Por Raúl Marco
Días pasados, La Gaceta.es publicaba un artículo para atacar a Pablo Iglesias afirmando que su padre había pertenecido al FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota). Dejamos de lado el miserable proceder del autor al utilizar el pasado del padre del dirigente de Podemos para tratar de desprestigiar al hijo. Además, tergiversa la naturaleza política del FRAP, razón por la que puntualizaré algunos aspectos que ese pseudo periodista falsea y manipula, lo que no me sorprende en absoluto de semejante individuo.
Lo primero es que yo, ex vicepresidente del FRAP, único miembro de su dirección en activo (Álvarez del Vayo, presidente murió, al igual que dos vicepresidentes, Elena Ódena y Vicente Pérez Plaza, y el cuarto está apartado de toda actividad política desde hace treinta años), no puedo decir si el padre de Pablo Iglesias fue o no miembro del FRAP, por la sencilla razón de que por dicha organización pasaron miles de personas desde la creación de los Comités pro Frap hasta su configuración definitiva. De cualquier forma, dadas las circunstancias, es la persona en cuestión quien deberá decidir lo que dice (o no lo dice) si fue miembro del FRAP. Vaya por delante que guardo todo respeto a todas esas personas, mujeres y hombres, estén donde estén hoy, que tuvieron el valor de enfrentarse a la dictadura franquista, arrostrando durísimas condiciones y peligros, sin más deseo que defender y aplicar sus ideales, revolucionarios y republicanos.
El PCE (m-l) se creó en 1964 contra la política reformista y claudicante de la reconciliación nacional de Carrillo y su equipo que abandonó el internacionalismo proletario y la lucha por la República (recordemos que años después, el PCE enarboló en sus sedes la bandera monarcofascista y arrió la republicana), silenció la lucha antiimperialista contra la dominación yanqui, lanzó, siguiendo la batuta de Jruschov, pérfidos ataques y calumnias contra Stalin, etc. En los años 70, el PCE (m-l) fue, junto al gran socialista Álvarez del Vayo, impulsor del FRAP, que aglutinó a amplios sectores sociales del movimiento obrero, sindical, de la cultura, de la universidad. Recibió el apoyo de muchas personalidades de los diversos ámbitos, cuyos nombres no podemos facilitar por razones obvias.
En un principio, los comandos del FRAP se formaron como comités de autodefensa contra la policía que cargaba brutalmente contra los manifestantes. El Primero de mayo de 1973, la amplitud de la manifestación desbordó a la policía, sorprendida además por la acción de jóvenes que, en vez de huir, se les enfrentaron decididamente. En esas confrontaciones un policía resultó muerto y una docena heridos. Era la primera vez que los muertos los ponía la policía y no los manifestantes. En los días siguientes las fuerzas de represión efectuaron numerosas detenciones. Pero nunca pudieron saber quiénes formaban parte de aquellos comandos de autodefensa que las había puesto en jaque.
Las acciones armadas del FRAP tuvieron gran repercusión e influencia en amplios sectores de masas, aunque los oportunistas de siempre entonces lo negaban, cuando no lo tergiversaban. Recordemos que el mayor anticomunista de España, Santiago Carrillo Solares, declaró en Roma, cuando ya se temía que se aplicaran penas de muerte contra varios miembros del FRAP, que este estaba montado y manejado por la policía.
El FRAP no fue una organización terrorista, sus acciones nunca fueron contra objetivos civiles, sus militantes eran luchadores del pueblo contra la tiranía. Muchos de ellos fueron torturados. El asesino Conesa y su ayudante Pacheco (Billy el Niño) se especializaron en la persecución contra el FRAP. Algunos murieron bajo la tortura, otros fueron condenados a muerte en unos juicios farsa, como testimoniaron en su día juristas eminentes de Francia y Suiza. El 27 de septiembre de 1975, fueron fusilados tres miembros del FRAP y dos de ETA. Fueron las últimas sentencias que firmó el dictador: ese asesino de los pueblos, que después de los cinco asesinatos apareció en un balcón del Palacio Real, rodeado `por sus conmilitones, ministros y demás parafernalia fascista, Y junto a ellos, al lado de Franco, aparecía su heredero designado, Juan Carlos de Borbón y Borbón.
Una vez que la falaz maniobra de la transición, apoyada por la llamada Platajunta y sus componentes (PSOE, PCE, etc.) cuajó, decidimos paralizar las acciones del FRAP, pese a que sus seis puntos programáticos trazaban una línea política correcta. Pero las maniobras de los reformistas y oportunistas lograron poco a poco desmovilizar a las masas y a los sectores más combativos de España, entre los que no podemos dejar de señalar que se encontraba la mayoría de los militantes del PCE, que no se habían dado cuenta de la traición y creían que la democracia era ya el objetivo final. La proclamada amnistía fue, en realidad, la amnistía, el «borrón y cuenta nueva» para la dictadura y sus servidores. Ha hecho falta mucho tiempo, y acumular nuevas experiencias, para que la consigna lanzada por nuestro Partido, «lo llaman democracia y no lo es», cuajara popularmente.
Ante esa situación, mantener las acciones del FRAP equivalía a un suicido político, nos hubieran alejado de las masas populares. Se tomó la decisión de paralizar sus acciones. Así pues, el FRAP no fue desarticulado por la policía, pese a que sufrimos dolorosos golpes: fue una decisión política que la práctica ha demostrado que fue acertada.