Clemen A.
Hace relativamente poco tiempo hubo una explosión, por lo menos de cara al público de la llamada Inteligencia Artificial (IA). Rápidamente se han popularizado estos programas debido a que, tras un proceso de aprendizaje programado, estas pueden: responder preguntas (no siempre de manera correcta), sintetizar textos, esquematizarlos, cambiar el lenguaje, crear imágenes a raíz de texto, crear sintonías musicales, videos… Hay un sinfín de funcionalidades que la mayoría no conocemos; la creación de estos programas puede llegar a suponer un cambio cualitativo en el desarrollo tecnológico y la investigación, en el plano artístico, en el educativo… y ciertamente creo que lo mas probable es que este cambio ya se esté dando. Pero… ¿a mejor o a peor?
Esta respuesta es compleja de proporcionar, pues no se puede uno anticipar a los hechos. Sin embargo, sí me gustaría reflexionar en este artículo sobre el tema de la IA y el debate que ha aparecido en diferentes ámbitos. No me centraré en si es una amenaza para la humanidad estilo “Terminator”, aunque es evidente que esta tecnología, como toda tecnología, tiene sus riesgos, véase el experimento de negociación entre IAs, Alice y Bob. Sin embargo, abordaré más bien cómo afecta la aplicación de estas IAs a la sociedad y al mundo del trabajo.
En este tema se pueden encontrar dos posiciones (mayoritariamente): una que podemos denominar pro-IA y otra más anti-IA. Dentro de estos dos marcos existe un sinfín de argumentos que se refieren a diferentes ámbitos de la vida y cómo pueden afectar las IAs. Pero pongamos el foco en el ámbito del trabajo. ¿En qué le afecta este nuevo invento?
Intentare ir a las cosas más cercanas y plausibles, pero sí me gustaría pisar levemente el mundo de la distopía. Empezando por las posiciones Anti-IA, varias perspectivas y argumentos de algunas personas con las que he podido hablar de este tema y trabajan en el mundo del arte, me han recordado un poco al Ludismo. A pesar de que no comparto gran parte de sus argumentos, sí que entiendo perfectamente este rechazo, dado que ciertas IAs amenazan puestos de trabajo. Por ejemplo, diseñadores, donde hemos podido ver cómo marcas (198, por ejemplo) sacaban camisetas con un diseño creado por IA. También, trabajos como analistas de datos, algunos puestos del mundo de la informática, publicistas, analistas financieros, contadores, etc.
El capitalismo en nuestro tiempo ha sufrido una serie de cambios que han llevado a que en la mayoría de los puestos anteriormente mencionados, se produzca la situación de que haya trabajadores que son presuntamente autónomos pero que en realidad trabajan para una o varias empresas exclusivamente. Así, forman parte de la cadena de producción, siendo también algunas de ellas Profesiones Liberales que ahora mismo sufren el proceso de proletarización propio de las crisis del capitalismo, en la que actualmente vivimos. El desarrollo tecnológico que suponen las IAs probablemente lo use la burguesía en este proceso de proletarización, porque ahora necesitan más parados para poder bajar los salarios y condiciones de trabajo, así como en aras de aumentar sus beneficios.
Por otro lado, están los pro-IA, quienes defienden que el uso de esta tecnología tan novedosa puede mejorar nuestras vidas en muchos ámbitos. Tratan a la IA como una herramienta que nos ahorrará tiempo de trabajo y aumentará exponencialmente el desarrollo tecnológico. Y en parte coincido con estos argumentos. Sin embargo, soy incapaz de compartir este optimismo. Creo que las IAs son un invento revolucionario que ha llegado para quedarse y en los próximos años se introducirá y formará parte de nuestro día a día como pasó con Internet.
Sin embargo, esto será algo gradual y, como pasa siempre con el desarrollo tecnológico en el capitalismo, se usará en primera instancia con fines militares y de control social, como podemos ver en China (la pionera) y en otros 74 países. Probablemente tampoco se le de acceso completo a la mayoría de la población; me refiero, las IAs que conocemos —ChatGPT, Grammarly, Synthesia…— están en fase de prueba y/o entrenamiento y algunas ya tienen su versión de pago. No seamos tan ingenuos de pensar que nos van a regalar uno de los mejores “inventos” de lo que llevamos de siglo.
Aunque, como con cualquier tecnología informática, siempre contaremos con esos “galos” que resisten ahora y siempre al invasor: me refiero a los desarrolladores de software libre que, como no podía ser de otra manera, ya están desarrollando IAs de libre acceso, basándose en las más conocidas y que son completamente gratuitas.
Pero no podemos olvidar bajo qué sistema económico vivimos. Y en este sistema, el capitalismo, todo se mueve con una única finalidad: el beneficio económico. El desarrollo tecnológico también tiene esta finalidad, y no dudo de la intención de los desarrolladores de esta tecnología, donde muchas veces podemos encontrar, en científicos, la motivación de ayudar a la gente y mejorar la vida de todo el mundo. Sin embargo, quienes ponen el dinero, los “legítimos” dueños de esta tecnología (según la ley) invierten este capital para obtener beneficios. Y esos pasan desde sustituir a un trabajador por un programa y ahorrarse el sueldo, hasta tener análisis bastante precisos del nivel de hartazgo de la gente, o estudiar los puntos débiles con precisión de quienes amenazan sus intereses y propiedades.
También me gustaría señalar que las IAs pueden contribuir a la desinformación, ya sea por la creación de imágenes artificiales (todos hemos visto las “fotos” del Papa con un M-16) que podrían contribuir a la creación de noticias falsas con galerías de imágenes también falsas.
Y hay más formas en las que pueden constituir una forma de engañar a la gente, ya que las IAs pueden ser percibidas como algo “objetivo”; nada más lejos de la realidad: las IAs van a replicar la información que reciben. Tenemos, por ejemplo, el caso de la IA Neuro Sama, la cual (a diferencia de las más famosas) estaba en fase de aprendizaje; así que, cualquiera podía “educar” a la IA. Lo que sucedió es que un grupo grande de usuarios, a modo de broma (y algunos no tan de broma), la alimentaron con “argumentos” negacionistas sobre el Holocausto. La IA al principio lo negaba. Sin embargo, acabó respondiendo preguntas con posiciones basadas en los comentarios de otros usuarios; es decir, adquirió posiciones negacionistas del Holocausto. En definitiva, las IAs no son un poso sagrado de sabiduría incorruptible: la IA va a responder con la misma información que ha recibido (tiene un sesgo).
Por lo tanto, creo que, si se quiere entender cómo pueden afectar las IAs a nuestra realidad, debemos desprendernos de las posiciones en rotundo, como “la IA viene a mejorar nuestras vidas” o “la IA va a jodernos vivos”, porque no es la IA la que nos obliga a trabajar para otros por salarios miseros. No es la IA la que provoca las crisis económicas cíclicas, es el capitalismo. Tampoco podemos caer en el reduccionismo moralista de “IA buena” o “IA mala” (fuera de la ciencia ficción, claro porque “Yo, Robot” es un peliculón).
¿Y los comunistas podríamos usar las IAs en nuestro beneficio?
Considero que en cierta manera sí, como hemos usado internet, las redes sociales, las IAs pueden ser una herramienta más para ayudarnos en nuestra lucha, sin que, por supuesto sustituya al trabajo real, o nos pueda alejar de bajar al barro.
Varios ejemplos de cómo nos podría ayudar esta tecnología: se podría programar una IA y educarla con teoría marxista para que esta pudiera resolver dudas teóricas, usar IAs para resumir artículos o libros y/o explicarlos de diferentes formas, corregir textos, explicar un artículo, cambiar un mismo texto de formato de articulo a discurso o a hilo de Twitter o a guion para podcast, hacer correcciones, “traducir” de un lenguaje más académico a uno más estándar…
Por supuesto todo esto conociendo las limitaciones actuales de la tecnología.
Como conclusión, quiero señalar que la tecnología no nos perjudica per se, pues el desarrollo tecnológico es necesario para el avance de la humanidad. Lo que nos perjudica es que esa herramienta, la tecnología (ej: la IA) está al servicio de la burguesía y esta la usa en contra de la clase trabajadora. Ante esto no debemos boicotear las IAs y rechazar la tecnología como siervo del demonio (como decía el pastor Josué Yrion) y tampoco debemos entenderlas como el motor para para el cambio social, que nos vaya a llevar al comunismo por sí sola, como si esto fuese un cuento de Disney. Para que las IAs puedan tener una función social y aportar al conjunto de la sociedad deben estar bajo control obrero, ya que es enormemente grande la ayuda que podría proporcionar a una sociedad socialista, en la planificación, educación, resolución de problemas, anticipación de desastres naturales, etc.