Manuel Medina/Canarias Semanal
A partir de una trama de entusiasmo ciego, confianza inusitada y manipulación mediática, – escribe nuestro colaborador Manuel Medina- la llamada socialdemocracia «radical», que una vez fueran «titanes de la esperanza» para millones de ciudadanos, se enfrentan ahora a graves crisis terminales. ¿A qué ha obedecido el fracaso de sus propuestas y proyectos? ¿Cuáles son las razones por las que ya no disponen de espacios en sociedades capitalistas, en las que sus respectivas burguesías se debaten entre la vida y la muerte en un mundo comercial donde la confrontación interimperialista domina los mercados internacionales?
Cada día se producen acontecimientos en nuestro entorno, aparentemente insignificantes, que logran pasar inadvertidos para quienes, con variados grados de atención, seguimos la actualidad política diaria.
Habitualmente estos despistes ocurren por diferentes razones. En unas ocasiones están provocados por omisiones deliberadas de los medios de comunicación. En otras, suceden porque entre nuestros hábitos de lectura no se incluye el rastreo memorístico continuado de la trayectoria seguida por esos eventos y sus protagonistas.
En consecuencia, las noticias diarias, ya sean estas de índole política o biográfica, caen frecuentemente en lo que podríamos llamar una suerte de «vacío de Alzheimer» en el que nuestra memoria, no acostumbrada a un seguimiento atento y curioso de los acontecimientos, las fracciona en compartimentos estancos, sin conexión alguna entre ellos. Si procedemos de esa forma, la operación cuando consultamos los medios no suele ir más allá de «almacenar información», pero sin llegar a interpretarla, ni relacionarla.
Esta forma de tratar los «inputs» que recibimos nos impedirá luego tener una visión de conjunto del asunto de que se trate o analizar acertadamente el hilo conductor que determina cuál es el sentido de la marcha de los acontecimientos.
EL CASO TSIPRAS – SYRIZA
Tomemos como ilustración de lo que decimos un evento reciente. ¿Recuerdan al partido político griego Syriza, que con tanta atención atrajo el interés entre los llamados sectores «progres» del Estado español?
La formación política Syriza, encabezada por el entonces joven Alexis Tsipras, fue entusiásticamente promocionada por la emergente formación española Podemos. Repentinamente, muchos de los que en el año 2015 no tenían ni la más leve idea de los avatares de la política griega, comenzaron a ver en esa formación “radical” una ilusionante esperanza para una Europa asediada por los efectos devastadores de una gravísima crisis capitalista.
En realidad, los súbitamente entusiasmados por Syriza no conocían cuál era la trayectoria de aquella formación, cuáles eran sus orígenes ni la biografía política de sus dirigentes. Sin razones tangibles que justificasen aquella inusitada confianza, un sector importante de una juventud española previamente desencantada por la «democracia» instaurada en el país al finalizar la dictadura, convirtió a Syriza, gracias al respaldo mediático prestado por Podemos, sus equivalentes en España, en un símbolo movilizador de la esperanza.
Que eso sucediera en los millares y millares de jóvenes a los que la desmovilización y el desmantelamiento de las organizaciones de la izquierda pactista del postfranquismo habían condenado a la inexperiencia política, podía entenderse perfectamente. Pero llegar a una conclusión acerca de cuáles fueron las razones por las que una legión de intelectuales, académicos y artistas de la izquierda española abrazaron esa misma expectativa, requeriría un espacio más amplio que el que nos ofrece el marco de un artículo que pretende ser breve.
«SYRIZA» SIGNIFICÓ PARA GRECIA LO QUE «PODEMOS» PARA ESPAÑA
Algo similar sucedió en España con la misma formación política Podemos. El historial, los méritos y trayectorias de lucha de quienes inicialmente encabezaron esa formación era ninguno. Pero el pavoroso vacío ideológico que había dejado tras de sí la experiencia eurocomunista del PCE, era tan extenso y profundo que permitió que un reducido grupo de jóvenes universitarios pequeñoburgueses, promocionados por los grandes medios de comunicación dominantes, pudieran convertirse, de la noche a la mañana, en una referencia alternativa a todo lo existente.
La ayuda prestada por el establishment al «experimento Podemos» para lograr la neutralización y el encarrilamiento institucional del 15M, que de manera injustificada había alarmado a los poderes económicos y políticos hegemónicos del país, obtuvo un éxito rotundo.
En Grecia sucedió algo similar con Syriza, pero con una variable sustancial que la diferenciaba de España. En el país heleno el temor de las clases dominantes estaba plenamente justificado. Bruselas y los propios oligarcas griegos temían que el desfondamiento electoral de la socialdemocracia del PASOC provocara que los comunistas del KKE se convirtieran en peligrosos usufructuarios electorales de la debacle de la derecha y de la socialdemocracia helena. Y para lograr reventar esa problemática posibilidad, procedieron a facilitar, con los restos de anteriores naufragios de la izquierda griega, la reinvención de una nueva socialdemocracia, ahora con llamativas apariencias «radicales».
Con eso, y el apoyo concertado mediático de medio mundo, se logró el lanzamiento nacional e internacional del bluff de la Coalición griega Syriza.
CANARIAS SEMANAL: ¿UN ORÁCULO DE DELFOS?
Aquello,- tanto lo de Grecia como lo de España-, ha durado lo que tenía que durar. Ni un minuto más. Desde este mismo digital, algunos de sus más asiduos colaboradores han ido proporcionando pistas de cuál podría ser el final de cada una de las etapas de la experiencia política podemita, necesariamente malograda. Y, en honor a la verdad, hay que decir que las equivocaciones en los pronósticos han sido mínimas. Y no en razón de que nuestros comentaristas políticos dispusieran de una suerte de oráculo de Delfos que mágicamente les adelantara lo que iba a suceder, sino porque hay historias que, parafraseando a don Carlos Marx, se repiten una y otra vez, aunque terminen haciéndolo como una farsa.
En cualquier caso, acertar en los augurios en los que hemos venido insistiendo desde hace años no constituye para este digital un motivo de alegría, ni tampoco de celebración.
Y no lo constituye porque el precio político que tendrá que pagar la izquierda real, -es decir, aquella que, objetivamente, pretende volver de revés esta sociedad, la que tiene un largo recorrido histórico de siglos de lucha y porta consigo visibles cicatrices de esas batallas-, será, posiblemente, inconmensurable.
EPITAFIO A UNA TRAGEDIA GRIEGA: UN MAGNATE MULTIMILLONARIO Y EX EJECUTIVO DE GOLDMAN SACHS, «COMPRA» SYRIZA
Evitaremos aquí entrar en el detalle del conjunto de razones que han arrastrado a Syriza a una crisis interna que hoy está amenazando su propia existencia. Pero resulta crucial, no obstante, poner al corriente a nuestros lectores de las últimas secuencias del drama del referido partido griego.
Recientemente, el magnate Stefanos Kasselakis, empresario naviero y ex ejecutivo de Goldman Sachs, ha sido designado Secretario General de Syriza. Kasselakis, que en el año 2008 levantó su voz en apoyo a la candidatura de Joe Biden, ha irrumpido en el escenario político griego tras la renuncia Alexis Tsipras, cuyo liderazgo se esfumó como si de una pompa de jabón se tratara, después de los catastróficos resultados electorales del pasado mes de junio.
LA «IZQUIERDA RADICAL» EUROPEA EN TRANCE DE DESINTEGRACIÓN
Pero lo interesante de lo que está sucediendo estos días en Syriza no es la rocambolesca historia de que un naviero multimillonario se haga con el control de una formación de «izquierdas» que logró levantar la adhesión empática de millones de ciudadanos europeos. Lo que viene a reflejar realmente Kasselakis no es solo la crisis interna de Syriza, sino también la descomposición acelerada de otras formaciones y figuras similares que, más allá de las fronteras de Grecia, han reproducido el proyecto y las propuestas de la «socialdemocracia radical» helena. Tales pueden ser los casos de Bernie Sanders, en los Estados Unidos, Die Linke, en Alemania, Corbyn, en el Reino Unido, Melechon, en Francia, o Podemos, en España.
Estas sucesivas bancarrotas no hacen más que ilustrar a dónde termina conduciendo el «pragmatismo político» en sociedades en las que sus respectivas burguesías, sometidas a fuertes tensiones interimperialistas en los mercados internacionales, ya no pueden permitirse «el lujo» de conceder espacios políticos al juego de las ilusiones de una socialdemocracia supuestamente «radical».
Pero es que, además, la historia puede llegar a ser aburridamente repetitiva. Como si los hechos obedecieran a una suerte de ley universal, sucede que cuando se produce un vacío en el flanco izquierdo del espectro político-social, rápidamente éste es cubierto por la acción contundente de una derecha, -extrema o no-, que demanda, en aras de su propia supervivencia, ocupar esos espacios vacíos, previamente desalojados por la práctica política socialdemócrata.
Fuente: Canarias Semanal