por S. Ruiz
La rica historia del trabajo por los derechos de la mujer en los países en desarrollo ha sido diluida por la “perspectiva de género” y la implementación de las ONGs, la generación más vieja de activistas y pensadoras parece haber sido silenciada. Desde hace varias décadas, las voces de las feministas se agruparon bajo el manto de la institucionalidad de las ONGs, esto llevo a incorporar a las “representantes de las mujeres” al proceso de distribuir recursos estatales, con el coste de distanciarlas de su base social y de reforzar, en vez de enfrentarse, las políticas e ideología neoliberal.
LOS MICROCREDITOS
“La necesidad de colocar sus productos en mercados cada vez más amplios empuja al capitalismo a los más apartados rincones del planeta. En todas partes tiene que afincarse, echar raíces y establecer relaciones. Mediante la explotación del mercado mundial, el capitalismo ha imprimido un carácter global a la producción y al consumo de todos los países”. (Carlos Marx y Federico Engels, El Manifiesto Comunista)
El contexto socioeconómico y político que se instaura para superar la crisis del capitalismo de la década de los 70, con el objetivo de recuperar y mantener sus tasas de ganancias y de crecimiento, tiene unas características, entre las que podemos señalar: la crisis del Estado de Bienestar, la caída del socialismo real, el triunfo global del capitalismo en su versión neoliberal y sus efectos de concentración del capital, exclusión social, desempleo, aumento de la feminización de la pobreza…
A partir de los años 80 surge una gran oposición al modelo salvaje neoliberal, este crecimiento de movimientos sociales que desafían al neoliberalismo tiene como contrapartida la creación y el incremento en la financiación de las ONGs, y en especial ONGs de mujeres, con el objetivo de subvertirlos mediante formas alternativas de acción social.
Las ONGs trasmiten una ideología liberal individualista, que pretende dejar fuera la consideración de las contradicciones de clase, género y etnias. La estructura y naturaleza de las ONGs, con su enfoque en la auto ayuda, despolitizan dispersan y desmovilizan a la población pobre. Evitan explicar la naturaleza del imperialismo, la lucha de clases entre explotadores y explotados/as. Sus consideraciones se ciñen exclusivamente a los/as excluidos, la extrema pobreza, la discriminación racial o de género, centrándose en los síntomas superficiales del sistema social que produce estas condiciones.
Las ONGs enmarcan la ideología y estrategia feminista dentro de los límites de un proyecto político liberal, estableciendo alianzas conservadoras con élites políticas y económicas. Un ejemplo de esto último es la multiplicación de ONGs en todo el Sur global que dirigen programas de préstamos a pequeña escala, microcréditos, para las mujeres, jugando un papel decisivo para su extensión, ya que operan en la base de la pobreza.
LA ONU y el BM, junto a grandes empresas y bancos, difundieron por todos los medios, que pequeños préstamos a personas pobres, que carecen de los recursos necesarios para solicitar un crédito a un banco estándar, a fin de levantar pequeñas empresas de comercio o de artesanía tradicional, eran la solución a la pobreza mundial y al subdesarrollo. Esta innovadora solución tenia además un ángulo de genero añadido: se otorgaban solo, o casi exclusivamente a mujeres, consideradas como mas responsables y dóciles que los varones en su administración e inversión; pero la realidad era otra, las mujeres como consecuencia de la división del trabajo por genero llevan, en general, el peso del trabajo del hogar y para mejorar la situación familiar realizan un trabajo remunerado artesanal o agrícola dentro del hogar cosiendo ropa, tejiendo alfombras, o criando gallinas para vender sus huevos, etc.…. tienen sus propios canales “informales” de distribución, sus propios mecanismos para conseguir el capital necesario para comprar las materias primas, a través de prestamos entre las propias mujeres que forman especie de mutualidades….es un trabajo informal que proporciona una mejora en la economía familiar; existen más de 5.000 millones de personas al margen del mercado. Por tanto entre 1.2 y 2 billones de dólares anuales se gastan y se ingresan al margen de las redes tendidas por las grandes corporaciones (fuente: World Resources Institute International Finance Corporation).
En este sub-mercado, que escapa al negocio monopolista transnacional, operan millones de pequeñas empresas locales, pequeños negocios artesanales y comercios, llevados en su mayoría por mujeres. Es precisamente aquí donde se quería llevar el microcrédito porque, proporcionando a estas mujeres un acceso al crédito se incorporaba en los circuitos bancarios imperialistas la economía local informal de los países colonizados, en su mayor parte organizada, por mujeres. Se trata de que los 5.000 millones que ocupan la base de la pirámide (BOP) se conviertan en parte de un sistema capitalista global inclusivo.
El microcrédito para combatir la pobreza, conecta a la perfección con la ideología predominante que define la pobreza como un problema individual y elimina la responsabilidad de combatirla a los estados y sus gobiernos de turno. Y al mismo tiempo los microcréditos no cambian las condiciones estructurales de la globalización, como la privatización de los servicios públicos esenciales o los recortes en salud y educación y la pérdida de derecho a la tierra que son las verdaderas causas de la pobreza.
El proyecto de lucha en contra del “empobrecimiento”, endeudando a todos los pobres (dicho correctamente: dándoles acceso al crédito) ha sido objeto de una gran promoción y ha desplegado una gran ofensiva ideológica hacia las mujeres: En 2005 el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, se refirió a ellos “como una herramienta fundamental para la lucha contra la pobreza y la emancipación de las mujeres en todo el planeta”.
El informe mundial sobre desarrollo humano del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), dentro de los preparativos de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, después de hablar de las desigualdades entre sexos afirmaba que si las mujeres “siguen” tan pobres es porque no están suficientemente endeudadas.
En la actualidad estos pequeños préstamos concedidos por instituciones bancarias y todo un aparato de ONGs financieras “sin fines de lucro”, financiadas por Occidente, llegan con sus tentáculos a todo el mundo,
acaparando la mayoría de fondos de desarrollo dirigidos a las mujeres.
Con la apariencia de ofrecer a las mujeres independencia económica, los microcréditos han tenido el efecto opuesto en muchos casos, incrementando la integración de mujeres a trabajos desde casa, a bajo costo, en condiciones de absoluta desregulación laboral, ofrecidos por las multinacionales, forzándolas a explotar a sus propios hijos/as, para poder terminar el trabajo, incrementando las relaciones de competitividad entre las mujeres y sometiéndolas a la espiral del crédito como consecuencia de sus bajos beneficios y de los altos tipos de interés.
Los países imperialistas han reducido la financiación pública de la salud, la educación y otros servicios sociales y están centrados en las subvenciones para los préstamos de microcrédito. Esto conduce a la privatización en todos los niveles y la eliminación de los escasos programas de seguridad social existentes, lo que redunda en el aumento de la pobreza para los más pobres de los pobres: las mujeres.
Pero el neoliberalismo ha demostrado que los/as pobres también son un negocio donde obtener grandes beneficios. El sistema de los microcréditos ha sido un éxito para los muchos bancos que lo adoptaron. Prestarles dinero a los/as pobres siempre fue una empresa lucrativa, porque se cobran altas tasas de interés, precisamente porque los pobres quieren tener efectivo y carecen de acceso a las redes formales de crédito. Según Sheryl Nance-Nash, corresponsal de Women’s eNews, “las tasas de interés en las microfinanzas varían entre el 25 y el 50 por ciento”.
En los países más pobres de Asia, África y América Latina, la micro-financiación es cada vez más rentable para los bancos más grandes, Citibank es la principal fuente de financiación de las Cumbres anuales de Microcrédito, que calculan que más de 500 millones de personas pobres en todo el mundo requieren sus servicios financieros.
“Los beneficios de cientos de millones de pequeños microcréditos son sólo una mínima parte del saqueo imperialista de los países en desarrollo. El robo de los recursos y la explotación de una inmensa mano de obra a través de los salarios más bajos posibles son las que permiten al capital financiero internacional sobrevivir. Sin embargo, los financieros han encontrado una nueva manera de llegar a las aldeas más aisladas y caseríos y seguir el canal de la miseria que han creado para conseguir beneficios aún mayores”. (Sara Flounders)
En resumidas cuentas, el microcrédito, presentado como panacea por el FMI, el Banco Mundial y la ONU, no sólo no produce los beneficios anunciados para las mujeres, sino que empeora su situación y permite el reforzamiento del modelo neoliberal que las súper explota y oprime.
Movimientos feministas ligados a los movimientos populares de base anticapitalistas y antiimperialistas están surgiendo en oposición a estos programas de las Agencias internacionales, y a las condiciones de vida degradadas que produce el modelo neoliberal dominante. El feminismo liberal que se limita a denunciar las condiciones de las trabajadoras del sexo, las aberraciones medievales en algunas culturas o el sexismo en la publicidad, fomenta el desarrollo de la explotación capitalista del trabajo femenino y está perdiendo su hegemonía dentro de las nuevas generaciones de mujeres.