Néstor Ares JCE(m-l) de Galiza
A más de un año y medio de la guerra interimperialista en Ucrania, los revisionistas de nuestro tiempo invierten toda su actividad en afirmar que el P”C”FR es el “faro” de la revolución internacional, cuando en realidad es parte, por más de dos décadas, del engranaje oligárquico de la actual Federación Rusa.
En efecto, las torpes reinterpretaciones y modificaciones de los fundamentos del marxismo leninismo surgidas en la era post-soviética dan como resultado una perspectiva distorsionada de la realidad. Quienes creen que con las tensiones iniciadas en 2014 al este de Kiev habrá una posible vuelta a la URSS en la Europa Oriental a través del partido político conducido por Gennady Ziugánov, son los mismos que creerían en las palabrerías de Gorbachov y su séquito con respecto a la Glasnot y la Perestroika. En definitiva, en estos tres decenios de camino de dicha organización hay evidencias de que defienden justo lo contrario, las cuales voy a desarrollar a continuación:
El modelo económico, político y social de Rusia hoy.
Este país eslavo, desde la disolución de la Unión Soviética, está sumergido de lleno en el modelo de producción capitalista, concretamente en su fase imperialista. La economía rusa es una de las que más exporta recursos naturales a nivel global, tales como los hidrocarburos, los minerales y metales. También la industria manufacturera o la tecnología aportan, quizás en menor medida, beneficios a la oligarquía de esta nación. Una clase dominante que ejerce mediante la extorsión o la corrupción una influencia significativa en la vida económica, política y social en dicho Estado.
Tras el multitudinario rechazo a la gestión de Yeltsin, que también socavó las aspiraciones de las clases acomodadas para poder intercambiar activos con Occidente, las mismas otorgaron su apoyo a Vladimir Putin, a un gobierno liberal. El Presidente de Rusia Unida, a pesar de la “nacionalización” del petróleo, de la oratoria patriótica – popular, ha tenido que usar el belicismo y la represión, como la haría cualquier nación imperialista, en su afán expansionista. Así que nos encontramos con una potencia monopolista consolidada en pleno siglo XXI.
De apoyar al socialimperialismo soviético al socialchovinismo.
El P”C”FR, como muchos otros partidos en la Rusia moderna, utiliza la nostalgia soviética como reclamo entre las amplias masas asalariadas, ya sean los logros de la época de Lenin y Stalin, como la industrialización o la victoria sobre el nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial, o las políticas de la camarilla de Jruschov – Breznev, como por ejemplo la llamada “experiencia Chtchekino”, que es la mejor prueba de la restauración total en la URSS de explotación asalariada.
Sin ninguna crítica práctica en el movimiento comunista ruso presente, salvo contadas excepciones, de las políticas que ocasionaron la aniquilación de las Repúblicas de los Soviets, la formación política comandada por el populista Ziugánov asume cada vez con más entusiasmo, y sobre todo a raíz de la invasión de Ucrania, el socialchauvinismo como falso aliado contra la OTAN, confirmando una vez más el abandono del internacionalismo proletario.
Esta clase de oportunismo, ya denunciado por Vladimir Lenin en obras como “El Socialismo y la guerra”, lo podemos ver en el propio programa político del P”C”FR:
“Primera etapa: Establecer el gobierno democrático del pueblo trabajador y las amplias fuerzas patrióticas dirigidos por el PCFR. Entre esas fuerzas patrióticas se encuentran movimientos nacionalistas rusos, religiosos, y antiglobalización”.
La concepción leninista del imperialismo y su tergiversación.
Lenin, en su famosa obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, declara que son cinco las características que definen al imperialismo: “1) La concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este ‘capital financiero’, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes”.
Para el líder de la revolución bolchevique, el imperialismo es, en una sola frase, la etapa monopolista del capitalismo. Vladímir Ilích Uliánov se refiere, además, a que en la fase superior del capitalismo la socialización de las fuerzas productivas es colosal, simultáneamente a la desmesurada concentración y centralización de capitales. Y es en esta fase del capitalismo, en la que también se liquida la libre competencia por los monopolios, se consolida el sometimiento mundial de las potencias y con ello la subordinación de los pueblos, y se acentúa el dominio de una minoría avariciosa a escala global.
En comparación, los dirigentes del autodenominado Partido “Comunista” de la Federación Rusa asumieron, inclusive antes del estallido de la contienda en Ucrania, la posición del tirano Putin con respecto a la misma, poniéndose al lado de los trust rusos y en concordancia con Rusia Unida, el Partido que actualmente gobierna en el Kremlin. Esto se puede comprobar con las apelaciones al refuerzo de las tropas rusas en una de las incontables declaraciones de dicha organización sobre dicha guerra: “Las fuerzas armadas rusas se enfrentan a grandes desafíos. (…) Se merecen todo tipo de apoyo y ayuda.”
En este momento existen revisionistas que consideran esto mismo: que Rusia es una potencia no colonialista que se protege del imperialismo yanqui, y por consiguiente, sus actividades militares están fundamentadas. Pero esto no es verdadero. Lo que Rusia está realizando es consolidar su influencia dentro del espacio postsoviético en la zona y en Ucrania particularmente, porque Rusia no puede aceptar una Ucrania independiente de su poder político y como avanzadilla del imperialismo “occidental”. No olvidemos que el conflicto en Ucrania no es ni más ni menos que la expresión de una guerra soterrada entre los dos imperialismos: EEUU-UE, por un lado, y, por el otro, Rusia-China.
Homofobia y antisemitismo, síntomas reaccionarios.
La homofobia se refiere a la aversión, discriminación o prejuicio contra personas homosexuales. El antisemitismo, por otro lado, es la hostilidad o discriminación hacia personas judías. Ambas formas de exclusión son contrarias al marxismo porque los revolucionarios defendemos la unidad del proletariado internacional en la lucha contra el sistema capitalista opresivo.
El líder del P”C”FR, Gennady Ziugánov, y otros líderes de ese partido se ponen del lado de extremistas religiosos, políticos conservadores y otros para arremeter contra los organizadores de los desfiles del orgullo gay. El segundo hombre de Ziugánov en el año 2006, Ivan Melnikov, atacó verbalmente a los organizadores del desfile del orgullo gay de ese mismo año en una entrevista con Pravda y los acusó de estar “interesados en su propia promoción”. Justificó y explicó los ataques de manera oportunista diciendo: “Moscú no es Berlín ni París”. “Cualquier muestra de orientación sexual poco convencional parece repugnante en Rusia”.
Por otro lado, el Partido “Comunista” de la Federación Rusa siempre ha admitido en sus filas el chovinismo nacional en general y el antisemitismo en particular. Pero esto alcanzó mayor relevancia cuando un general adjunto de la Duma del P”C”FR, Albert Makashov, declaró en su artículo de octubre de 1998 “Usureros de Rusia” que “los “yid” se habían apoderado de Rusia para “beber la sangre de los pueblos indígenas de Estado” y ésta fue la razón de que “la usura, el engaño, la corrupción y el robo florecieran en el país”. Ahora bien, si este Partido tuviera alguna preocupación por la solidaridad de clase o un interés real en señalar las verdaderas causas de la crisis, ni siquiera permitirían a personas como Makashov en su partido. Pero esta organización política, que es hoy la segunda fuerza en la Duma, se opuso incluso a una medida de censura contra Makashov en la década de los 90. Luego, el líder del P”C”FR se embarcó en una campaña para disculparse por Makashov.
Las declaraciones antijudías de Makashov y Ziugánov muestran que las diversas alianzas que el P”C”FR había formado con varios reaccionarios ultrarracistas, como Vladimir Zhironovsky, a lo largo de su historia no fueron sólo maniobras políticas cínicas sino que reflejan ciertos puntos de vista en común. De hecho, cuando Makashov metió la pata, el archinacionalista y antisemita Zhironovsky salió en defensa de Makashov declarando que el antisemitismo era inexistente en Rusia. En esto se hace eco de la postura de Ziugánov, quien declara que “la tesis sobre el ‘fascismo ruso’ y la amenaza de los ‘camisas rojas pardas’, y sobre el ‘antisemitismo’ no es más que una campaña para “desviar la atención de la sociedad de la catastrófica situación del país y los verdaderos culpables” y “provocar un sentimiento antijudío entre las masas”. En otras palabras, Ziugánov sostiene que plantear que existe antisemitismo es incitar pasiones antijudías entre las masas. Ziugánov se parece en este punto a los racistas norteamericanos que se quejan de que todo está mal en Estados Unidos y justifican las atrocidades racistas con el argumento de que fueron provocadas por quienes exponen el racismo.
Conclusiones.
Han pasado casi dos años desde el comienzo de la disputa interimperialista en Ucrania, efecto de la violenta competencia entre EE.UU, U.E y Rusia (más China) por el dominio de los mercados. En este contexto la clase obrera ucraniana y rusa son, sobre todo, las grandes víctimas de la guerra.
En la actualidad, el blanco principal de la lucha que debemos organizar, impulsar y dirigir los marxistas leninistas a escala internacional, agrupando diversos sectores sociales tras la dirección del proletariado, son los espacios dominantes del imperialismo norteamericano, europeo y ruso-chino. Cualquier alianza o tolerancia con respecto a una u otra superpotencia, como hace el Partido “Comunista” de la Federación Rusa, con el pretexto de aprovechar las contradicciones entre ellos, nos llevaría de hecho a apoyar y consolidar la explotación que ejerce esa potencia mundial sobre vastos sectores del mundo. Sería, pues, una alianza contra los intereses inmediatos y a largo plazo de los pueblos y, por lo mismo, inaceptable desde el punto de vista marxista-leninista.
El propósito antes mencionado no será factible sin avanzar hacia el fortalecimiento y la coordinación en pos de la unidad de todos los revolucionarios del mundo. El proceso hacia la unificación es y será intrincado: comprende a la vez los acercamientos, el diálogo sincero y el debate ideológico, el esfuerzo por converger hacia la unidad de acción y la discusión de las divergencias, el esfuerzo por suprimir la virulencia en este debate y por alcanzar acuerdos cada vez más significativos, la cooperación práctica mutua y la emulación en el trabajo por el desarrollo de cada organización; el esfuerzo por superar el revisionismo moderno. El papel de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas (en su abreviatura, CIPOML), fundado el 1 de Agosto de 1994 en Ecuador, es vital en este sentido, y los comunistas españoles estamos obligados a difundir sus actividades, a participar de las mismas y a desarrollar y fortalecer la Conferencia.