Este 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora, hay convocada una huelga feminista, con la intención de hacer visibles los problemas que las mujeres sufren en la actualidad en el ámbito social, laboral, económico, estudiantil… como consecuencia de un sistema basado en la desigualdad, en la explotación y en la opresión.
El 8 de Marzo se plantea como un día de lucha no solo para las mujeres, porque la exclusión, la pobreza y cualquier forma de dominación nos incumben a todas y todos. Por ello, el 8 de marzo se convoca a la huelga a todas las mujeres y hombres, a todas las trabajadoras y trabajadores que crean en la necesidad de acabar con una sociedad donde se discrimina, se oprime y se margina por razón de género, de clase, de raza…
Este 8 de Marzo se para como respuesta a la violencia de género en el ámbito doméstico, pero también a la violencia institucional, política, social, económica y cultural que sufren las mujeres trabajadoras, las desempleadas, las inmigrantes, las lesbianas, las transgénero, en un mundo en el que la violencia es estructural puesto que el sistema capitalista está basado en la desigualdad y en la injusticia y es imposible mantenerlo sin violencia.
Este 8 de Marzo se para como respuesta a las políticas de austeridad y los recortes sociales que han dado lugar a la crisis de los cuidados. Es un hecho que el Estado no asume la responsabilidad sobre los cuidados, lo que implica que esta responsabilidad recae sobre la familia. La reorganización de los cuidados en el seno de las familias tiene un claro componente de clase directamente ligado a la disponibilidad de ingresos: la intensificación del trabajo doméstico se produce en las familias de bajos ingresos y recae, en la mayoría de los casos, de forma “natural” en las mujeres, que abandonan el trabajo remunerado y por tanto su autonomía para dedicarse a los cuidados, o intentan compaginar las dos tareas con la carga de trabajo que ello supone. Las familias de altos ingresos resuelven el problema de los cuidados contratando a mujeres inmigrantes para la realización de estas tareas en su hogar. Mujeres, en régimen de internas, con salarios bajísimos, generalmente sin papeles como consecuencia de una Ley de Extranjería que discrimina a la población inmigrante y que provoca una nueva esclavitud, protagonizada por estas mujeres trabajadoras del servicio doméstico.
Este 8 de marzo se para porque las reformas laborales han generado, para la clase trabajadora, paro y salarios de miseria que no permiten salir de la pobreza ni llegar a final de mes. La contratación parcial tiene rostro de mujer en nuestro país y produce una importante brecha en prestaciones, subsidios y pensiones; la mayoría de los puestos de trabajo que consiguen las mujeres son precarios, temporales, a tiempo parcial, con una jornada laboral irregular que hace imposible la conciliación y con un salario bajo, que no permite su independencia económica. Centenares de miles de mujeres en el mundo trabajan en las maquilas, en la industria textil, con una jornada laboral de 10 horas, un salario irrisorio, sin derecho a sindicarse, aguantando a un jefe con un paternalismo intimidante y abusivo y con miedo a ser despedidas, a perder el único medio para poder sobrevivir.
Este 8 de marzo se para porque no hay esperanza para la juventud con salidas competitivas e individualistas que no permiten llevar a cabo sus proyectos de vida; porque la educación sigue reproduciendo los estereotipos de género; porque tiene que haber una separación efectiva entre la Iglesia y el Estado, ya que mientras se siga permitiendo la injerencia de la Iglesia en los planes de estudios es imposible incluir como una parte fundamental del currículo la educación afectivo-sexual; porque hay que seguir peleando por la bajada de tasas, por una educación gratuita y por la implementación de becas-salario para la juventud trabajadora y con menos recursos.
Un feminismo eficaz tiene que mirar necesariamente a las estructuras sociales de género, que son reproducidas por ambos géneros, hombres y mujeres, porque argumentar que el problema está arraigado en los hombres es equivocarse e infravalorar el poder de las estructuras sociales y políticas, las instituciones y las ideologías y ayudar al mantenimiento del capitalismo.
Por todas estas razones, llamamos a parar el 8 de marzo y a manifestarnos para enfrentarnos al sistema capitalista, que genera una sociedad de desigualdad y opresión contra las mujeres y las trabajadoras.