D. Urzaiz
Ayer, 14 de abril, tuvo lugar, en el emblemático salón de actos del Ateneo de Madrid, un importante evento bajo el lema: “Ateneístas y leales a la República española”, organizado por la Agrupación Juan Negrín.
El Salón de Actos estaba a rebosar; en el escenario, una gran mesa con la presencia de la larga lista de ponentes, remarcaba la amplitud, importancia y solidez de este acto. Ateneístas y, cómo el titulo indica, leales a la República española.
Miguel Pastrana tomó la palabra, en nombre de la Agrupación J. Negrín, dando la bienvenida y explicando el carácter de la convocatoria; Pedro García Bilbao fue dando la palabra a los ponentes, que fueron interviniendo por el orden del cartel.
El primer interviniente, Rafael Egido Pérez, inició su discurso con una desafortunada petición de “un minuto de silencio” por la muerte de Mario Vargas Llosa; un rumor generalizado de rechazo total por todos los presentes fue la respuesta. Era evidente que, independientemente de su calidad como escritor, las posiciones reaccionarias que defendía, su apoyo a la monarquía…, eran totalmente incompatibles con los valores republicanos.
Las intervenciones se fueron desgranando: Homenaje a los luchadores republicanos, denuncia del levantamiento franquista, sus causas; la necesidad de la memoria histórica, hacer llegar esa memoria a las nuevas generaciones que desconocen qué pasó, el avance que significó la República para las clases populares en todos los órdenes y cómo la derecha oscurece sus logros y tergiversa la historia. La denuncia de la política armamentista actual y la contraposición al artículo de la Constitución del 31: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”. Repetidas reflexiones y llamadas a frenar a la extrema derecha y el avance del fascismo. Denuncia de la pervivencia de franquistas dentro del ejército, actuando cada vez con más descaro. El apoyo al pueblo palestino, emocionadas palabras, gritos de denuncia y emotivos poemas, al pueblo de Gaza, a la causa palestina y a los republicanos españoles…
Intervino también nuestro camarada, el historiador Carlos Hermida. Reproducimos gran parte de su discurso:
“Quiero comenzar mi intervención expresando nuestra solidaridad con la lucha del pueblo palestino contra la brutal dominación del Estado de Israel y su política de genocidio, y denunciar la complicidad de Estados Unidos y los gobiernos de los países europeos, entre ellos el gobierno de España. Contra la represión sionista, todas las formas de lucha son legítimas.
La proclamación de la II República el 14 de abril de 1931 fue un acontecimiento trascendental en la historia contemporánea española. La inmensa alegría popular manifestada ese día en las calles y plazas de toda España reflejaba el anhelo de profundos cambios políticos, económicos y sociales por parte de los sectores populares. El triunfo electoral en las elecciones municipales del 12 de abril fue la expresión política de una alianza de clases sociales que englobaba a sectores amplios del proletariado, clases medias, pequeña y mediana burguesía, y lo mejor de la intelectualidad de nuestro país, configurándose un nuevo bloque de poder frente al tradicional bloque oligárquico agrario y financiero que había ostentado la hegemonía política desde 1833.
La II República será siempre un referente histórico fundamental para las clases populares, pero forma parte de la Historia, es pasado, y necesitamos centrarnos en el presente y mirar hacia el futuro.
La monarquía es una ciénaga en la que chapotean todas las instituciones del Estado. Pero no podemos extrañarnos, porque la mal llamada transición democrática dejó sin depurar el aparato del Estado franquista. Policía, Ejército, y la Magistratura se incorporaron en su totalidad, sin cambio alguno, a la mal llamada fiesta de la democracia.
No existe en España una verdadera libertad de expresión, ni justicia independiente, ni auténtica democracia. Mientras tanto, la situación económica se degrada, aumenta la pobreza, la desigualdad social y los servicios públicos se privatizan. Los trabajadores y las clases populares sufren un deterioro constante en sus condiciones de vida y para la mayoría de los jóvenes el futuro se vuelve oscuro y sin perspectivas.
España tiene graves problemas estructurales, de fondo, como son la cuestión educativa, la desindustrialización, el problema de las nacionalidades, la pérdida de soberanía nacional, la cuestión militar y eclesiástica, por citar algunos de los más acuciantes. Pero lamentarse no es la solución ni tampoco lo es, como pretenden algunos, reformar la Constitución de 1978 y regenerar el sistema político. No es posible democratizar una monarquía heredera de la dictadura franquista y que está al servicio de una oligarquía cuyos intereses son antagónicos de los que defienden los trabajadores y las clases populares. La abdicación de Juan Carlos I y la llegada al trono de Felipe VI fue únicamente una operación de maquillaje que ha dejado todo igual, si aportar soluciones.
Este sistema monárquico debe ser destruido, superado; debe y puede hacerse.
La III República Popular y Federativa debe ser el horizonte político de la izquierda para salir de esta charca de podredumbre y corrupción a la que nos ha conducido el denominado Régimen del 78. Para conseguir esa República es necesario unidad y lucha. Unidad de la izquierda sobre la base de un programa mínimo de reformas estructurales económicas, sociales y políticas; reindustrialización del país, salida de la OTAN, reconocimiento del derecho de autodeterminación, fomento de los servicios públicos, reforma fiscal, etc. Y creación de un tejido social republicano en los barrios, centros de trabajo, Institutos y Universidades, para impulsar la lucha, las movilizaciones contra la monarquía.
Organizarse y unirse es el primer paso para salir de esta situación. Frente a la dispersión y la división que imponen los movimientos que reivindican la diversidad, lo prioritario hoy es la unidad de clase. Unidad de los trabajadores y las clases populares para enviar al basurero de la Historia a esta monarquía borbónica gangrenada por la corrupción, enemiga de la soberanía nacional y cuyos intereses son incompatibles con los de nuestro pueblo. El mantenimiento de la institución monárquica significa el ascenso del fascismo, que ya es una amenaza real e nuestro país.
Y ahora, el gobierno nos pretende imponer un incremento de gastos militares con el falso argumento de defender Europa frente a sus enemigos. Lo cierto es que la Europa integrada en la OTAN ha protagonizado agresiones contra otros pueblos y mira para otro lado ante el genocidio israelí contra el pueblo palestino. No necesitamos más Europa del capital ni un ejército europeo, sino reforzar la solidaridad entre los trabajadores del continente para enfrentarse al imperialismo.
Frente al incremento de los gastos militares y las agresiones imperialistas, la única salida es la resistencia social, la movilización de los trabajadores, la denuncia sistemática de un orden económico y social que nos conduce directamente a la barbarie.
Este acto republicano demuestra que no nos van a callar, que vamos a seguir trabajando para que la República, de carácter popular y federal, sea en España una realidad que se materialice lo antes posible.
El Partido Comunista de España (marxista-leninista) seguirá luchando, como viene haciendo desde su fundación en 1964, por construir la unidad popular, herramienta indispensable para alcanzar la ruptura republicana.”
Eran más de las nueve de la noche cuando, puestos en pie y con emoción, escuchamos el Himno de Riego y un firme compromiso y deseo flotaba en la sala:
¡A POR LA TERCERA! ¡VIVA LA REPÚBLICA!
