El movimiento sindical está en crisis. Y no podría ser de otro modo, puesto que a la dispersión orgánica de la clase obrera producto de la dinámica anárquica del modo de producción capitalista se une la dispersión política de la izquierda producto, a su vez, de la debilidad ideológica del denominado campo comunista. Al calor de esta situación y como justificación de las posiciones oportunistas, han surgido las más aberrantes teorías sobre el fin de la clase obrera y la consiguiente ausencia de sujeto revolucionario.