por S. Ruiz
“El sistema capitalista se implantó con una dosis de violencia brutal, sobre todo los momentos en que grandes masas de hombres son despojadas repentina y violentamente de sus medios de subsistencia y lanzadas al mercado de trabajo como proletarios libres y desheredados… despojados de todos sus medios de producción y de todas las garantías de vida que las viejas instituciones feudales les aseguraban. Esta expropiación queda inscrita en los anales de la historia con trazos indelebles de sangre y fuego.”El Capital” Carlos Marx
Para la supervivencia del sistema capitalista era y es preciso crear divisiones, jerarquías y privilegios en esa masa de desheredados; en razón de sexo, de raza….el hombre sobre la mujer, el blanco sobre el negro, …
El tipo de producción capitalista separó el ámbito de la producción, del ámbito de la reproducción, y la familia capitalista, que dejó de ser centro de producción, quedó en el espacio privado dedicada a la reproducción del sistema, tanto en el aspecto físico (reproducción y reposición de trabajadores), como en el ideológico (transmitiendo y educando a los nuevos trabajadores en los valores del sistema).
El capitalismo se apoyó en estructuras jerárquicas existentes, como la familia patriarcal y las adaptó para su propio beneficio. Dentro de la familia capitalista las jerarquías se construyeron en razón de sexo y edad: el hombre y el adulto sobre la mujer y el niño; el privilegio del salario concedido al hombre adulto aumentó su poder frente a los que no recibían salario y dependían él para su subsistencia.
La sociedad capitalista clasista, jerárquica, autoritaria, sexista, militarista, racista, es injusta. En ella se reparten de modo desigual el poder y los recursos, lo que genera conflictos y violencia.
La violencia es imprescindible para mantener un sistema social injusto, pero debe complementarse con un grado importante de aceptación de todos sus integrantes.
La familia capitalista, como hemos dicho, es la encargada no solamente de la reproducción biológica, sino también de la reproducción del sistema de valores del orden social establecido por el capitalismo.
Pero no solo la familia, también otras instituciones, como la Iglesia, la escuela, los medios de comunicación, modelan las formas organizativas de la vida económica y social y enseñan lo que el adulto deberá reproducir en sus relaciones sociales a lo largo de su vida: la obediencia, el conformismo y la falta de cuestionamiento a las diversas manifestaciones de la dominación capitalista.
A través de la familia, la violencia, moral o psicológica, actúa como un eficiente mecanismo de control social y de reproducción de las desigualdades. “La familia es un modelo, en pequeña escala, de una sociedad donde reinan las más brutales desigualdades, las jerarquías que imponen la propiedad privada y la explotación”. Andrea D’Atri “Imponer y reproducir un orden social autoritario y jerárquico”
Las divisiones, las jerarquías y privilegios dentro de la sociedad capitalista producen una violencia de carácter normativo, necesaria y esencial para mantener esta sociedad. La violencia contra la mujer forma parte del conjunto de manifestaciones violentas de la Sociedad capitalista; es una violencia estructural porque parte de esas normas socio-culturales. Mientras la violencia de la marginalidad actúa desestabilizando y atacando el orden establecido, la violencia estructural hacia las mujeres actúa, por el contrario, como un elemento que contribuye a mantener un determinado orden, en el que las mujeres permanecen oprimidas.
El “feminismo cultural”, que tiene su origen en la crítica del marxismo como marco insuficiente para ofrecer una explicación de la opresión femenina, definió la sexualidad masculina en términos de agresión, describiendo toda interacción sexual como violencia y llegando a una separación irreconciliable entre los sexos. La violencia contra las mujeres como elemento esencial de lo sexual, ocupa el papel central del discurso feminista y es el nexo de unión con el feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia. La hegemonía de esta teoría es evidente, puesto que la violencia concebida como el elemento a través del que se mantienen las desigualdades entre los sexos, reforzada por la desigualdad de poder y por la ideología de la igualdad es la que ha trascendido los limites del movimiento feminista y ha sido asimilada por las Instituciones “democráticas”, ya que no pone en peligro al sistema capitalista, sino que arremete contra el patriarcado como sistema de dominación basado en el sexo-genero, separado e independiente del capitalismo y contra el hombre socializado en la violencia. “Según las feministas del “genero como clase” como Christine Delphy, eran los hombres (y no tanto el capitalismo), los que, en el marco de un modo de producción patriarcal, se apropiaban del trabajo reproductivo de las mujeres. En el seno de este modo de producción, hombres y mujeres constituían dos clases antagónicas vinculadas por la relación de explotación de las segundas por parte de los primeros”. Cinzia Arruzza “Las sin parte: Matrimonios y divorcios entre feminismo y marxismo”
La ruptura del movimiento feminista con la crítica de las relaciones de producción dándole primacía a las relaciones de dominio y de poder como configuradoras de la jerarquía entre sexos, hace que ya no se hable de opresor/ oprimido sino de verdugo/victima y produce su alejamiento del movimiento obrero y los movimientos sociales .La mujer, en tanto que víctima, aparece sistemáticamente definida como sujeto pasivo de la relación, que necesita del apoyo de otros: la ley, el Estado, otras mujeres, etc.
“El descubrimiento de la relación entre la sociedad patriarcal y la victimización de las mujeres supuso la aparición del debate en torno al uso del derecho penal como instrumento de cambio social progresista y feminista”. Ana de Miguel “la violencia de genero: la construcción de un marco feminista de interpretación”
El movimiento feminista que en los años sesenta había combatido el derecho penal y la cárcel como instrumentos de resocialización y moralización públicas, reclama ahora su valor simbólico y “penas ejemplares” y lo justifica diciendo que las conductas que no están penadas no parecen especialmente graves y que la seguridad de las mujeres está por encima de cualquier principio y consideración. Pero ¿pueden estar seguras las mujeres cuando, ese Estado que las protege sigue torturando a hombre y mujeres, y sus distintos gobiernos indultando a los agentes que practicaron esas torturas? ¿pueden estar seguras las mujeres protegidas por un Estado, que por un lado lanza campañas para acabar con la violencia contra la mujer, y por otro reprime y encarcela a los y las activistas sociales por participar en una huelga o por protestar en la calle contra sus políticas de austeridad que llevan a la pobreza a miles de personas, incluidas las mujeres?.
El giro penal en las cuestiones relativas a la violencia, con su apoyo en el sistema de sanciones y en la mediación obligatoria de los agentes judiciales, se convierte en un elemento fundamental. “ El nuevo lenguaje de la violencia doméstica, privado de su crítica radical a la institución familiar y sometido a una difuminación creciente del entramado de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, se agrupa en la actualidad sin ningún pudor junto a la extranjería, la delincuencia y el terrorismo; en el Estado español, esta tendencia ha cobrado forma en los célebres planes anticriminalidad. Los discursos de tolerancia cero, tan evocados por algunas corrientes del feminismo, constituyen, en este sentido, la expresión popularizada de una orientación represiva de inspiración estadounidense que aspira a traducir los problemas sociales y políticos a cuestiones de defensa, seguridad, reclusión/expulsión y castigo”. Cristina Vega “Interrogar al feminismo”
Los estados, los gobiernos, los organismos internacionales apoyan este feminismo light, desligado de toda crítica social y política, para legitimarse y para avivar la llama de la división entre los trabajadores y trabajadoras porque toda división del pueblo trabajador favorece el dominio del capital.
Mientras la clase dominante logre mantenernos divididos, y luchando los unos contra las otras y las otras contra los unos como consecuencia de las discriminaciones y divisiones que introducen en nuestro seno, en el seno de nuestra clase, mas fácilmente se perpetua su dominio y nuestra esclavitud.
Necesitamos un movimiento feminista critico, de clase , unido al movimiento obrero y a los movimientos sociales, que luche contra la opresión y explotación de la mujer junto a todos los explotados y oprimidos, para conseguir la liberación.