J.Romero
Terminada la II Guerra Mundial, el imperialismo estaba preocupado por el inminente riesgo de extensión de la revolución: el enorme prestigio de los comunistas, que habían sido el núcleo de la resistencia frente al terror nazi fascista, el ejemplo vivo de la Unión Soviética que comandó la lucha y demostraba la superioridad del socialismo para encarar la reconstrucción económica tras una destrucción tan descomunal como la sufrida por el pueblo soviético durante la ocupación nazi…todo apuntaba a la extensión liberadora del fantasma del comunismo por Europa y el resto del mundo (algo que no se produjo, entre otras cosas por la actitud entreguista de la dirección de partidos como el francés o el Italiano que cedieron el control del Estado a su burguesía).
Para conjurar el peligro de revolución, el Estado burgués, además de empeñarse en ayuda del capital para recuperar la economía, llegó a un pacto, con la colaboración de la socialdemocracia y, tras la traición jruchovista, de los revisionistas, que instauró lo que ha venido a llamarse, “Estado de Bienestar”, reconociendo derechos sociales que habían sido el objetivo de las luchas del movimiento obrero durante décadas: pensiones, sanidad y educación universales y públicas, atención a la dependencia, etc; todo, con tal de evitar que la clase obrera asumiera la construcción de su propio estado proletario. Se presentaba como un nuevo estado amigo, social y democrático.
Estos derechos no eran un regalo de la burguesía; estaban sostenidos por un régimen fiscal que paulatinamente ha ido recortando las aportaciones del capital y reforzando las provenientes del trabajo.
En el caso concreto de España, por ejemplo, el pacto fiscal urdido al principio de la transición monárquica, preveía inicialmente una mayor aportación del capital y de las grandes rentas, que ha ido recortándose (y sigue siéndolo) hasta hoy: El IVA, un impuesto sobre los productos y servicios, que grava con el mismo porcentaje independientemente de la renta del comprador, supone más del 30% del total de ingresos fiscales del Estado; y el nuevo IRPF, un impuesto directo que grava la renta de las personas, cuando nace, en 1978, contaba con 28 tramos, lo que permitía ajustar la retención a la renta de manera más equilibrada, gravando más a las rentas más altas, hoy, solo tiene 6; el gravamen de las rentas más altas, llegaba entonces al 65,5%, hoy es del 47%; y, sin embargo, el tipo mínimo que pagan las rentas más bajas, ha aumentado del 10% entonces, al 20% actual. Es decir, los impuestos que pagan las clases populares son muy superiores a los que satisface la oligarquía. Y lo mismo sucede con las empresas en el Impuesto de Sociedades : cuanto mayor es la empresa, menor es su aportación porcentual.(1)
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Hoy, personajes patéticos como Milei, que se define como “anarco capitalista”, son el signo de los tiempos; su famosa “podadora” marca la nueva política de los estados capitalistas: la eliminación de los gastos sociales y la liberalización absoluta de la economía capitalista, eliminando cualquier barrera a la libre acción del capital especulativo.
Ahora bien, eso no significa que para los adalides del liberalismo a ultranza, como Milei, el Estado deba desaparecer por completo: Su estado burgués, que sigue obteniendo sus fondos de los impuestos que aportan fundamentalmente las clases populares, recorta los derechos sociales y abre al mismo tiempo la prestación de los servicios públicos al capital privado; paga las infraestructuras que permiten o facilitan al capital desarrollar sus proyectos y le sirven al tiempo como nicho de inversión productiva; salva al gran capital si sus inversiones fracasan; y, finalmente, cumple, sin limitaciones, el papel de centralizador de la represión: reforzando el sistema judicial, la policía, el ejército, la investigación y producción de armamento, etc.
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Deuda, crisis y, especulación.
Desde hace mucho, el imperialismo hace frente a una profundísima crisis. Ingentes cantidades de dinero buscan, sin encontrar, negocios que permitan al poseedor de capital recuperar, ampliada gracias a la explotación del trabajo humano, su inversión. Ese capital sobrante, busca salida en la especulación, por lo que periódicamente la economía capitalista se ve sacudida por bruscas crisis financieras cuyas consecuencias las sufre el proletariado en términos de empleo, inflación y recortes; crisis en las que se “evaporan” los ahorros de millones de personas y de las que las grandes corporaciones financieras salen reforzadas temporalmente, a través de fusiones que reducen su número y aumentan su capital. Las crisis no son un fenómeno nuevo; como ya demostró Marx, son consustanciales al modo capitalista de producción, pero se profundizan conforme la inversión del capital se traslada a la especulación; lo que sucede en etapas de sobreproducción como la actual, en las que se reduce la rentabilidad de la inversión productiva.
Hace poco más de un año, la crisis del Sylicon Valley Bank provocó el pánico de los mercados, contagiando a muchas otras entidades financieras, algunas, como el Deutsche Bank, muy significativas en el emporio financiero imperialista.(2)
Los organismos de regulación económica de los estados, los economistas conocidos y reconocidos como gurús proféticos, salieron en tromba para analizar las causas y proponer soluciones: se inventaron razones, se crearon protocolos y escribieron ensayos que solo han servido para constatar, de nuevo, que la ciencia economica oficial no puede cambiar (ni entender) la tendencia inserta en un modo de producción en el que la creciente socialización de la producción que hoy implica la acción coordinada de técnicas, mano de obra y materias primas procedentes de todo el mundo, va de mano con una creciente concentración en un puñado de manos, de la riqueza y de la propiedad de los medios necesarios para producir. Esa contradicción, en el modo de producción capitalista, solo se solventa temporalmente con la destrucción masiva de fuerzas productivas, cuya conclusión final siempre ha sido la guerra.
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Conforme se agrava la crísis y se reduce la inversión productiva, crece la especulación. La especulación ha provocado el incremento desorbitado del valor de algunos bienes reales, como el oro o la vivienda, pero también de otros valores más “etereos”, que carecen de valor de uso y cuyo valor de cambio varia conforme lo hace la confianza de los especuladores en él o cuando se alteran las reglas que afectan a su determinación.
El capital especulativo, recurre a todo tipo de “juegos” y apuestas, que, finalmente, terminan en una nueva crisis que se lleva por delante con preferencia el dinero de los pequeños inversores privados que carecen de oídos y conexiones en el cenáculo del dinero y cuyas respuestas, por tanto, son generalmente tardías.
Hace unos días, la bolsa de Tokio provocaba una brusca sacudida, una más, apenas un año después de la última (El hundimiento del Sillicon Valley Bank), al caer cerca del 20 % en apenas tres días (el lunes 5 de agosto sufrió la segunda mayor caída en un solo día de su historia). La prensa de masas se hizo eco de la noticia, pero no entró en detalles; no explicó, por ejemplo, que la crisis de la Bolsa nipona se debió entre otras causas, a la práctica del denominado Carry Trade, que, básicamente, aprovecha el papel del Estado como regulador económico, para obtener un beneficio especulativo. Una práctica que ha aportado ganancias enormes a las grandes entidades financieras que derivan su capital hacia la especulación, sabedoras de que así obtienen una rentabilidad alta y, en caso de pérdidas, el Estado liberal será su salvavidas, como ocurrió con el SVB (o con la ayuda estatal al sector bancario español en la “crisis del ladrillo” a partir de 2.008”.)
Así explicaba en diciembre pasado, Skilling, Join, Trade, un corredor de Bolsa online, como funciona el Carry Trade: “…Imagine un escenario en el que pedir dinero prestado no le cuesta casi nada e invertirlo en otra parte produce rendimientos considerables. Ésta es la esencia del carry trade de divisas, una estrategia que puede ser tan lucrativa como arriesgada…” Y, así aclara otra página web, el caso concreto de la crisis de la bolsa japonesa: En el caso del yen japonés, su baja tasa de interés había hecho que se convirtiera en una moneda popular para esta estrategia. Los operadores, especialmente los fondos de cobertura estadounidenses, estuvieron tomando dinero prestado en Japón a tasas mínimas (1 %) y utilizando esos fondos para invertir en activos que rinden más, como las acciones tecnológicas estadounidenses…”. Infobae 5-8 2024 (3)
La reciente apreciación del yen y la anunciada subida de los tipos a corto plazo en Japón, fueron causa suficiente para provocar el pánico entre los inversores. Sobre bases tan inestables como estas, actúa el capital especulativo. Qué apropiada resulta la máxima del mítico especulador, Warren Buffett, para definir la inconsistencia del capital: “es en la marea baja cuando se sabe quien se baña desnudo”.
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Deuda, inversión pública y privada
“…Todo lo que facilite el negocio, facilita también la especulación. En muchos casos, negocio y especulación van tan íntimamente unidos, que resulta imposible decir donde cesa el negocio y donde empieza la especulación…La baratura del capital da alas a la expeculación, lo mismo que la baratura de la carne y de la cerveza estimulan la glotonería y la embriaguez…” JW Gilbart. The History and Principles of Banking, 1834; recogido por K. Marx en El Capital, Libro III Tomo II, cap XXV.
Esto se escribía a mediados del siglo XIX, en tiempos en los que el capitalismo estaba lejos de alcanzar el grado de desarrollo actual, cuando el capital financiero aún no había tomado por completo el control de la producción capitalista, ni ésta había alcanzado la extensión ni el grado de socialización formal actual; cuando los medios técnicos, organizativos y de distribución de hoy no eran siquiera una posibilidad cercana.
La cuestión es que el Estado sigue siendo un refugio seguro, lo mismo que el crédito corporativo, para la inversión no productiva (especulativa) pero aquel está sobre endeudado, los tipos empiezan a bajar para evitar la recesión económica en las principales economías capitalistas, la “rentabilidad” de las inversiones se reduce y la deuda, tanto pública como de las corporaciones financieras, está “demasiado regulada” para el especulador, por lo que éste busca un mayor rendimiento en mercados “más arriesgados”, como los del crédito privado (El crédito privado es un tipo de financiación de deuda proporcionada por prestamistas no bancarios, que no se emite ni se negocia en un mercado abierto; la mayoría de las inversiones de crédito privado se ofrecen a través de fondos privados o a través de una empresa de desarrollo de negocios).(4)
Lo que aumenta las incertidumbres sobre la economía. Así lo señalaba el diario El País, que, el pasado 21 de Julio, dedicaba un suplemento al aumento del “dinero en la sombra”: “…el interés por los mercados privados lejos de atemperarse, ha crecido exponencialmente. Quien prueba, repite…la carga normativa es un lastre para la financiación bancaria, dando alas a los prestamistas en la sombra; el alto endeudamiento de los estados obliga a buscar la colaboración de los inversores privados para el desarrollo de infraestructuras; el boom de la logística y los centros de datos abren un negocio inmenso en el sector inmobiliario, y el incesante goteo de start ups tecnológicas es música para los oídos del capital riesgo…” Las comillas son mías.
Y al olor de la miel, acuden las moscas…fondos de inversión y corporaciones financieras, (“las manos fuertes de la industria financiera que quieren repartirse este pastel…si ellos marcan la dirección, el resto les seguirá, cebando un negocio cada vez más grande…”) que, como señala el diario: “necesitan nuevas latitudes para administrar el dinero de forma inteligente y garantizar de forma sostenible las rentabilidades”: Blackrock, (el mayor fondo de inversión del mundo) la firma que administra el dinero para la jubilación de los funcionarios de California, el fondo de pensiones noruego…los fondos especulativos más grandes se apuntan a la moda del crédito privado, del “dinero en la sombra”. Lo que alarma al propio capital.
Y, no es que la burguesía haga ascos a la rentabilidad de la inversión especulativa; es algo más práctico; el suplemento de El País lo dice así: “…esta historia de éxito tiene su cara B… la menor supervisión que hay sobre los activos alternativos y la naturaleza ilíquida de estos, invita a extremar las precauciones… Uno de los flancos más vulnerables, por su exponencial crecimiento, está en el segmento del crédito privado. En 2023, la denominada banca en la sombra acumulaba préstamos por valor de 2,1 billones de dólares… la migración del crédito, de los bancos regulados y relativamente transparentes, al mundo más opaco del crédito privado, crea riesgos potenciales… Si esta clase de activos sigue siendo opaca y continúa creciendo exponencialmente bajo una supervisión prudencial limitada, las vulnerabilidades del sector crediticio privado podrían convertirse en sistémicas ”
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“… Por oposición a la metafísica, la dialéctica no examina el proceso de desarrollo de los fenómenos como un simple proceso de crecimiento, sino como un proceso en el que se pasa de los cambios cuantitativos insignificantes, a los cambios radicales, a los cambios cualitativos; en que estos se producen, no de forma gradual, sino repentina y súbitamente, en forma de saltos de un estado de cosas a otro, y no de un modo casual, sino con arreglo a leyes, como resultado de la acumulación de una serie de cambios cuantitativos inadvertidos y graduales…” Stalin “Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico”:
Esta referencia al método dialéctico del camarada Stalin, puede aplicarse al propio desarrollo del modo de producción capitalista desde la etapa de “libre competencia” hasta la etapa imperialista en la que la socialización de la producción alcanza su máxima expresión, preparando las condiciones para el socialismo, una producción libre de explotación. Pero también es aplicable al día a día de un sistema de producción anárquico como el capitalista, que existe en la medida en la que incrementa constantemente sus contradicciones internas, lo que le lleva a afrontar periódicamente crisis de sobreproducción que solo terminan, temporalmente, con la liquidación de fuerzas productivas.
Lo que pase de aquí en adelante, está por escribir; cual será la siguiente ficha de dominó en caer, cual el grado de extensión del siguiente contagio, está por ver: desde la última gran crisis, la de 2008, cuyos efectos siguen lastrando la economía imperialista, se han sucedido las sacudidas (en el último año y medio, como señalaba más arriba, el SVB y la brusca caída de la bolsa japonesa).
Y cada una de ellas, prueba que el estado de crisis permanente forma parte de la esencia del imperialismo en una fase de sobre producción, que coincide, además, con una encarnizada pelea entre las potencias por controlar las áreas de influencia en el mundo.
Marx escribía en referencia a las penosas condiciones de vida de la clase obrera que, con su esfuerzo crea, ayer como hoy, la riqueza: “La producción capitalista, si la observamos de cerca…es, mucho más que cualquier otro medio de producción, una dilapidadora de seres humanos, de trabajo vivo, una dilapidadora no solo de carne y sangre sino también de nervios y cerebro. Es, en realidad, el derroche más espantoso del desarrollo individual lo único que asegura y lleva a cabo el desarrollo de la humanidad en la época histórica que precede directamente a la reconstitución consciente de la sociedad humana” El Capital Libro III Tomo I
A cada paso se ratifican las tendencias establecidas por Marx y se confirma su conclusión adelantada: el capitalismo ha cumplido ya su papel en el desarrollo mundial de las fuerzas productivas, creando las condiciones para un nuevo modelo que ponga en relación las fuerzas productivas con las relaciones de producción: el socialismo; el único sistema que puede garantizar la emancipación, un futuro de progreso y de libertad para el género humano.
NOTAS:
(1) A nivel mundial, según Tax Fundation, el tipo medio del Impuesto de Sociedades (el impuesto que grava los beneficios empresariales) pasó del 40% en 1980 al 24% en 2020. En España, hoy, el tipo general es del 25%, aunque el efectivo, el que pagan finalmente las empresas, es de un 12,4% para las pymes y, según la AEAT, para las empresas más grandes, las que facturan por encima de los 1000 millones de euros, del 5,73%, menos de la mitad. Los datos están tomados de: “Los ricos no pagan IRPF”. Carlos Cruzado y JM Mollinedo
(2) Ver: “Así Funciona el Capitalismo”. Octubre nº 164. Abril 2023
(3) El mismo diario digital argentino, Infobae, pone este ejemplo: “…supongamos que un banco japonés ofrece préstamos a una tasa de interés del 1% anual. Un inversor podría pedir prestado 6.000.000 de yenes a esa tasa baja. Luego, el inversor cambiaría esos 6.000.000 de yenes por 55.000 dólares, y con esos dólares estadounidenses se compraría bonos del Tesoro de Estados Unidos que rinden un 5% anual. Después de pagar el interés del préstamo en yenes, que sería del 1%, el inversor obtendría una ganancia neta del 4% anual.«
(4)“…La deuda privada copa buena parte de la atención de los fondos; se trata de prestar dinero sobre todo a las compañías medianas y pequeñas que no cotizan, también a los proyectos más incipientes o startups. En este tipo de empresas el riesgo de quiebra es más alto…por lo que el tipo de interés que exigen los inversores institucionales por abrirles el grifo del crédito es también mayor…” El País, nº 2020