanzaron gritos al cielo. Sus gritos fueron por su temor ante la caída de demanda con un alto stock que debían sí o sí vender para no sufrir pérdidas. De ahí la bajada del precio en algunas cadenas que lo único que han hecho es jugar con nuestra salud.
Otro hecho a tener en cuenta es que la mascarilla es un producto sanitario. La escasez fue reflejada en la sanidad pública española que también se vio afectada a principios de la pandemia por la falta de material sanitario. Material que como hemos mencionado suele ser importado por la falta de nuestra propia industria. Este escenario fue igualmente catastrófico para nuestra clase ya que los hospitales a consecuencia de años de privatizaciones y recortes estuvieron casi por colapsar.
Las lecciones que nos ha dejado la pandemia se pueden ver aquí. Como los capitalistas en búsqueda de los máximos beneficios brincan con la necesidad humana. De cuan anárquico es el modo de producción capitalista que ante un evento de crisis se cuantifica exageradamente las contradicciones del propio sistema. Su búsqueda de máximos beneficios ahora les ha explotado en la cara con su exceso de producción junto a su nula previsión a largo plazo ¿pensaron que la demanda sería alta para siempre? Es por eso que debemos reiterar la absoluta necesidad de la planificación de la economía, que la oferta no sea excesiva por la búsqueda de un beneficio sino por la satisfacción real de la demanda. Algo así no hará inflar los precios de los bienes más necesarios como ocurre en el capitalismo. La nacionalización y socialización no solo de los sectores públicos sino de la economía debe ser un hecho. Una actuación conjunta ante una crisis sanitaria con una sanidad totalmente pública socializada unida a un poder industrial que sepa planificar a largo plazo por el bien común y no de los beneficios individuales de los empresarios. Solo la solidaridad conjunta de nuestra clase nos salvará contra el salvaje capitalismo.